Tortura a los 16

XXXI

Los días seguían pasando y solo podía limitarme a mirar a través de la ventana de la habitación, con la esperanza de que James llegara a verme.
Miraba el teléfono cada segundo con la ilusión de que me mandara algún mensaje de ánimo pero eso nunca pasaba. Me limitaba a intentar demostrar fortaleza durante el día y llorar durante las noches, cuando Violet venía a visitarme era cuando podía soltar todo lo malo que pasaba por mi mente, si mi madre se acercaba a preguntarme cómo estaba fingía una sonrisa ya que lo que menos quería era que ella se preocupase por mi ya que después de perder a su hija mayor tener la probabilidad de que la menor también pueda morir no es algo tan fácil de asimilar.

Hoy era miércoles, un día más encerrada en esta cárcel de color perla, habíamos intentado adaptar la habitación así que pegamos algunos posters de mis bandas favoritas y tenía a mi alcance las cosas que pudiese necesitar.
Me había dado por vencida sobre que James viniera a verme, quizás nuestra amistad no era tan fuerte como pensaba, según Violet muchas chicas se le acercaban y la mera idea de verlo con alguien más hace que en mi pecho crezca una sensación de vacío, la cual quizás sea mi imaginación o la cosa que quiere matarme ya que no pueden ser celos, el y yo solo somos amigos y es lo único que seremos hasta que esto logre matarme.

Notaba a todos muy extraños, mi madre hacia llamadas muy continuas, salía y entraba de la habitación cada cierto tiempo, sentía que todos sabían lo que estaba pasando menos yo y eso es algo que me molestaba así que hablaría con mi madre para descubrirlo.

—¡Mamá!

—¿Qué ocurre cariño? ¿Te sientes mal? ¿Llamo al médico?

—Estoy bien, es solo que quiero saber que devlin está pasando.

Mi madre no pudo responder y tuvo la buena suerte que la enfermera entró en ese momento.

—Buen día señora Park, debo llevar a Gema a hacer los estudios del día.

Sin más que decir fuí sacada de mi habitación en contra de mi voluntad sin saber que estaba ocurriendo.

No estoy segura en qué momento volví a la habitación, pero a lejos escuchaba una canción que significa mucho para mí, abrí mis ojos y me encontré con globos, serpentinas y sobre todo con James parado frente a mi, me encontraba atónita y bastante confundida sobre lo que estaba ocurriendo.

—Sorpresa mi niña bonita— Su voz temblaba demasiado, lo cual es raro en él ya que siempre es muy seguro al hablar.

— ¿Qué es todo esto James?— Exclamé en un tono tanto sorpresivo como ligeramente frío para demostrar que estaba enojada con él.

—Primero, antes que digas alguna cosa y termines sacándome a patadas de aquí, quiero que tú me escuches. ¡No! No solo tú, necesito que todos me escuchen.

El silencio se hizo presente y procedió a continuar hablando.

—Pasé una semana bastante mala, estaba asustado por qué en el momento que el doctor habló, lo único que pasó por mi cabeza fue que podría perderla.
Que podría dejar de ver esos ojos verdes que me vuelven locos.
Que podría dejar de oir esa risa que tanto me gusta.
Y sobre todo que podría perder a la única persona que me hace sentir vivo— Todos me miraban extrañados por lo que acababa de decir, pero debía continuar antes de que esto me consumiera por completo.

—Pase toda la semana pensando que debería hacer, pero anoche mientras dormía tuve una visita algo inesperada, la cual tiene un mensaje para todos ustedes— Todos estabamos absortos en su voz, algunos se encontraban muy confundidos, mientas que otros se encontraban hilando los puntos para entenderme.
—Anoche Kenia vino a verme y me dijo que ella estaba bien, que Gema estaría bien pero, me advirtió que debía pasar todo lo que pudiera con mis seres queridos ya que yo no sabía si mi tiempo en este mundo será largo, quizás podría morir mañana y aún en el otro mundo sería infeliz y me culparía por no haber estado con Gema cuando más me necesitó.

Algunos lloraban y otros tenían una sonrisa en su cara yo estaba congelada, no esperaba esto y no estaba segura de cómo reaccionar así que solo seguí lo que mi mente me decía que hiciera.

—¿Viste a mi hermana?— Pregunté con lágrimas en sus ojos y le indique que se sentara a mi lado.

—Si, por cierto dice que leyó tu libro y dijo que te mencionara que eres la mejor escritora de todos los tiempos, también dijo que dejes de llorar todas las noches por ella, que está bien Kenia dijo que es feliz y que ahora es libre. También dijo que quiere que seas feliz y que necesitas recuperarte por que vienen cosas difíciles y te necesita fuerte para afrontar todo lo que ocurrirá.

No sabía cómo esto era posible, pero sabía que James era sincero.

Después de las palabras de James, todos se retiraron dejandonod solos para poder hablar tranquilamente sin interrupciones

—Gema, te amo.

—Lo sé, yo igual te amo y como no hacerlo, eres mi mejor amigo.

—Bunny, no me refería a ese tipo de te amo— Estaba confundida y algo avergonzada a la vez.

—James, no entiendo ¿A qué te refieres?

—A esto— James se comenzaba a acercar cada vez más a mi rostro, nuestras respiraciones chocaban, nuestros corazones latían al mismo ritmo, sentía que en el mundo solo éramos el y yo, que no estábamos en un hospital y que yo no estaba en peligro de morir, era todo perfecto hasta que la puerta se abrió de golpe dejándome ver a la persona que menos esperaba ver.

James se levantó de golpe y se puso frente a frente con el intruso, mirándose con una mirada que si estás mataran te dejaría veinte metros bajo tierra, con pase directo al infierno.
Yo por mi parte no pude hacer más que oprimir el botón por qué cuál llama a las enfermeras, con la intención de que sacará a esa repugnante persona de mi habitación.

—¡Gema! Debes escucharme, ¡él está planeando algo horrible y yo ya no puedo detenerlo!

—¿Qué demonios haces aquí Alisson?
¿Quieres ver cómo estoy muriendo? O ya sé, ¡Seguro quieres decirle a tu gran primo Emmanuel qué no tuvo que hacer nada más por qué el karma es algo genial conmigo y me quiere matar!— James tomaba mi mano para intentar relajarme.




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