13 de agosto de 1790 baile real y coronación a la princesa Leticia
Frente a la puerta de madera me detengo, puedo escuchar las risas y la música, todos están celebrando mientras mi corazón arde por dentro, hoy es la coronación de la princesa, mi hermana al fin será tomada en cuenta en la corte.
Pero no vine a celebrar con ella; abro la puerta lentamente, el chirrido alerta a todos en la sala y con la frente en alto camino hacia el rey. Puedo escuchar los cuchicheos de las mujeres vestidas con vestidos elegantes y extravagantes, pelucas y maquillaje. La piel se me pone de gallina cuando estoy frente al rey, pero no me puedo acobardar ahora.
- ¿Qué haces aquí Elisabeth?- preguntó con curiosidad- ¿no deberías estar bailando ballet en Rusia?
- hola, padre- saludé sin emoción- si supieras mi itinerario, supieras que mi presentación fue hace una semana, y que hoy empezaban mis vacaciones, por ende, estaría de regreso lo antes posible en el palacio real.
Todas las miradas puestas en mi y en mi largo vestido rojo con perlas en la parte inferior.
- bueno, únete a la fiesta, dentro de poco vendrá tu hermana y será coronada princesa- invitó levantando su copa.
- estoy buscando a un chico- dije mientras veía a todos de reojo- él es tallador de piedra, fue contratado para hacer la escultura que está en el jardín, ¿Sabes de quién hablo?
- en este palacio no se nombra a ese vagabundo- recordó- y no quiero que te acerques a él.
- ¿Entonces está vivo?- pregunté mientras me daba media vuelta.
- no lo he vuelto a ver desde aquella noche- respondió- ¿A dónde vas?
- a mi habitación- hablé de espaldas a él- estoy muy cansada, el viaje fue largo, voy a descansar.
Salí sin darle oportunidad de responder, subí a mi habitación rápidamente.
- señorita Elisabeth- una voz femenina me interceptó- yo sé dónde está ese muchacho.
Era Berta, la cocinera del palacio, y también mi abuelita.
- ¿a dónde abuela Berta?- indagué
- no puedo decírtelo aquí- dijo encogida de hombros- encuentrame en el establo a media noche.
Asentí y seguí subiendo.
Al cerrar la puerta de mi habitación con llave las lágrimas salieron sin control, me ardía el pecho y tenía la piel erizada. ¿Dónde estás? Sé que mi padre tiene algo que ver en todo esto. ¿Qué me ocultas padre?
- eres una estúpida- le dije a la chica reflejada en el espejo- ¿Cómo pudiste irte y dejarlo aquí?
Me froté la cara con una servilleta regando mi maquillaje por toda mi cara. El labial se unió con la base y el polvo, el color negro de mis ojos se regó por mis párpados y mis pestañas las arranqué y las lancé al suelo.
- eres una estúpida, estúpida y una tonta- levanté un pincel con la mano apuntando al espejo- eres la peor mujer de este mundo, egoísta y ambiciosa, por tu culpa él está...
La verdad es que no sabía dónde estaba exactamente, aquella tarde, antes de irme, me suplicó que no lo dejara, pero yo solo pensé en mi y lo dejé para irme a Rusia.
- si algo le pasa- con el dedo de la mano izquierda apunté al espejo y con la otra mano lo amenazaba con un pincel de hierro- será tu culpa, será tu culpa, ¡Toda la culpa recaerá sobre tí!
La impotencia y la furia se apoderaron de mi, sin pensarlo golpeé el espejo con el pincel, el sonido de los cristales cayendo me estremecieron los oídos y me desplomé en el suelo a llorar.
La sangre recorría mis manos, salía de las pequeñas heridas que aquellos cristales habían provocado. Pero ese no era mi dolor.
El pecho me ardía cada vez más, mis pulmones se hacían pequeños y me costaba respirar. Me imaginaba lo peor.
fin du chapitre deux