CAPÍTULO CINCO

ALEXANDER ROUX

No había mentido acerca de mis intenciones de traer a Derek a mi habitación; tenía muchas ganas de pasar más tiempo hablando con él. Pero obviamente, él quería algo más que eso y estaba malditamente de otorgarle lo que quería. Sus labios tenían sabor a vino y a menta, y su lengua luchando con la mía por el control reforzaba mis bolas en un doloroso nudo.

Y Derek estaba tan excitado como yo, su boca moviéndose en la mía, con su cuerpo pegándose al mío, sus caderas frotándose contra mi polla dándonos la fricción necesaria para gemir en la boca del otro mientras sus manos desabrochaban los botones de mi camisa. Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. Me pregunté si podía sentirlo, si se reiría de mí porque estar tan atrapado en esto. No es como si fuese mi primera vez. Las mujeres y los hombres se lanzaban a mí constantemente. Debía estar un poco cansado de todo este asunto. Pero él era tan diferente de las otras personas con las que había estado. Fresco y emocionalmente y... normal. Él separo sus labios de los míos.

—Tú corazón está latiendo muy rápido — él deslizó su mano por mi pecho —. Pensé que era solo yo, quien estaría entusiasmado por esto.

Arqueé una ceja.

—¿Crees que no estoy afectado por tu beso?

Él se encogió de hombros, pero sus caderas empujaron contra la mía y su longitud se frotó nuevamente contra la mía, haciéndome gruñir.

—Oh, sé que te afecto pero, ¿por qué? Probablemente besas a alguien diferente cada día.

Me eché a reir, después me precipité con él al sofá.

—No todos los días. Y no cualquier persona.

Él se deslizó para estar a horcajadas sobre mi regazo.

—Ah, cierto. Soy especial.

Mis manos subieron por la parte posterior de sus muslos.

—Lo eres.

—¿De qué manera?

—No eres famoso.

Derek inclinó la cabeza hacia atrás y se echó a reír, entonces se dejó caer sobre mi regazo y su trasero se frotó contra mi entrepierna.

—Oye, seguro que sabes como dar cumplidos.

Él sujetó mi cuello y se inclinó, con su pecho pegado al mío. Tenía muchas ganas de pasar más tiempo hablando con él, para demostrarle que no estaba principalmente interesado en meterme en sus pantalones. Pero con su cuerpo contra el mío, sus caderas moviéndose sensualmente sobre mí, dejándome inhalar el olor de su colonia, algo dulce y terroso que me hacía querer lamer su piel, pensé que me estaba volviendo loco. Realmente quería entrar en sus pantalones. Mi mano se deslizó por su pecho, recorriendo el camino a través de sus músculos cubiertos por su camisa. Metí la mano por debajo, sin duda prefiriendo sentir su piel. Derek tembló y se acercó, como si quisiera estar lo más humanamente cerca posible.

Oh, si. Este solo era el calentamiento. Estaba dispuesto a entrar en el juego ahora. Me acerqué y comencé a desabrochar los botones de su camisa. Él inclinó la cabeza hacia atrás y apartó su boca de la mía.

—¿Tienes prisa?

—No. Estoy tomándome mi tiempo.

Pasé mis manos por su delgado estómago, arrastré mis dedos sobre sus pezones, luego se zambulleron en su cabello.

—Decidido a destruir mi impecable apariencia, ¿no es así?

—Te verás más hermoso y yo caeré de rodillas por ti.

—Mmmm. Tú de rodillas para mí suena bastante bien.

Mi polla se sacudió ante la idea de convertirlo un desastre suplicante por mi boca y mis manos.

—Haré todo lo que me pidas — susurré.

Sus labios se curvaron.

—Eres muy bueno en esto.

—¿En desnudarte?

Derek se rió.

—No, no eso. En las líneas.

Negué con mi cabeza.

—No hay líneas. Lo juro. Eres increíble.

Él se veía como que no me creía. Obviamente, nadie le dijo últimamente lo impresionante que realmente era. Una lástima, puesto que la honestidad y el calor en sus ojos podía hacer que cualquier persona hiciera lo que sea por él. Abrí el último botón de su camisa y la separé, dejándola colgada precariamente de sus hombros.

—Eres tan sexy — me incliné para apretar mis labios sobre su clavícula e inhalé su masculino aroma —. Hueles muy bien.

Él rió, y el sonido vibró contra mi pecho.

—Me baño dos veces al día.
Me reí. Sí, este hombre podía gustarme en serio.