Tortura a los 16

XXVIII

[...]

Al fin la familia de Gema salió de la habitación y la Sra Park se dirigió hacia él.

—James, Gema quiere verte—Exclamó aún con lágrimas en sus ojos.

James aún no sabía cómo procesar toda la información y lo único que salió de su boca fue:

—Creo que es mejor que ella descanse, mañana vendré a verla a primera hora— Definitivamente la respuesta no fue la adecuada, pero el chico necesitaba hacer algo antes de poder verla.

El ojimiel se dirigió a su casa junto con sus padres y al llegar se encerró en su habitación, para intentar aclarar sus pensamientos los cuales estaban pensando el peor escenario.

Los días pasaban y el chico ni siquiera salía de su habitación su madre le llevaba comida, la cual apenas y tocaba y al verlo lo encontraba  llorando siguiendo en un estado de negación, su padre intentaba hablar con él y hacerle entender que debía estar junto a su amiga y para no lamentarse después si algo pasaba, pero el simplemente no escuchaba razones así que optaron por dejarlo procesar las cosas unos días más.

Un miércoles sus padres decidieron que ya era tiempo de que regresara a la escuela para evitar que siguiera perdiendo clases y atrasar su desempeño escolar.

El iba a la escuela, sin poner mucho entusiasmo aguantando las preguntas de todos sus compañeros y las miradas de lástima que estos le daband, llegaba a casa y se encerraba en su habitación a seguir sumido en su desesperación.

Un día él se encontraba con sus auriculares puestos con el volumen lo más alto posible, para evitar escuchar a sus padres  y mientras cambiaba las canciones del playlist que compartía con Gema la canción “when night falls” comenzó a resonar en sus oídos y las lágrimas no tardaron en volver a salir, en ese instante se dió cuenta de que la necesitaba y que pasara lo que pasara él debía de estar junto a ella hasta el último minuto, así que salió corriendo de su habitación y a paso decidido fue a la habitación de sus padres a decirles que lo llevarán a ver a Gema pero, por desgracia ya era muy tarde para eso y la hora de visitas había terminado.

James se fue cabizbajo a su habitación y comenzó a planear una pequeña sorpresa para intentar compensar su ausencia todos estos días.

Narra James:

He pasado días sintiéndome como la devlin, pensando en que debería decirle a Gema o como debería tratarla y esa es la razón por la que preferí evitarla, pero sé que le estoy haciendo más daño a ella y a mi.

Estar esta semana encerrado llorando me ha hecho darme cuenta de la realidad, de que ella no necesita que le diga nada, ni que intente compadecerla, lo que ella quiere es tener a alguien en quien apoyarse y yo simplemente fallé en mi tarea de protegerla.

Le dije a mis padres que debía ir a verla y dijeron que mañana a primera hora iría al hospital ya que ahora aunque quisiera el horario de visitas había finalizado, desganado me fui a mi habitación con la intención de planear una pequeña sorpresa, pero al ser tarde y estar casi sin energías caí dormido al instante de tocar mi cama.

Abrí mis ojos y no me encontraba más en mi cuarto, si no que estaba en aquel árbol tan especial, el cual Gema y yo fotografiamos tiempo atrás.

Pensaba que esto era un sueño, pero se sentía tan tangible que llegué a pensar que era real, escuchaba una voz conocida llamándome y cuando me di cuenta de quién se trataba quedé atónito.

—¡Hey James! Estuve intentando hablar contigo desde hace semanas— Estaba helado completamente, ya que esto no es real, ella ya no está en este mundo.

— ¿Eres tú?— Pregunté desconfiado — Kenia ¿En verdad estás aquí?

— No tengo mucho tiempo, pero tú y yo debemos hablar, así que siéntate aquí— Señaló un par de columpios exactamente iguales a dónde jugábamos de pequeños.

Me senté y las lágrimas salían de mis ojos.

— Por favor, dime que esto es real

— Esto es más real que tu propia existencia, pero no hay tiempo de preguntas— Su voz se oía desesperada. —Gema necesita de ti, prometiste cuidarla y solo he visto como te haz acobardado.

— Lo siento, es solo que estoy asustado, no quiero perderla.

— James, Gema aún tiene mucho tiempo, pero no sabes cuánto te queda a ti, tu promesa fue protegerla y al hacerlo debes protegerte a ti mismo.

—¿A qué te refieres?— Exclamé asustado.

—No puedo decirlo, solo vine aquí a ayudar a qué recapacites y dejes tu actitud de lobo solitario, vienen cosas fuertes y debes estar bien para ayudar a qué Gema no se pierda.

— Te he extrañado tanto— Dije llorando aún más.

— Yo los extraño cada día de mi vida, pero entiendo que era mi momento de partir y estoy bien, siempre los estaré cuidando y observando cada hora del día.

Su imagen se iba desvaneciendo cada segundo.

— Gema te extraña, hizo un libro sobre ti y se que llora cada noche aunque no lo quiera admitir.

— Por favor, dile que deje de llorarme, dile que yo estoy en un lugar de luz y que algún día volveremos a vernos y que es la mejor escritora de todos los tiempos.

La abracé con fuerza mientras seguida desapareciendo.

— Le diré absolutamente todo— Mi voz se hacía más pequeña con cada palabra.

—James promete que la cuidarás siempre, ustedes dos están destinados a estar juntos.

—Lo prometo— Al decir esas palabras Kenia desapareció y yo desperté nuevamente en mi habitación, bastante exaltado pero con una sonrisa en mi rostro.

Justo en ese momento mi madre entro por mi puerta con la intención de levantarme y lo único que pude pronunciar fue:

— Mamá, vi a Kenia anoche y dice que está bien.

Mi madre solo sonrió y vi como una lágrima bajó por su mejilla.

—James— Ella seguía atónita
—Espero le hayas dicho que todos la amamos.

—Se lo dije y le prometí que yo cuidaría a su familia con mi propia vida.

Mi madre me abrazó y salió de mi habitación, dándome la indicación de que me vista.




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