Touchdown

CAPÍTULO UNO

ALEXANDER ROUX

El sudor se vertía por mi rostro y mi espalda. El entrenamiento de campo que había soportado sólo pateó mi perfecto trasero una vez más. Me apoyé contra la pared del vestuario, se sentía fría contra mi espalda y el agua congelada en mis manos era refrescante pero eso no ayudaba para nada a bajar mi temperatura. Estaba caliente y sudoroso, y fui golpeado y tirado al suelo tantas veces que probablemente había devorado la mitad del césped del campo de juego.

Estaba agotado y no estaba de ánimo para la maldita fiesta de esta noche. Lo que realmente quería hacer era tomar una ducha de agua fría, irme a casa, pedir una pizza y sentarme en mi sofá para ver una serie en Netflix. En su lugar, tenía que ponerme un esmoquin y sonreír, y pasar el rato en un salón de baile con el resto de mi equipo, los New York Giants de la Liga Nacional de Fútbol.

Habría fotógrafos, cámaras de televisión, probablemente algunos fanáticos gritando mi nombre y seguramente una horda de personas queriendo llamar mi atención. Años atrás habría sido el alma de la noche. Ya no era así. Desde que me había visto envuelto en un escándalo hace cuatro meses, al ser visto besando a otro hombre en las puertas de un motel, ya no soportaba mucho lo que conllevaba ser una reconocida estrella del deporte. Las preguntas constantes, el intenso escrutinio, la pérdida de privacidad... me tenía agotado física y emocionalmente. Pero la atención de los medios era bueno para los negocios y mi carrera.

Me quité la camiseta de entrenar y la arrojé al suelo, me quité los protectores y exhalé un suspiro de alivio, después tomé una toalla y me sequé el sudor del rostro. Me desate el cordel de los pantalones, me bebí toda el agua y fui al dispensador para volver a llenar la botella. Fue entonces cuando escuché una voz fuera de la habitación. Una voz tan profunda y masculina, que hizo que mi polla temblara en mis pantalones. Curioso por el hombre que me había provocado una reacción tan rápida y fuerte, abrí la puerta y vi a un sexy pelinegro de pie a unos metros del pasillo, girando en círculos y murmurando para sí mismo.

Hombre, era toda una visión con su traje de negocios pegándose perfectamente a cada músculo de su cuerpo, sus largas piernas estaban enfundadas en unos pantalones grises, y una camisa blanca se pegaba a los músculos de su espalda y un apretado chaleco hacía que su cintura pareciera diminuta. La chaqueta de su traje colgaba de su brazo y su corbata azul claro estaba perfectamente anudada en su cuello. Tenía el cabello corto perfectamente peinado hacía atrás con algún producto. Sus zapatos estaban bien lustrados. Era tan correcto y formal, que me causaron sucios pensamientos sobre como quitarle sus muy bien planchados pantalones y ponerme de rodillas para convertirlo en un desastre.

—Debí haber ido a la derecha. Sabía que era a la derecha. Imbécil, ahora estarás perdido en este laberinto para siempre y serás despedido.

Me apoyé contra la puerta mientras él miraba por el largo pasillo, golpeando su maletín contra su muslo y murmurando algo más.

—¿Dónde diablos esta la oficina principal, de todos modos? No puede estar en el maldito sótano de este lugar.

—No, no esta aquí abajo.

El hombre se volvió aparentemente avergonzado de ser atrapado hablando consigo mismo y maldiciendo en voz alta. Sus ojos verdes se abrieron por una fracción de segundo, después se dirigió hacia mí rápidamente.

—Oh. Gracias a Dios. Un ser humano. ¿Puedes ayudarme? Estoy completamente perdido.

—Claro. Necesitas ir a la oficina principal, ¿no es así?

—Sí.

Él se detuvo frente a mí, y olía tan malditamente bien, a fresco y terroso, muy masculino y seductor. Y eso me hizo avergonzarme, porque estaba seguro de que yo no olía a nada atractivo.

—Gira a la izquierda, luego en el primer pasillo a la derecha. Encontrarás los ascensores allí. Aprieta el botón del piso superior. Al bajar, gira a la derecha y ve al final del pasillo. La oficina principal está allí.

Me estudió con atención, luego me dedicó una amplia sonrisa. Lo que lo hizo verse aún más atractivo.

—Hombre, eres mi héroe. Tuve miedo de perderme aquí para siempre y nunca tener estos contratos firmados a tiempo. Tengo que correr. ¡Gracias!

Él se volvió sobre sus talones y corrió prácticamente por el corredor. Mis ojos bajaron hacia su perfecto trasero de burbuja. Era un hombre hermoso y sexy, el tipo de hombre que siempre me llamaba la atención. Era alto, esbelto y en forma, muy masculino. Era totalmente mi tipo. Tal vez por eso no podía dejar de mirarlo.

Maldita sea.

No me había molestado en presentarme, ni conseguir su nombre o su número de teléfono. Era una pena porque podría haber jurado que hubo una chispa de interés en sus ojos.

Por otra parte, podría haber sido sólo mi imaginación. Todo en aquel hombre había gritado heterosexual. Era estúpido desear que fuese gay o bi, como yo. El hombre incluso podría estar tomado. Sacudí la cabeza al pensar en lo ridículo que estaba siendo por sentir tanta atracción por un tipo que no conocía.

Necesitaba un bofetón de agua fría para bajar mi temperatura corporal y dejar de pensar idioteces. Hoy estaba haciendo demasiado calor y eso estaba afectándome. Volví a entrar en el vestuario, agarré mi toalla y me dirigí a las duchas.




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