Tormenta de Verano

Capítulo 8: Leo

-

-

No dormí.
La noche se me fue entre recuerdos y arena. Cada vez que cerraba los ojos, veía su cara reflejada en el fuego.
Y aunque intenté convencerme de que no significaba nada, sabía que mentía.

Nico apareció en la puerta con dos cafés y cara de quien ya lo sabe todo.
—No digas nada —le advertí.
—No necesito. Tenés la mirada de “me metí en problemas”.
—No me metí en nada.
—Claro… y yo soy un santo.

Se rió y se tiró al sillón.
—Mirá, Lía e Ivy iban a pasar por la costa más tarde, quieren ver el atardecer —dijo con una sonrisa demasiado casual.
Lo conocía. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

Intenté sonar indiferente.
—¿Y?
—Y nada. Pensé que podríamos ir también.
—¿“Podríamos”?
—Sí, así… de casualidad, viste.

No respondí. Pero ya sabía la verdad: iba a ir.
No por el mar, ni por el sol.
Por ella.

Horas después, el cielo empezaba a teñirse de naranja. La vi a lo lejos, caminando por la orilla con los auriculares puestos, el viento jugando con su pelo.
Casi no escuché a Nico cuando habló.

—No la mires así, hermano.
—¿Así cómo?
—Como si fuera lo único que te queda por perder.

No supe qué contestar.
Solo di un paso.
Y otro.
Hasta que ella me vio.

Sonrió apenas, una de esas sonrisas que no sabés si es un saludo o un desafío.
Y en ese instante entendí algo:
el verano recién empezaba…
y yo ya estaba completamente dentro de la tormenta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.