Tormenta de Verano

Capítulo 2: Leo

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No esperaba que hoy fuera un día interesante. Bueno… tampoco esperaba encontrarme con alguien que cambiara todo en segundos.

La vi caminando por la orilla, con la cámara en las manos, concentrada en cada detalle del mar. Algo en ella me llamó la atención de inmediato: su forma de moverse, la manera en que sus ojos brillaban con curiosidad… y, honestamente, su absoluta vulnerabilidad. No era del tipo de chica que suelo notar. No, ella era diferente.

Cuando la vi resbalar cerca de las rocas, no lo dudé ni un segundo. Corrí hacia ella y la sujeté antes de que cayera al agua. Su sorpresa era evidente; sus ojos se abrieron enormes y sus labios temblaban apenas.

—Todo bien —dije, tratando de sonar tranquilo, aunque mi corazón latía un poco más rápido de lo normal.

—Gracias… —murmuró, y algo en su voz me hizo querer escucharla por horas.

Me reí ligeramente al ver cómo fruncía el ceño, mezclando enfado y curiosidad. Era adorable… y molesta al mismo tiempo.

—No hay de qué —comenté, con un toque de ironía—. Casi terminas nadando con las gaviotas.

Vi cómo su mirada se cruzó con la mía y sentí esa chispa, esa conexión que no esperaba sentir con alguien en la playa un martes cualquiera. Por un instante, todo lo demás desapareció: las olas, el viento, los problemas… solo existía ella.

—Yo… solo estaba… —dijo, tartamudeando, y no pude evitar sonreír.

—…mirando el mar —la interrumpí suavemente—. Está bien. Solo asegúrate de mantener los pies en la arena, ¿vale?

No podía dejar de mirarla. Había algo en ella que me intrigaba, algo que quería descubrir. Y lo mejor… era que probablemente ella ni siquiera sabía cuánto interés me despertaba.

—Soy Leo —dije, extendiendo la mano—. Y parece que vas a ser la protagonista de un verano… interesante.

Vi cómo parpadeaba y desviaba la mirada, claramente confundida, quizás un poco intimidada. Me encantó. Me encantó su reacción, y algo dentro de mí supo que esto no sería un verano cualquiera.

Lía había llegado sin avisar y, sin querer, había comenzado a volcar mi mundo patas arriba. Y lo peor… lo mejor… era que no quería que se fuera.




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