Tortuguitas de mar

Capitulo 4. ¿Yo? ¿Estar celoso? ¡Jamás!

Alejandro

Este día no se me había hecho tan pesado, estaba revisando los planos con Paul mientras seguiamos haciendo algunos cambios para ver mejoras en las casas de playa. Un hotel famoso en una de las mejores playas de México supo de nuestra idea de las casas y nos contacto para hacer algunos cuartos privados de baño sustentables para cuando la gente se regresara de la playa, se dieran una ducha para quitarse la arena de sus cuerpos en lo que se regresaban a sus habitaciones. Todo estaba de maravilla cuando escuchamos unos toquidos y alguien abrió la puerta de mi oficina.

—Hola Alejandro— habló una voz ronca y mayor. Se veía un hombre de cincuenta años que bien parecía alguien de treinta y tantos, con una camisa sin ninguna arruga, una chaqueta de cuero negra, pantalón formal y su típica barba de candado a la perfección. Ese hombre era alguien con quien era, es y seguirá siendo complicado hacer negocios. Ese hombre es Walter Reynolds. Mi padre.

—Papá, ¿qué estas haciendo aquí?— dije mientras lo saludaba dándole palmadas en la espalda. Paul también lo saludó con un apretón de manos.

—Me enteré lo que estas haciendo con Paul— señaló a mi amigo con la mirada —Y quisé ver que pasaba por la empresa, además— añadió —Quiero ver a mi niña hermosa, hace mucho que no veo a Ivanna.

Mi padre hace unos años se jubiló dejandome la empresa familiar en mis manos, aunque aveces viene y supervisa que todo este bien o se pone al tanto con los acuerdos que hay y viene para ver que todo este en orden. En su vida, ahora que no trabaja en la empresa, se la pasa en su casa de Nueva York mientras en ratos viene con nosotros, aquí en Miami. A lo que viene seguido es a ver a su nieta, no puede parar de verla o tomarle fotos y presumirla con sus amigos, sigue viendose con varios y él es el primero en ser abuelo y dice que es lo mejor del mundo, los demás sus hijos no piensan por el mimento tener hijos o simplemente ser padres no es lo suyo, se respeta pero mínimo los padres les dicen que les den nietos caninos para estar con ellos y jugar todo el día. 

—¿Te enterás rápido de todo?— habló Paul con mi padre —Necesito a tu informante, me serviría de mucha ayuda.

—Se llama no dejar de lado los negocios chico— respondió —Uno siempre tiene que mantenerse al tanto de lo que pasa en la empresa.

Un ruido me sacó de mis pensamientos. Mi teléfono. Lo observé y era un mensaje de Ana, era una foto. Abrí el texto y me quedé viendo la foto algo divertido.

Ana: Mini Bob te manda saludos ¡Bananas!

—¿Que te hace reir?— dijo Stevenson.

Guré mi teléfono y les mostré la foto de mi hija caracterizada de un Minion mientras comía una galleta salada y sonreía tierna para la foto. Muchos me observan como si fuera alguien frio y sin sentimientos en los negocios, pero en mi vida personal soy un padre amoroso que tiene de fondo de pantalla una fotografía de su hija mientras sonríe con una camisa diciendo "tengo al mejor papá del mundo" .

—¿Con quién esta mi nieta?— exclamó mi padre.

—Esta con Ana, su niñera.

—¿Niñera? ¿Desde cuando?

—Desde ayer— expliqué —Hubo un pequeño incidente y al final ella le agradó, por primera vez se dejó cargar por otra persona que no seamos nosotros, Jessica o George. 

Revisé mi teléfono y ya era mi hora de salida. Me encantaba esta hora porque por fin regresaría a mi casa y estaría con mi bebé, si alguien tiene un pendiente que me llame mañana, no quiero que me interrumpan mi tiempo de padre e hija.

—Tengo que ir a ver eso, no me explico que mi nieta tenga niñera.

—Estoy de acuerdo con Walter— exclamó mi amigo y los tres nos dirigimos a mi casa donde estaba la pequeña a la que todos querían darle un regalo y abrazarla todo el tiempo. El camino se hizo corto entre la charla que llevabamos los hombres presentes y el asunto de la "misteriosa niñera", como ellos la llamaron. Llegamos en cuestión de nada y el ama de llaves nos abrió la puerta, llegamos una hora antes de la cena pero escuchamos un ruido en la sala y unas risas, así que nos dirigimos allá. Estaba con las luces en un tono medio, pero no apagado, y se veía en el televisor varios Minions discutiendo con Gru, su jefe, de la manera en que perdía su toque villano. Escuchamos unos balbuceos del sofá reclinable de en medio de la sala y escuhamos una voz femenina.

—Yo pienso lo mismo pequeñita— dijo Ana —No debieron despedir a Gru ni a Lucy, ojalá no le den seguro ni pensión a su nueva jefa.

—Buenas noches— dije y ambas se sobre saltaron mientras la niñera puso pausa a la pelicula. Tomó a mi hija en brazos y ahora no tenía lentes, pero sí algo en su mano izquierda.

—Hola— respondió la castaña —Ivanna tiene una sorpresa para ti.

Dejó a mi hija en el suelo y ella caminó hasta mi lugar, la recibí con un enorme abrazo y le dí un beso en la frente.

—¿Que le darás a papá ahora?— extendió su manita y lo tomé el papel. Era un dibujo de un Minion feliz con otro minion más pequeño y una especie de cosa verde al lado del pequeño, por la forma supuse que era una tortuga —Te quedó hermoso princesa— dije y la tomé en brazos. Mi padre y mi amigo salieron detrás de mi y observaron a Ana, ella se quedó quieta al igual que los dos detrás y se sorprendieron.

—Alejandro, ¿que no nos vas a presentar a la señorita?— interrumpió mi padre.

—Oh, claro— respondí —Ana, ellos son mi padre, Walter, y mi mejor amigo, Paul. Papá, Paul, ella es Ana, la niñera de Ivanna.

Ambos fueron a su lugar y mi padre tomó su mano y le dió un ligero apretón.

—Encantado de conocerte Ana.

—El placer es mio señor— respondió.

—No me digas señor, me haces sentir viejo— alegó mi progenitor —Llámame Walter.

—Esta bien, Walter.

Paul y yo nos sorprendimos. Sabíamos que el es un hombre de formalismos y aun así cuando conoce a una mujer toma algo de tiempo para que diga que puede llamarlo por su nombre. Claro, ha tenido algunas citas después de lo que le pasó a mi madre pero no ha tenido algo serio con alguien, según él, no quería compromisos pues a la una que verdaderamente le entregó su corazón fue a mi madre. Sin embargo, estas situaciones nos sorprenden. Los únicos que lo llamamos así somos Paul, George, Jessica, sus amigos más cercanos (otros simplemente lo llaman por el apellido) y yo. Pero que se presente con alguien así es dificil de creer.




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