Tortuguitas de mar

Capitulo 1. Bienvenida Ana

Ana

Un ruido sonaba en toda mi habitación, un tono que conocía a la perfección y desde siempre lo he odiado. La alarma de mi celular. Alcé mi mano para tomar el celular desde la mesita de noche y cuando lo encontré, lo agarré y apagué para después aventarlo a las sábanas. De pronto un recordatorio se hizo presente en mi mente adormilada.

Hoy empiezo a ser niñera.

Me desperté como pude y busqué desesperada el teléfono por mi cama, cuando lo encontré vi la hora y eran las siete de la mañana. Me dirigí al chat que tenía con el papá de la pequeña y cuando busqué la dirección el Google Maps me quedaba un poco retirado, pues era una de las zonas exclusivas que estan algo lejos pero tienen mucha área verde. Tal vez la haya comprado por la tranquilidad, si fuera una persona rica compraría una de esas casas, me relajaría y mis padres no tendrían que pasar por problemas económicos.

—¡Ana!— habló mi madre desde el piso de abajo —¡Ya esta listo el desayuno!

—¡Ya voy!— dije —¡Dame un momento!

Como pude tomé una ropa cómoda para darme una ducha rápida. Al salir me revisé en el espejo y lucía muy bien. Me decidí por unos vaqueros, tenis negros y una camiseta de mi serie favorita, Friends. Me deje el cabello suelto, me coloqué poco maquillaje y me coloqué mis pulseras. Por lo general no uso maquillaje tan seguido, mi "kit" es solo base en crema, rímel, lápiz para cejas, rubor y labial natural, si fuera a una fiesta claro que me haría algo más elaborado, pero como solo cuidaré a una pequeña pues solo lo escencial. Bajé las escaleras hasta llegar con mis padres a la mesa para desayunar con ellos.

—Buenos días— dije para darles a ambos un beso en la mejilla.

—Buenos días hija— habló mi padre —¿Ya estas lista para empezar el día?

Les había contado lo que pasó el día anterior y al principio pensaron que mentía pero hablé con Alejandro para ello, ya había hecho una maleta con mis cosas y solo faltaba ir a la casa de él para hacer mi trabajo.

—Estoy muy nerviosa.

—Te ira de maravilla, An— dijo mi madre —No es fácil trabajar con niños, pero viendo como se portó la pequeña contigo es un extra, no todos son así.

—Esperemos que todo salga bien.

Seguíamos desayunando mientras hablabamos de mi nuevo trabajo, ambos estaban muy agradecidos con ello y con el adelanto que me daría mi ahora jefe. El señor Hunter era el dueño de la casa donde rentabamos y nos habíamos puesto un mes de retraso, llevabamos varias veces así y se notaba que estaba en cierta forma harto de nosotros, por lo general aquí vivian personas de mi edad, solas o con sus parejas y al parecer se miraba en su mirada que quería que nos largaramos de ahí. Los vecinos no dicen nada pues saben que al señor Hunter no le gusta que nadie este en su contra, pero por parte de ellos no hay problemas, todos han sido amables con ellos al menos.

Al terminar mi desayuno observé la hora y ya eran las siete cuarenta y pico de la mañana, me tenía que dar prisa para ir a la casa ya. Un sonido provino de la puerta y fui a atender, era un señor de cuarenta y pico de años con semblante tranquilo pero con traje.

—Buenos días— habló el señor —Estoy buscando a la señorita Ana Mathews.

—Soy yo— respondí.

—Permitame presentarme, soy George Dalton, el hombre encargado de la seguridad del señor Alejandro Reynolds. Me ha mandado su ubicación para llevarla a la mansión Reynolds.

¿Disculpa? ¿Mansión digiste? Estaba igual de sorprendida que mi conciencia, sabía que podría ser rico pero no pensé que tanto. 

—Si, solo bajo la maleta y nos vamos— le dí paso y me dijo que esperaba en la sala.

Fui a mi habitación y tomé la maleta con una mochila que tenía, ahí estaba mi laptop, mi cargador y algunos accesorios, en la maleta llevaba mi ropa, que la mayoría eran camisetas, vaqueros y otros pares de tenis. Bajé con todo lo necesario y George me ayudó con la maleta. Me dirigí con mis padres y les dí un abrazo prometiendo que los visitaría el fin de semana.

—Casi lo olvido— interrumpió George sacando un sobre algo lleno —El señor Alejandro le mandó el dinero prometido de adelantado, me dijo que se lo entregara personalmente.

Tomé el sobre y se lo dí a mis padres.

—Tengan, para que vayan con el señor Hunter para pagar lo que debemos, con lo que sobre les ayudaré a seguir pagando lo que debemos.

—Descuida hija, con esto sería suficiente.

Les dí un último abrazo y salí acompañada de George para irnos a la casa de Alejandro. Cuando ibamos bajando por las escaleras nos encontramos con una persona en especial. El señor Hunter.

—Vaya, vaya. ¿Ya te vas Anita?— decía en tono burlón —Hasta que Dios me escuchó, por fin podré rentar el apartamento a otras personas.

—Esta equivocado señor—respondí —Solo iré a trabajar, seguiremos pagando y viviremos muchisimos años aquí.

—No sabía que andabas en esos... "trabajitos".

—¿Disculpe?— no tenía idea a que se refería.

—Te irás con un hombre que bien podría ser tu padre, no creía que...

—Respete a la señorita por favor, señor— interrumpió George —Ella no esta haciendo nada malo, como usted supone, así que de favor cierre esa boca si no tiene nada bueno que decir.

Me quedé con los ojos bien abiertos y más cuando el señor Hunter fue con el hombre de seguridad y lo encaró.

—¿Que dijiste?

—Ya escuchó señor, respete a la señorita y no habrá problemas— habló George y lo esquivó mientras nos dirigiamos al auto. Podía sentir la mirada del señor Hunter quemarme la nuca, pero era verdad, él haría cualquier cosa con tal de sacarnos de aquí. 

Una vez George subió mis maletas en la cajuela y subimos en los asientos de piloto y copiloto, él habló.

—Disculpe por lo que pasó señorita.

—Descuida George— respondí —Él es un tipo que no sabe que hacer con su vida, mejor concentrémonos en llegar. Y por cierto, puedes llamarme Ana, no es necesaria tanta formalidad.




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