Tourner Dans Le Vide

XXXI

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Carlos
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Mi hermano Juan, alguien que a pesar de cualquier adversidad, siempre está ahí para ayudar.

¿Qué hacía en Francia? ¿Y con una armadura de caballero?

La última vez que lo ví estábamos en Italia bebiendo juntos en un bar, varias cervezas en una noche, no recuerdo cuántas fueron. Luego de eso, tuvimos una discusión que por el alcohol no recuerdo exactamente qué nos dijimos. Después de eso me vine a Francia y no lo volví a ver.

-¿Qué haces aquí?- pregunté sorprendido, ignorando la razón por la cual quería salir.

-Bueno, ahora soy un caballero- sonrió- Tu que dices, ¿Me veo bien?

-Mejor que en años- respondí.

Entramos juntos a la casa, es como si cada pensamiento o necesidad de salir de ahí hubiesen desaparecido por completo. Ahora solo quería saber todo sobre mi hermano, ¿Qué había hecho todos estos años? ¿Cómo llegó aquí? ¿Cómo entró a la caballería real?.
Eran muchas preguntas que necesitaba que respondiera, pero aún así, me sentía muy feliz de que estuviera aquí, sonreía y lo abrazaba incrédulo aún.

-Despues de que te fuiste- comenzó a explicar- seguí haciendo esculturas, visitaba constantemente a Cilia, hasta que un día simplemente no quiso verme más- lo último lo dijo con un tono melancólico, como si eso lo golpeara por dentro muy fuerte, suspiró para continuar- luego de varios años, Félix vino a mi, me comentó que tenía un plan para irse, para poder estar con la persona que ama.

Lo escuchaba atentamente, luego simplemente me perdí en mi mente. Félix había hecho sufrir a mi familia en varias ocasiones, pero sin embargo, nunca le tuve resentimiento, era muy buen amigo, buena persona y muy sincera. Simplemente tenía una familia que lo despreciaba y él tenía que seguir sus órdenes, tal y como lo hace Elisabeth.

-Pero ahora que murió, no sé que sucedió con su amada- comentó con tristeza.

"Amada", supongo que Félix nunca le dijo a Juan que realmente amaba a un hombre. Fue la mejor decisión, mi hermano nunca hubiese ayudado a alguien como él, Juan es, igual a los demás.

-Si- respondí finalmente- Elisabeth está destrozada con su muerte, por eso quiero salir de aquí, ir con ella- suspiré- quiero estar con ella.

-¡Por eso vine!-exclamó- ella te manda esta carta, junto con esta llave.

Ambas cosas fueron entregadas en una pequeña caja de metal. La carta tenía un olor delicado y dulce; olía a ella, un olor a flores de lavanda, la letra era delicada y hermosa; era ella, las palabras eran directas e imponentes; era ella, mi amor prohibido, mi mundo entero y mucho más que eso.

¿Recuerdas aquella noche cuando te estabas duchando y parecía que yo te estaba mirando? Realmente no lo estaba haciendo. Pero ahora mismo, simplemente quisiera volver a esos días, dónde te tenía en el palacio todo el día, todos los días; no quiero que estés oculto más, quiero estar contigo, no me importa quien se oponga. Te veo a media noche en el la entrada del pasadizo que está en el pueblo, esa llave te permitirá entrar, solo sigue la luz y me encontrarás.

Con amor y deseo: Elisabeth.

Esto era más que una carta, era un grito de deseo, una orden desesperada para que corra hacia ella. Pues, la verdad, yo seguiré esa orden, haré todo lo que sea necesario. Nos veremos hoy a media noche, estaremos juntos pase lo que pase.

Ahí estaré

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Juan
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¿Cuánto tiempo podía durar una mentira como esta?, un año, diez, veinte. Quizás duraría para toda la vida, pero en algún momento todos los sabrán. O no.

Luego de entregarle la carta a Carlos y hablar con él por un largo rato, subí a mi habitación con la carta de André en mis manos.

Juan, protege a ambos, no dejes que sean atrapados, tu serás su protector y me tendrás informado de todo. No dudes en escribir si algo sale mal.

André.

Lo haré, es lo que acordamos, los protegeré con mi vida. Tomé una pluma y papel, escribí lentamente cada palabra.

No se preocupe señor, haré todo lo que esté a mi alcance, no dejaré que nada les pase. Lo mantendré informado.

Juan.

No permitiré que algo salga mal. No lo haré.

~•~
Carlos
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Muy cerca de un bosque, se encuentra una puerta escondida entre las ramas, atrapada ahí, condenada a no ser abierta, solo la llave puede abrirla, solo una persona está autorizada para poder hacerlo. Pero ahora, yo soy esa persona. Encuentrame a media noche en aquella entrada donde salimos esa noche. Estaremos juntos pase lo que pase.

Ya casi era media noche y no podía esperar más, quería irme corriendo, pero mi hermano me llevaría. No quiero estar un segundo más aquí escondido, debo ir con ella, estar con ella, necesito verla.

Un destello me hace mirar por la ventana, una luz verde viaja por el cielo, con una belleza inigualable, su trayecto es lento, como si estuviera a punto de caer, pero sigue su camino. Aquella luz me hace sentir algo extraño, como una necesidad de hablarle, como si estuviera llamándome. Era la primera vez que veía algo como eso, y justo hoy, cuando voy a ver a mi amada, aparece en el oscuro cielo para iluminar el camino.

Casi media noche, cerca de la hora de verla, a solo unos minutos de estar con ella. Siento el golpe del caballo y escucho sus cascos golpeando el suelo, el viento besar mi rostro mientras que vamos a toda velocidad.

Juan me deja en el lugar pautado y se va, me siento en una roca cercana a esperarla.

Te espero con ansias, no me importa cuánto tiempo sea, solo me interesa que vengas. Aquí estaré lo que sea necesario, junto a ti quiero estar, estoy seguro de que vendrás y no me defraudaras. No quiero perderte, quiero verte brillar, como una estrella alta, como una piedra preciosa.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 17.06.2025

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