Tourner Dans Le Vide

VIII

~•~
Carlos
~•~

¿Qué puede ser más perfecto que una escultura de piedra?

No es solo una escultura de piedra, es arte, es amor, es virtud; es algo hermoso que no todo el mundo valora.

Es lo que mi padre siempre decía. Todo lo que sé, es gracias a él, sus enseñanzas me llevaron a lo que soy hoy.

Mi obra de arte está casi lista, será presentada al público en unos días, ahora estará cubierta por una manta.

Las mejores obras son las de piedra, por eso medusa convertía a todos en eso.

La noche llegó acompañada de una luna llena muy hermosa.

Fui a la pequeña cabaña para ducharme.

El agua recorre mi espalda lentamente y siento un pequeño punzón en el pecho, me quejo por el dolor repentino, pero vuelve y caigo al suelo. Ahora sentado en la ducha pienso en mi madre; yo la dejé bien, estaba en buen estado, debo ir a verla, ¿Cómo saldré de aquí sin que me vean?

Salí de la ducha y me puse lo más cómodo que encontré.

Caminé apresurado a nuestro lugar de encuentro, un lugar donde no teníamos que ocultar nuestros sentimientos, un lugar en dónde podíamos ser nosotros mismos. Ella me ayudará a salir.

- señor tallador- dijo ella justo cuando llegué al centro del laberinto.

- princesa- hice una pequeña reverencia para luego besar sus nudillos.

Nos miramos por unos segundos, el tiempo se detuvo por un momento, no había más nada en el mundo que nosotros dos, éramos dos estrellas en un espacio muy grande, pero por más que nos quisiéramos acercar, nuestras galaxias eran diferentes y muy distantes. Pero todo eso fue olvidado cuando nuestros labios se juntaron.

Sus delicados labios juntos con los míos, rústicos y llenos de deseo por ella. Una dulce melodía llenaba el espacio, todos los problemas desaparecían, todo parecía tan... Fácil.

Nos separamos bruscamente y nos miramos a los ojos, sus ojos hermosos, con una profundidad inimaginable, ella es todo lo que siempre he querido, ¿Por qué anhelamos siempre lo prohibido?

- no quiero causarte problemas- rompí el silencio que, aunque no era incómodo, se sentía extraño.

- no causarás ningún problema, nadie se tiene que enterar de esto- respondió mientras me acariciaba la mejilla.

- pero te obligarán a casarte con ese príncipe- recordé.

- no me casaré- afirmó- él es muy buena persona cuando lo conoces, pero no está interesado en mi.

- ¿Cómo estás tan segura?- pregunté algo preocupado.

- tú solo confía en mí- ordenó dulcemente- por cierto, no sabía que eras italiano

Solté una pequeña risa- ¿En serio? Creí que tú padre te lo había dicho.

- no, me enteré después- confesó.

- Io sono italiano, mia ragazza- respondí.

- ¿y eso que significa?- preguntó acercándose lentamente hacia mi.

- lo sabrás luego- sonreí.

Nos dimos un beso, suave y tierno, pero luego la separé de mi.

- necesito salir del palacio- informé

- yo hablaré con mi padre para que te deje salir a primera hora mañana- aseguró.

- necesito salir ahora, es...- hice una pausa corta para suspirar- es mi madre, tengo un mal presentimiento.

Ella sin preguntar, asintió y me guío.

- sígueme- ordenó mientras caminabamos.

Salimos del centro del laberinto, dimos unas cuantas vueltas y llegamos a una parte sin salida.

- no hay más camino.

- espera- levantó su mano.

Tocó las paredes del laberinto, paredes de piedra forradas con plantas y flores. Después de varios toques y búsqueda con la mano encontró lo que parecía ser un orificio.

Se quitó un pequeño collar y con el dige que tenía forma de llave, abrió una gran puerta de piedra. Miré el gran pasillo oscuro con asombro.

- entra- invitó a lo que yo seguí.

Elisabeth encendió una antorcha alumbrando gran parte.

- ¿Qué es esto?

- un túnel, una escapatoria- explicó- a mi padre no le gusta que nadie salga de noche, menos cuando ya está dormido.

- si, me lo dijo varias veces- respondí.

- pero hay una razón detrás de eso- dijo- hace muchos años, cuando mi padre tenía más o menos mi edad, el palacio fue atacado, estaban en una cena familiar, toda la familia real estaba reunida, padres, tíos, hermanos, hijos y sobrinos- hizo una pausa- los guardias lucharon con todas sus fuerzas, consiguieron la victoria, pero dejaron muchos cadáveres atrás, casi toda la familia real murió, incluyendo al rey.

- si, conozco esa historia, la muerte del rey Andrés- informé- luego de eso fue coronado tu padre.

- exacto- me dió la razón- el palacio no siempre fue así de grande, no tenía este gran jardín, ni este laberinto- continuó explicando mientras iluminaba el camino- cuando mi padre tomó la corona, decidió expandir el palacio, y reforzar la seguridad para que su hija no tuviera que preocuparse por algún peligro, pero cuando expandió el palacio, creó varios túneles de escape por si en algún momento necesitabamos escapar, yo tengo la llave de dos, este en el que estamos y uno que está en mi habitación. Todos los túneles están bien ocultos y llevan a una cabaña en el bosque.

- ¡¿en el bosque?!- pregunté un poco alterado.

- si pero tranquilo, yo mandé a hacer otra salida hace unos dos años- explicó- mi padre no lo sabe, pero por aquí me escapaba todas las noches.

Llegamos a un punto en el que el túnel se dividió en dos.

- a la izquierda llegamos a la cabaña, y a la derecha salimos a la carretera, a unos cuantos metros del pueblo- dijo mientras abría la puerta que efectivamente daba a la carretera.

Caminamos a paso apresurado hasta la casa de mi madre, al entrar, la luz del pasillo que daba a la habitación estaba encendida.

Ahí estaba ella, acostada en su cama y el doctor la estaba revisando.

- ¡Carlos!- exclamó mi madre cuando me vió.

Se veía débil, estaba pálida, su piel estaba algo seca, sus ojos estaban apagados, y ya no tenía la misma energía de siempre.



#8722 en Novela romántica
#4529 en Otros

En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.