Tourner Dans Le Vide

XVIII

El olor de las flores me tranquilizaba, me hacía sentir feliz, libre, sin preocupaciones ni ocupaciones. El laberinto era mi lugar seguro, al igual que el jardín, un sitio donde no hay críticas, tampoco responsabilidades. Félix y yo habíamos salido a tomar aire fresco mientras todos estaban en la bodega bebiendo, celebrando mi compromiso. Esa idea me repugnaba.

Casarme, estar más encerrada que ahora, me enfurecía la manera en la que mi padre me quería tener controlada, siempre es la misma excusa. “una princesa debe hacer lo que sea por su reino, al igual que un rey” nunca pedí nacer aquí, hubiese preferido nacer en América, o siendo una negra, antes que vivir una vida como está.

Aunque supongo que si hubiese nacido allá y ahora mismo estuviera esclavizada, estaría diciendo estas mismas palabras pero al revés.

— ¿ya estás mejor?— preguntó él muy atento— estabas un poco pálida ahí dentro.

— si, es solo que toda esta idea del matrimonio me pone— me detuve ahí.

¿Cómo me pone? Nunca me había detenido a pensar ¿Por qué no quería reinar? Al ser reina podía hacer lo que sea... Ya lo sé, es él, Carlos, la idea de casarme con otro hombre no me gustaba, me enfurecía, pero a la vez me lastimaba, porque no quiero ser prisionera en mi propia jaula, si no fuera por él, quizá esta boda hubiese sucedido hace un par de semanas atrás.

Pero él, con ese carisma, con esa sonrisa, sus manos llenas de polvo y lastimadas de tanto trabajar, se llevó mi corazón y espero que no tenga intenciones de regresarlo. Quédate con él, cuídalo a toda costa, no dejes que nadie lo lastime, no debe ser dañado jamás.

— quiero verlo— lo miré, estoy segura que pudo ver la súplica en mis ojos— no puedo estar un segundo más alejada de él, ese chico que conocí por...

Nuevamente recuerdos vagos vienen a mi mente. Mi cabeza dolió. Pude escuchar a Félix preguntando si estaba bien. Más y más recuerdos vienen a mi.

Carlos y Elisabeth, ya nos conocíamos, nos vimos en Italia, bailabamos juntos. Caminábamos por las calles de Roma, nos escapabamos de mis guardias, salíamos a escondidas, me hacía feliz. Pero luego, un accidente, los caballos no estaban bien atados al carruaje y se soltaron, caímos por un acantilado, mi padre estaba muy herido y mi madre no paraba de llorar. Me sentía mareada y desorientada, todo estaba borroso.

— tengo... Tengo— tartamudee— tengo que ver a Carlos ya.

— pronto lo verás— respondió.

Me levanté y lo tomé del traje con lágrimas en los ojos.

— no lo entiendes— estaba alterada— él y yo ya nos conocíamos, nos amamos desde hace mucho. Pensé que solo había sido un sueño, que nunca había sucedido, pero realmente pasó— hice una pausa para soltarlo.

Mi pulso estaba acelerado, mis manos temblaban y sentí frío repentinamente. Por eso sentía una familiaridad con él, me sentí tan bien desde el primer día, desde aquella caída en el jardín cuando él me atrapó. Sus brazos tenían historia y mi mente no quería admitirlo.

— te llevaré con él después de la ceremonia— por fin Félix dijo lo que quería escuchar— pero debes ser paciente, tu padre no sabe que él sigue aquí en Francia.

Asentí con emoción y lo abracé.

Félix y Carlos eran tan diferentes, uno era trabajador, brusco, su piel áspera pero con un toque de serenidad. Mientras que el otro era delicado y sutil, con manos suaves, que desearías estar en ellas toda la noche, sus labios eran delicados y sensibles, simplemente era la diferencia entre la prisión cobriza y la prisión dorada. dos mundos diferentes, con reglas diferentes, pero algo en común, ambos mundos eran custodiados y ordenados por la misma persona. Un rey, un jefe, de cualquier manera que fuera nombrado, simplemente era lo que nos hacía iguales.

Al separarnos y mirarlo fijamente, mis ojos se llenaron de lágrimas, tenía un mal presentimiento, como si algo no estuviera bien y estuviera a punto de caer.

— ¿Y si te pasa algo?— rompí el silencio que había entre nosotros que, a pesar de ser un silencio prolongado, no era incómodo, era más bien tierno, seguro. Como si estuviera en el mejor lugar de esta tierra, cerca de la felicidad, dónde no hay problemas. Pero nuevamente venía a mi mente aquel tallador de piedra que me ha conquistado por completo.

Félix no respondía, solo me miraba. No podía diferenciar lo que podía ver en sus ojos, solo me regaló una pequeña sonrisa y limpió una de mis lágrimas. Esto que sentía por él era parecido a lo que Carlos me hacía sentir, seguridad, paz y felicidad. No estaba enamorada de él, pero aún así, a su lado era como si nada importara, como si, en el fondo, ambos hubiéramos aceptado nuestros destinos. Aunque estoy más que segura de que Félix no lo acepta, él tiene su historia que debe ser concluida, debe estar con el amor de su vida y seguir viviendo feliz hasta el día de su fin.

— prométeme que estarás bien— le tomé el rostro suavemente con ambas manos— debes vivir y ser feliz, ¿Puedes hacerlo por mi?

Ninguna palabra de su parte, pero sabía la respuesta, esta era nuestra promesa, me lo estaba jurando sin hablarme, será feliz.

— debes vivir por mi— continué, mi corazón se hacía cada vez más pequeño y mi respiración era lenta— se feliz por mi, no mueras. Hazlo por mi, no solo por salir de este lugar e ir con tu amado, también, para salvar el alma de esta ave que será prisionera por el resto de su vida.

— ¿perdiste ya la esperanza?— finalmente habló, con una pregunta que la verdad no sabía a ciencia cierta la respuesta.

¿En algún momento tuve esperanzas? Tal vez, solo me estaba engañando para olvidar el horrible destino que me espera, ¿Estaré feliz? No, definitivamente no, pero aprenderé a vivir con el sufrimiento y luego de fingir tanto tiempo la felicidad, simplemente saldrá sola y parecerá más genuina que la de cualquier persona en el mundo. No perdí la esperanza, ya que nunca la tuve, simplemente ahora más que nunca estoy aceptando mi destino.



#8722 en Novela romántica
#4529 en Otros

En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.