Tortuguitas de mar

Capitulo 7. Besaba de maravilla

Ana

Habían pasado dos días desde que nos dieron el alta del hospital y regresamos a la mansión Reynolds. No salía para nada del lugar y no iba con nadie a ninguna parte. Me sentí hecha mierda. Desde que el maldito de mi ex me violó siento que podría estar en cualquier parte para volver a hacerlo y no quiero volver a pasar por eso. Me la he pasado estas noches llorando recordando los golpes que me daba Lucas, los rasguños cada vez que quería tomar mis piernas, las veces que desgarraba mi ropa para obligarme a tener relaciones con él a la fuerza. Me daba un asco volver a pensar en eso pero el recuerdo jamás saldría de mi cabeza.

Alejandro ha estado viendo que no me pase nada y le dice a George, cuando el esta en la empresa, que se quede conmigo y supervise que todo este bien. El padre de Ivanna ha contratado a más gente para prevenir algo otra vez. Me enteré que me investigo pero no me quejo, si tuviera una hija haría lo mismo, no confiaría en la primera persona así como así. Los demás se la pasan preguntando sobre mí, pero los únicos que no saben de lo sucedido son mis padres. No he querido comentarles nada porque no quiero angustiarlos pero el sol no se puede tapar con un dedo. Solo que por ahora no es momento.

Lo único que me mantiene feliz es la pequeñita que cuido, ella se la pasa buscandome y quiere que juegue con ella y me hace sentir mejor. Ivanna es una niña feliz y quiero que siempre lo sea, y aunque en algún futuro no sea su niñera, siempre estaré para ella y que sepa que podrá confiar en mi para todo. 

Unos golpes suaves en la puerta de mi habitación me sacaron de mis pensamientos y un hombre habló.

—Ana, soy yo, George.

—Adelante.

El hombre abrió con cuidado la puerta y tenía una bandeja de comida. Estaba con Ivanna jugando en mi habitación cuando se quedó dormida y decidí dejarla descansar, le acariciaba de vez en cuando sus cabellos y ella abrazaba más la almohada o se daba vuelta para que no la despertase.

Repito, si se parece mucho a ti. Tienes algo de razón conciencia.

—Te traje algo de comida para que almuerces— dejó la bandeja al frente y estaba con un caldo de pollo, algunas verduras y agua fresca de limón. La mayoría de la gente que trabaja aquí se enteró de lo que me pasó y están más pendientes de lo que pase en la zona, se supone que es tranquila pero más valía prevenir algo.

—Gracias— respondí regresando a la realidad.

—¿Como te sientes?

—Después de que el maldito me dejara hecha mierda, no creo que pueda estar mejor.

—Oye— susurró —Todo pasará. Ese idiota pagará caro por lo que hizo.

—¿Porque tuvo que hacer eso?— dije —¿Acaso me lo merecía? ¿Que hice mal para que llegara a esos extremos?

Mis ojos empezaron a soltar leves lágrimas y las limpié rápidamente con el dorso de mi mano.

—Tu no hiciste nada malo Ana— habló George firme y seguro —Ese enfermo no tiene escrúpulos, pero terminará pagándolo caro. Las autoridades ya lo están buscando.

—¿A que te refieres?— fruncí el ceño.

Me observó fijamente y suspiró.

—Alejandro fue a la policia a levantar una denuncia por lo que te hizo. Él jefe de la policia es un conocido suyo, y hará hasta lo imposible para que ese patán este tras las rejas.

No podía creerlo. Sabía que Alejandro me dijo que no dejaría que nadie me haga daño, pero no sabía que haría algo como esto.

El sexy padre de familia te protege, eso no lo hace cualquiera. Lo primero luego lo hablamos conciencia, pero lo segundo estoy de acuerdo.

—¿En verdad?— el hombre frente a mi asintió.

—Me dijo que te hablara de esto, por si te llegarás a enterar primero fuera por alguno de nosotros y no por otros. Por cierto —añadió— El oficial vendrá más tarde.

—¿Para?— pregunté mientras tomaba una cuchara para comer el caldo.

—Necesita tomar tu declaración.

Dejé el cubierto a medio camino cuando dijo eso. No, no podía hacer eso. De tan solo relatarle a ese oficial todo lo que pasó esa noche, me da unas tremendas ganas de vomitar. Observé la mano con la que sostenía la cuchara y pude notar que temblaba, así que deje la cuchara de nuevo en su lugar y suspiré tratando de calmarme.

—No quiero hacerlo.

—¿Estás segura?— asentí.

—No sé si pueda hacerlo— dije tragando el nudo en la garganta que empezaba a formarse en mi —Tengo miedo de lo que Lucas pueda hacer cuando se entere.

—Descuida Ana, no permitiremos que te hagan daño. Si no quieres hacerlo esta bien, no te forzaremos, pero cuando estés lista todo procederá como lo dicte la ley. Ya verás que ese desgraciado no te volverá a hacer daño— dijo mientras me daba un ligero apretón en la mano para demostrarme apoyo —Por ahora solo come y cuida al pequeño Minion— dijo observando a la pequeña que se envolvía con la sábana hasta sus hombros.

George se fue y me quedé comiendo por fin el caldo y observando a Ivanna. Todo en mi cabeza era un lio ahora, primero lo que el desgraciado de Delton me hizo, luego Alejandro tomando una denuncia para que no me haga daño mi ex, y luego la declaración. Debía tranquilizarme un poco y pensar con la cabeza fría. Com esto, el infeliz de mi ex con esto me demostró que es capaz de todo con retenerme a su lado, quiero hacer la declaración pero a la vez tengo miedo de lo que pueda pasar después de eso. Sin pensarlo sentí unas manitas abrazar mi brazo izquierdo y era la pequeña castaña que quería mi atención.

—Hola chiquita, ¿ya despertaste?— su cabeza se recostó en mi almohada y señalaba enfrente de ella —¿Quieres que duerma contigo? Esta bien.

Moví la bandeja de la comida a mi lado y me recosté enfrente de la pequeña. Ella solo se acercó y me abrazó como hace un rato y volvió a dormirse. Me sentía bien al lado de esta bebé, y vaya que me gustaba pasar tiempo con ella. Hay personas que tienen un lugar seguro, si sus padres, sus amigos, sus mascotas, algún hoobie o algún famoso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.