Tortuguitas de mar

Capitulo 12. ¿Aceptas ir conmigo a la playa?

Alejandro

Ya había terminado el funeral de la madre de Ana y todos los presentes estaban en la casa. La castaña seguía muy afectada pero mi hija la animaba de cierto modo y se reía de tanto en tanto.

Tanto mi mejor amigo como mi padre y Jessica me han estado diciendo que les de explicaciones de porque me presente de ese modo con la familia de Ana. Ahora todos piensan que nos casaremos y que Ivanna es nuestra hija.

Sabia que eras un idiota pero no sabia cuanto. Decia mi conciencia mientras mi amigo comía un poco de pollo que había en su plato.

—¿Cuando le darás el anillo a Ana? Porque no creo que siga eso de que te creen. Más que nada porque si no hay anillo, no hay compromiso.

Bufé mientras rodaba los ojos.

—¿Como te hubieras presentado tú?

Tragó su pedazo de comida y me observó.

—Mucho gusto, Alejandro Reynolds. Soy un amigo de Ana y la pequeña es mi hija.

Vez, no era la única que pensaba esa forma de presentarse. Callate conciencia.

—Ahora debes explicarle a su padre eso de "casarse"— hizo comillas con sus dedos —Y también lo del minion.

—¿Minion?— pregunté extrañado —¿Cuál minion?

—Pues el que esta esperando— respondió susurrando y abrí mis ojos. No creo que le haya dicho nada a su padre ni lo del maldito de su ex, ni sobre su bebé.

—¿Y si se enoja conmigo?

Subió y bajo los hombros.

—Tu fuiste el que se quiso presentar como su prometido— respondió sin más. Iba a hablar cuando mi hija apareció y le alzó los brazos a mi amigo para que la cargara. Él con mucho gusto lo hizo y me puso el plato de comida en una mesita —Ahora, si me disculpas señor "prometido" tengo que jugar con mi hermosa sobrina.

Se fue hacia el patio donde habia otros niños de la familia de Ana jugando. Por suerte tenian aproximadamente la misma edad de mi pequeña y todos jugaban mientras los adultos charlaban en sus asuntos. Mi vista buscó a Ana y ella estaba hablando con su padre, que por su mirada algo furiosa, deduje que le había dicho lo de su ex y ella fue abrazada por su padre. No pude seguir deduciendo lo que pasaba cuando recibí una llamada.

Era el encargado del hotel en México.

—Señor Hernández— respondí.

—Reynolds— dijo —He visto como avanzó el proyecto de los baños y dejame decirte que ha sido un éxito grandioso.

—No hay de que, señor.

—Por eso mismo, quiero darte dos boletos para que tu y tu prometida vengan cuatro días al hotel.

—¿Prometida?— murmuré desconcertado.

—Si, me enteré tu futura suegra tuvo un accidente, mi más sentido pésame— respondió afligido —Y una de los familiares les dijo a la prensa que te casarías con su sobrina.

—De hecho...

—No digas más. Tu futura mujer necesita algo de tranquilidad y tu la acompañarás en el proceso. Mi secretaria mañana les mandará los boletos para que el lunes a primera hora estén en el aeropuerto.

Colgó la llamada y me quedé pensativo un rato.

Me habia olvidado de la prensa amarillista que rodeaba la funeraria y de la, ahora, insoportable tía de la chica que me gusta. Ahora todos piensan que seremos un matrimonio y jugaremos a la familia feliz. Pero en mi mente me servía un poco la idea, porque así el bebé de Ana pasaría a ser un Reynolds más y nadie sabría de quién era realmente. Yo al bebé de Ana lo trataría como un hijo más.

Las horas pasaron como arena entre los dedos y ahora quedabamos mi familia, Paul, Ana y su padre. Mi hija estaba dormida en los brazos de su abuela mientras que los demás nos enfrascamos en la conversación del bebé, la denuncia y la boda.

—No creo que sea correcto lo de la boda, Alex— habló Ana —Ya bastante haces con ayudarme con lo de Delton.

—Estoy de acuerdo con mi hija— respondió su padre —No es necesario que hagas eso— le dije que me podía hablar de tú sin ningún problema.

—Yo haré lo que sea por su hija porque me gusta— respondí sin más.

—Pero no tiene que ser de esta manera— habló la castaña —¿Sabes lo dificil que es no pensar en que lo haces por lástima?— sus ojos empezaron a empañarse y sus labios se curvaron un poco —No quiero que me vean con pena, ni se acompasen de lo que pasó.

Se fue sin más a su habitación mientras lloraba. Los demás me dedicaron una mirada diciendome idiota entre líneas.

¿Qué esperabas? ¿Un premio? Me regañaba mi conciencia.

—Hay modos de hacer las cosas y este no fue uno de ellos, hijo— habló mi padre —Sabes que para ella es difícil esto y que le digas como si nada que se casarán es algo radical.

—Entiendo que sientas algo por mi hija— respondió el padre de Ana —Pero si en verdad la quieres, deberás demostrarlo de la manera correcta.

—¿Qué se supone que haga ahora?

—Que te parece hablar las cosas con Ana— respondió obvio mi mejor amigo —O aunque sea consolarla con un abrazo porque esta afectada por tus estúpidas decisiones de arrebato.

Rodé los ojos y subí a la habitación de la niñera de mi hija para ver como estaba. Entré después de unos segundos y observé que estaba boca arriba quejándose en voz alta.

—Enserio lo quiero, pero aveces sus decisiones me abruman.

Y de pronto una voz femenina se escuchó.

—Aveces eres muy dramática, Ana.

—Wow. No lo sabía— respondió sarcástica —¿Que hago?

—Habla con él, Ana. Si dices que te quiere bien, comprenderá tu punto de vida.

—Enserio, muchas gracias por ayudarme, prima. Saludame mucho a mi primo, mi tía y la pequeña mantecada.

—Igual, Ana. Nos vemos pronto, bonita.

—Adiós, Karen.

—¿Me quieres?— hablé cuando entré por completo a la habitación y ella se sobre saltó que me arrojó una almohada del susto.

—¿Desde hace cuanto tiempo estás ahí?

—No mucho, solo escuché el final— respondí tomando asiento a su lado —Ana, lo siento, no debí presentarme de esa manera con tu familia, perdóname.

—Descuida, se que quieres ser un caballero pero también no se si este lista para iniciar algo.




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