Alejandro
Ya estaba en casa con mi hija y Jessica. Dijo ella que Ana había salido a algo y luego volvería y mi padre la acompañó y ya esyaba en camino.
—¿Asi que le compraste todos estos juguetes?— le hablé a la abuela de mi hija.
—Ella los quiso y como abuela se los regalé.
—No es necesario que gastes tu dinero— respondí.
—Tonterías— dijo —Es mi única nieta y puede pedirme lo que quiera. Hasta cuando tenga novio les regaló una casa a los dos.
—Mi princesa no tendrá novios— hablé mientras la levantaba para sentarla en una de mis piernas —Ella será solo Ivanna Reynolds y siempre estará soltera ¿verdad cariño?— ella me observó y negó con la cabeza.
¡Ja! Ni tu hija quiere eso teniendo apenas ocho meses. No te adelantes conciencia, ella aceptará.
Escuchamos unos pasos venir y era mi padre. Tomó asiento conmigo y mi princesa fue con él para abrazarlo.
—¿Ana hizo lo que tenía que hacer?— asintió.
—Dijo que en un rato nos llamaría.
—Esta bien— dije. Podía ser la niñera de Ivanna pero no podía quedarse solo en esta casa, también tenía derecho a salir y al parecer Jessica también sabía de eso y dijo que le había dicho a Ana que ella se quedaría a cuidar a mi hija para que ella hiciera lo que tenía que hacer —¿Y a donde fue?
—Lo siento hijo, no puedo decirte.
—¿Porque?
—Le prometí que no lo haría, respeto la privacidad de las personas.
—Esta bien— bufé y luego me entró una llamada de uno de los inversionistas del hotel en México —Disculpen, tengo que atender— ambos asintieron y se pusieron a jugar con mi hija mientras yo ingresé a mi despacho para estar mejor.
—Señor Martínez.
—¡Reynolds!— respondió —¿Qué tal va todo para los cuartos de baño?
—Su idea es muy buena señor, ya el señor Stevenson y yo hemos propuesto un diseño que le mandamos a su correo. ¿Qué le pareció?
—Es excelente Reynolds— respondió alegre —¿Cuando podría ver algun diseño en 3D? Ya sabes, para ver al menos una realidad de como quedaría.
—Podría ser en una semana señor. El tiempo justo para que un diselador plasme las ideas y si usted tiene alguna petición más nos puede decir con toda confianza y lo implementaremos.
El resto de la llamada transcurrió en algunas dudas, verificaciones y nuevos proyectos, así que el tiempo se pasó volando hasta que ví que eran las once hasta que colgamos y en ese preciso instante alguien llamó a la puerta.
—¡Adelante!
—Alejandro— habló George y tenía una expresión preocupada en su rostro —Tienes que venir a la sala.
—¿Que pasó?
—Es mejor que vengas.
Fruncí el ceño y lo seguí. En la sala estaban los abuelos de mi hija dando vueltas y mi padre hablando por teléfono.
—Esta bien, gracias— respondió y luego colgó la llamada —Dicen que hace una hora cerraron y no hay nadie.
—¡Dios mio!— exclamó Jessica.
—¿Que esta pasando aquí?— pregunté y me observaron preocupados.
—Ana no ha regresado.
Solo escuchar eso mi corazón empezó a latir frenéticamente, pensé que podía ser la preocupación.
—¿No ha llamado?— ambos negaron.
—Pensamos que pudo haber ido con sus padres— habló George— Asi que fui a su casa pero me dijeron que no estaba ahí, les mentí diciendo que estaba aquí para que no se preocuparan pero no ha llamado, ni un mensaje, nada.
Una corriente fria me recorrió todo el cuerpo. No podía haberle pasado algo, enserio que esto sea una pesadilla por favor. Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que escuchamos el timbre de la casa. Inmediatamente fuimos a ver que pasaba y al abrir la puerta todos tuvimos la misma reacción de pánico y horror. Ana estaba con el cabello revuelto, una marca de golpe en su mejilla y algo de sangre en su labio, algunos rasguños en sus piernas y se abrazaba a si misma sollozando en un vestido negro que estaba rasgado de los brazos y parte de las piernas.
—¡Ana!— hablamos todos y cuando dió un paso dentro se desvaneció y cayó al suelo.
—¡Oh por Dios!— exclamó la abuela de Ivanna y fui con Ana y la tomé de su rostro.
—¡Ana! ¡Despierta!— no reaccionaba y todos estabamos preocupados.
—Le hablé al doctor Belmont, ya viene en camino— dijo George mientras seguía tratando de hacerla reaccionar y le traían algo de alcohol etílico pero no despertaba. Como pude la tomé en brazos y caminé a su habitación para después dejarla en la cama. Ivanna por suerte estaba en su cuarto jugando con sus juguetes mientras tenia música de niños así que no vió a su niñera.
—¿¡Pero que carajos pasó?!— pregunté entre gritos mientras seguía intentando hacer que reaccionara. Me dirigí con mi padre y me puse delante de él —¿Donde estaba?— estaba demasiado enojado pero quería respuestas.
Dudó al principio pero luego suspiró.
—Me dijo que estaría hablando con su ex, que él había insistido y solo le dejaría en claro que no estaría con él.
—¡Ese maldito le hizo daño!— respondí furioso. Todo encajaba pero no sabia exactamente que había pasado. Y como por arte de magia el doctor Belmont llegó a tiempo, todos nos retiramos del cuarto para que la revisara y después de unos quince minutos que se nos hicieron eternos, salió de la habitación y por su rostro no parecía tener buenas noticias.
—¿Que ocurrió? ¿Como está ella?— le dije al verlo salir.
—Esta bien— respondió —Pero necesito llevarla a un hospital para estar seguro de mis sospechas.
Asentí y tomé a Ana en brazos para transportarla en una de las camionetas para ir al hospital mientras Ivanna se quedó con una cocinera. Cuando llegamos al hospital, Belmont llegó con una camilla e inmediatamente la atendieron. Mientras la atendían llené unos datos del hospital con George. Cuando la contraté le dije a mi hombre de seguridad que la investigará y no encontramos nada fuera de lo normal, no dejaría a mi hija con cualquier persona. Todos estabamos estresados y nos carcomiamos la cabeza mientras caminabamos en circulos por la sala de espera.
#14299 en Novela romántica
jefe y empleada romance, padre soltero y millonario, pasion amor verdadero
Editado: 27.07.2023