Touchdown

CAPÍTULO CUATRO

DEREK HAYES

Alexander no dijo mucho en los pocos segundos que transcurrieron mientras apoyaba su barbilla en mi hombro y sus manos se apretaban en mis caderas. Solo parecía contentarse con estar pegado a mí mientras mirábamos por la ventana.

—¿Esto esta bien? — preguntó.

Espere que la incomodidad me llegara, pero no fue así. Había algo especial en él, algo que había notado desde el principio, y no tenía nada que ver con su carrera o quien era, sino todo que ver con quien era como persona. Realmente me gustaba Alexander, me gustaba más de lo que ninguna otra persona lo había hecho en mucho tiempo.

—Sí.

Debido a que tenia todo el fin de semana para mí mismo después de mucho tiempo, ¿por qué no disfrutar de su compañía?

—¿Quieres un poco de vino? — Alexander me soltó y dio un paso atrás —. Me lo trajeron antes. Creo que a todos nos lo dieron como agradecimiento por parte del hotel.

—Me encantaría una copa.

Abrió la botella y vertio un poco en una copa, y me lo entregó. Tomé un sorbo, se sentía suave y agradable al paladar.

—Esta muy bueno, ¿tú no tomarás?

—Soy más del tipo de cerveza.

Me eché a reir.

—Yo también.

—¿Sí? Estas vestido como un hombre de vinos.

Bajé la mirada para verme. Llevaba unos pantalones negros, la camisa blanca a medio abrochar y mis zapatos negros. Mis ojos fueron a mi chaqueta de doble botonadura y la corbata negra sobre el sofá. Sabía que ese traje me sentaba bien y por eso era mi favorito.

—Sólo uso traje en el trabajo. Créeme, no hay vinos costosos en mi casa. Solo cervezas y refrescos.

—¿Pizzas y comida china?

Me eché a reir.

—Dos de mis favoritos. Siento decirte que la elegancia sólo sale como parte del trabajo. Por lo general me encontrarás descalzo, en pijama y con el cabello revuelto.

Él examinó mi cabello perfectamente peinado.

—¿Así que tu peinado con gel no es una norma para ti?

—No. Sería un infierno hacer esto cada mañana.

Sus ojos encontraron los míos.

—Creo que te verías muy bien con tu cabello cayendo sobre tu frente.

—Así es como lo llevó normalmente.

Tomé un sorbo de vino y trate de no mirarlo abiertamente, pero era condenadamente difícil, teniendo en cuenta que estamos los dos solos en esta habitación con una hermosa vista a la ciudad. Miré por la ventana, todavía preguntándome que diablos estaba haciendo aquí con Alexander Roux. Él volvió a pegarse a mi espalda y mi cuerpo se estremeció.

—Eres un hombre muy atractivo e interesante, Derek. Me gustaría conocerte.

Me volví hacia él, deseando que nunca conociera a mi verdadero yo. Pero él nunca lo haría, porque el Derek real estaba a años luz de distancia de aquí.

—Por lo general no voy con alguien que apenas conozco a una habitación de hotel. No importa que tan atractivo sea.

Él sonrió.

—¿No? Maldita sea, y yo que pensaba que ya te tenía asegurado.

Todo lo que decía me hacía reír o me excitaba. Tenia que haber alguna grieta en este encantador hombre. Todavía no había visto ninguna. Y estaba comenzando a pensar que tal vez no la tenía.

—Realmente creo que deberías haber buscado a alguien más dentro de ese salón de baile. Alguna modelo o un actor. Alguien que...

—No estoy interesado en ellos. Tienen agendas — me interrumpió.

—¿Qué te hace pensar que yo no?

Él negó con una sonrisa curvando sus labios.

—No tienes otras intenciones. No estas interesado en conseguir nada de mí. Ni de mi fama.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque he ido por ti. Tú no viniste a mí.

—Tal vez hacerme el desinteresado fue parte de mi malvado plan para atraerte.

—No creo que haya una maldita cosa mal sobre ti. Así que es difícil de creer que eso sea cierto.

—¿Crees que soy alguien inocente?

—Sí.

—Bueno, no lo soy.

Él tomo mi copa y la puso sobre la mesa de café, después agarró mis caderas y tiró de mí más cerca.

—¿Es eso cierto?

Un calor líquido corrió por mis venas, erizando mi piel por los deseos y emociones que no había sentido en demasiado tiempo. Normalmente me cerraba al conocer a alguien. Estaba demasiado ocupado. Tenía muchas otras prioridades. Justo ahora no había otra prioridad, excepto la sensación de tenerlo más cerca. Me incliné hacia él mientras mis manos recorrían su pecho.

—Soy muy atrevido.

Sus manos se deslizaron lentamente hasta mi trasero, y el fuego que se había avivado empezó arden aún más, consumiéndome. Había un chisporroteo entre nosotros. Sería un imbecil si me alejaba de esto, podría disfrutar de esto, aunque fuera sólo por una noche. Y eso era todo lo que podía alguna vez tener... solo una noche, de modo que ¿porque no dejarme llevar cuando tenía la oportunidad? ¿Quién sabía cuando algo tan bueno sucedería de nuevo? Con la forma en que mi vida estaba estructurada, probablemente nunca. Y siempre tendría el recuerdo de esta noche caliente cuando mirara hacia atrás.

—No te he traído aquí para seducirte y llevarte a mi cama, Derek. Solo quería pasar más tiempo contigo.

Mis manos se posaron detrás de su nuca para acercar esos bonitos labios a los míos.

—Soy yo quien esta tratando de seducirte. Tú no quieres herir mis sentimientos al rechazarme, ¿verdad?

Sus labios se curvaron contra mi boca.

—Yo nunca lo haría.

—Entonces bésame, Alexander.

Vi una chispa encenderse en sus ojos mientras se inclinaba hacia mí y apretaba sus labios en los mios. Ah, el contacto de su boca contra la mía se sentía demasiado bien. Una exposición de calor y fuego líquido me derritió desde el interior hasta fuera. Oh, wow, era todo lo que había imaginado que sería y mucho más. La suavidad y la atracción brotaba mientras sus labios rozaban los míos, y luego el poder de su boca profundizó el beso. Su lengua se deslizó entre mis dientes para encontrarse con la mía mientras sus manos apretaban mi trasero y tiraba de mis caderas contra la suya.




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