Detuve mi vuelo posicionándome en el pico de la montaña, estaba en una de mis tantas rondas de guardia por Nightmare y me detuve en donde anteriormente se ubicaba el clan de los brujos, era un lugar rodeado de naturaleza, me encantaba venir a este lugar y recordarme cual era el objetivo de los muchos sacrificios que había hecho por este mundo.
Pase mis manos por mi vientre que no estaba tan abultado, me gustaba que solo Travis Connors y yo pudiésemos ver su crecimiento, le había solicitado a Fiorella que implantara un hechizo de ilusión en mí, nadie más que nosotros podríamos ver la realidad de mi embarazo, no podía arriesgarme que utilizaran a mis bestias en mi contra, deje una suave caricia en mi vientre de tres meses de embarazo.
Hace dos semanas los bebes habían empezado a moverse dejando maravillados a sus padres quienes amaban cada etapa de este momento, aunque al principio había defendido como una fiera a mis criaturas, me sentía dudosa sobre mi capacidad de ser madre, no estaba segura de sí era lo que deseaba, no estaba segura de sí estaba preparada para algo como eso y me aterraba la idea de no poder amar a mis hijos.
Extendí mis manos, y el viento empezó a jugar a mi favor, manejar los cuatro elementos era una de mis habilidades más preciadas, pose mis manos en el suelo de la montaña mandando un golpe de energía a todo el ambiente natural, las brujas ya no estaban para darle vida a sus mágicos bosques y montañas, por lo tanto, me había prometido que cuidaría de la dimensión entera como sus líderes lo habían hecho por largos milenios viviendo en ella.
El bosque me agradeció tal regalo enviando una ráfaga de viento que lleno mi organismo de paz y serenidad, una vez mi labor en todos los territorios finalizo, volé hasta la entrada del infierno, debía cerciorarme que todo estaba marchando bien en ausencia de mi padre, que no hubiera revueltas, que sus cárceles estuvieran en orden y que los principados llevaran de manera correcta los círculos.
Al salir del lugar me encaminé a los cielos, cruzando los surcos y encontrándome en el camino a varios custodios y guerreros, todos se inclinaban con gran respeto en mi dirección; vi en las lejanías a Gabriel y Miguel Ángel, para ellos también era un secreto mi embarazo, para todos en realidad, menos para los que vivían a mi alrededor. Me asegure que todo estuviera de forma correcta en el cielo y antes de irme camine por los alrededores del Edén, fijándome en el imponente árbol de Serphentinas que había en el lugar, quise acercarme y un sentimiento de traición me detuvo, sentía que estaba engañando a los gemelos al hacerlo.
Extrañaba mucho a Alec y no de la forma amorosa, pues los gemelos me habían ayudado a superar mi perdida y dejar a mi gran amor de la juventud, ellos habían sido la cura para mi destrozada alma; cuando iba a dar un paso más para acercarme al Edén; mis hijos patearon en mi interior recordándome de su existencia y devolviéndome a la realidad, debía dejar de vivir en el pasado y dejar descansar a Alec en paz, yo había hecho mi vida, lo tenía todo y era momento de cerrar el ciclo de dolor al que me había sometido a lo largo de mi existencia, de mis manos hice crecer unas hermosas flores que Alec amaba y solo se conseguían en el mundo humano, me acerque a su árbol dejándolas en el tronco.
-Adiós amor mío- dije en un susurro, una lagrima se escurrió por mi rostro al sentir su respuesta; este era nuestro final y por fin pude sentirlo, me acerque al borde de los surcos sonriéndole a lo lejos a la esencia de Alec, que desde las lejanías me daba su bendición, y me daba la opción de ser feliz, con una última vista de ese par de ojos platinados que alguna vez ame me lance al vacío sin extender mis alas sintiendo como el viento se hacía parte de mi cuerpo.
Abrí mis ojos viendo la vista del cielo y deleitándome con la posibilidad de siempre verlo en este perspectiva, amaba ser la criatura que era y las habilidades con las que se me había bendecido, me crearon de la desgracia, y surgí en medio de la gloria, cuando estaba a punto de aterrizar, mis alas envolvieron mi cuerpo, dándome la posibilidad de dar una aterrizaje limpio y seguro frente a mi sede.
-Eso fue espeluznante y al tiempo muy bello- dijo una voz detrás mío haciéndome sobresaltar, Melier estaba observándome con una sonrisa- ¿buscas a alguien? - me pregunto con cariño y asentí, quería ver a alguno de los gemelos- si buscas a tus sombras, están entrenando a los últimos reclutas que recibiste- me explico.
- ¿Y tú que haces acá? - le pregunte iniciando una charla- ¿quisieras acompañarme a la sede de entrenamiento? - le pregunte, él asintió caminando a mi lado hasta el instituto que ahora se había convertido en una base de entrenamiento militar, pase mi identificación en la entrada caminando hasta el límite de los bosques, en donde Travis y Connor gritaban ordenes, ellos se habían vuelto dos cazadores expertos y letales, tanto como yo, o cualquiera que me rodeara.
-Son buenos- dijo Melier comiendo una barra de cereal a mi lado, asentí viendo como Connor coordinaba los enfrentamientos cuerpo a cuerpo- en especial él - dijo señalando a Travis, quien estaba enseñando como usar armas en caso de emergencia, vi como ayudaba a una jovencita que suspiraba enamorada por el muchacho, me reí de la escena y simplemente disfruté de ver como la rechazaba.
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Editado: 25.01.2021