Tourner Dans Le Vide

XIX

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Félix
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Todo estará bien, ¿Todo estará bien? ¿Realmente todo estará bien? No puedo dejar de pensar en lo que pasará después que mi plan se lleve a cabo, Elisabeth podría sufrir. La verdad es que le tengo mucho cariño, más del que me gustaría admitir, ella es hermosa, es soñadora y testaruda. La verdad, si no fuera por este plan, agradecería que ella fuera mi esposa. Aún recuerdo la primera vez que escuché sobre ella.

— te casarás con la princesa Elisabeth— mi padre rompió el silencio— la conocerás pronto.

— ¿la princesa de Francia?— uno de mis hermanos preguntó.

Me sonaba ese nombre, ¿La conocía? Se que la he visto, debe ser un malentendido, ¿O no?

— ¿Qué no tiene quince años recién cumplidos?— Amaya habló con un tono brusco

El recuerdo se aclaró, era esa chica que vino hace dos años a bailar en apoyo a una escuela de ballet, no puedo casarme con ella, tengo treinta y tres años, es solo una pequeña.

— eso no es importante— repicó mi padre— lo importante es que tú hermano se case con una mujer hermosa, y vaya que ella lo es. No quiero que las personas en el pueblo empiecen a hacer especulaciones sobre que mi hijo es un putito.

Esas palabras se clavaron en mi pecho, siempre he sido la decepción de mi padre, cada vez que podía me lo recordaba, aguantaba las lágrimas sin decir ni una palabra.

— él solo está confundido— escuché a otro de mis hermanos— piensa de esa manera porque no ha encontrado a una buena mujer que le quite esas ideas locas.

— exactamente— mi padre lo señaló— y estoy seguro de que Elisabeth te ayudará con ese problema.

Nunca fue un problema, solo estoy amando a una persona, ¿Es eso malo? Me duele que mi padre piense así de mi, y aunque la reina se opuso al matrimonio en ese entonces, a mi padre nunca se le quitó esa idea de la cabeza, y aquí estoy. En el jardín, comprometido con la mujer que mi padre siempre quiso para mí.

Recuerdo el día que conocí a Mandred por primera vez, estaba en la playa, llorando porque mi padre me había dado una paliza, a penas podía sentir mi cuerpo, a lo lejos lo ví salir del mar, era raro ya que esa playa era una de las pocas que nadie conocía. Se me acercó sin mirarme mal, me preguntó que me pasaba y me consoló. Desde ese día nos hicimos muy amigos, hasta el día en el que me atreví a besarlo con miedo de lo que podría pasar, pero para mí sopresa él me devolvió el beso con mucha felicidad. Ha sido el amor de mi vida desde entonces.

— todo estará bien— le repetí a ella con una gran sonrisa.

Luego de la ceremonia el rey sugirió que ambos debíamos salir juntos y pasar la noche, sabía cuál era su intención, no era la primera vez que me obligaban a estar con una mujer, solo que esta vez, no me sentía mal ni asqueado, era más bien, la mejor oportunidad para juntar a Elisabeth con su amado. Así que yo acepté encantado y nos fuimos en mi carruaje privado hasta aquel lugar.

Al llegar Cilia nos recibió. Carlos salió y ambos se vieron, se veían felices. Eran dos enamorados juntos de nuevo.

No pude evitar soltar una pequeña lágrima, recordaba cada obstáculo que mandred y yo vivimos, cada paliza, las críticas y agresiones. Recordaba cada oportunidad que usábamos para vernos, escondidos del reino, ocultos del mundo y alejados de todo. Éramos felices en nuestros propios términos. Hasta aquel día en el que decidimos no vernos hasta que pudiéramos estar juntos, y de pronto, a ambos se nos ocurrió este plan.

— así que ella es la princesa— se me acercó Cilia viendo a la pareja feliz frente a nosotros.

Asentí tratando de disimular los pequeños celos que les tenía, a veces me preguntaba si de verdad yo tenía un problema y necesitaba ser tratado. Si esto que yo sentía era malo, aquellas noches en las que no dormía llorando, preguntándome si era mejor que muriera en lugar de seguir estorbando aquí. Sentía celos por ellos dos, porque podían estar juntos, tal vez no ahora por sus estatus sociales, pero sé que estarán juntos en algún momento, pero yo, tengo que ocultarme para poder estar con él.

Félix tiene que morir para que yo pueda renacer.

— ¿Has visto a Amaya?— pregunté— me dijeron que no ha regresado a Italia.

Ella no respondió, pero vió a una habitación arriba con una sonrisa que trató de disimular.

— le dije a mi padre que estaba conmigo— le informé— así que no te preocupes por nada, aquí jamás las encontrarán, y después de que todo pase, podrás irte de aquí con ella a cualquier lugar.

Cilia me abrazó feliz y me dió un beso en la mejilla, era algo que no hacía desde que la saqué de aquel calabozo.

— no me cansaré de pedirte perdón— susurré en su oído.

Ella se separó y me miró fijamente— ya te he perdonado, hace muchos años lo hice, porque sé que no tuviste opción, tus padres son algo pesados.

— muy pesados diría yo— bromeé.

Ambos reímos y cada risa me curaba un poquito el corazón, ella siempre fue mi mejor amiga, no había nada que ella no hiciera por mi, incluso, salvar a mi hermana y convencerla de no defenderla. Siempre me saca una sonrisa hasta en los peores momentos.

~•~
Elisabeth
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Su cara, su pelo, su rostro, su olor, su piel áspera. Todo de él, extrañaba, lo necesitaba, lo quería. Y ahora aquí estamos, gracias a Félix.

— no sabes cuánto te he esperado— comentó Carlos entre besos.

Sus besos eran apasionados, llenos de deseo y desesperación, no me molestaba ya que los míos eran igual, simplemente necesitaba estar así con él. Con cada beso me acariciaba el cabello, me hacía sentir en el cielo, como si nada existiera solo él y yo.

Ambos estábamos sentados en la cama, nuestras lenguas bailaban al ritmo de un beso lleno de desesperación, de pronto, me tomó de la cintura y me acercó más a él, yo solo me dejé llevar por el momento. Mis manos estaban en su pecho, mientras nos besábamos no decíamos nada, tampoco nos deteníamos. Justo cuando nos faltó aire nos detuvimos, nos vimos a los ojos, una sonrisa despreocupada se pintó en su rostro al igual que en el mío.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

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