Tormenta de Verano

Capítulo 1: Lía

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Nunca pensé que un verano podría cambiar tanto mi vida. Al llegar al pueblo costero, sentí por primera vez que podía respirar sin que nadie me mirara con juicio o expectativas. La arena fría bajo mis pies, el viento revolviéndome el cabello y el sonido constante de las olas… todo parecía decirme que este era mi lugar, aunque solo fuera por unos meses.

Saqué mi cámara y empecé a capturar cada detalle: las gaviotas sobrevolando la playa, las olas rompiendo contra las rocas, el reflejo del sol en el agua. Todo era perfecto hasta que me agaché para enfocar una roca cubierta de algas y… resbalé.

El agua estaba más cerca de lo que esperaba y, de repente, sentí que caía.
—¡Cuidado! —una voz masculina me sacó del susto y un brazo firme me sujetó.

Me quedé congelada. Sus ojos… no podía apartar la mirada de ellos. Eran intensos, de un color que no podía definir, y parecían ver hasta lo que yo misma intentaba esconder. Su cabello estaba despeinado por el viento, la piel bronceada y su sonrisa tenía algo desafiante, casi como si disfrutara de lo que acababa de pasar.

—Gracias… —dije, todavía con el corazón latiendo rápido.

—No hay de qué —respondió él, confiado—. Casi terminas nadando con las gaviotas.

Fruncí el ceño. ¿Quién era este chico que aparecía de la nada, me salvaba y aún así parecía divertirse con mi torpeza?

—Yo… solo estaba… —traté de recomponerme.

—…mirando el mar —terminó él, con una sonrisa irónica—. Está bien. Solo asegúrate de mantener los pies en la arena, ¿vale?

Sentí un cosquilleo extraño, mezcla de miedo y… algo más que no entendía. Por primera vez en mucho tiempo, mi corazón no solo latía por susto, sino por algo que no podía explicar.

—Soy Lía —dije finalmente, intentando sonar segura.

—Leo —contestó él, extendiendo la mano con naturalidad—. Y parece que vas a ser la protagonista de un verano… interesante.

Lo miré de reojo, entre sorprendida y confundida. ¿Amenaza? ¿Broma? ¿O advertencia? No lo sabía, pero algo me decía que aquel verano jamás sería igual… y que Leo era el inicio de una tormenta que no podría ignorar.




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