Tourner Dans Le Vide

XXXIV

Un sueño profundo, una noche increíble, un amor inolvidable y un deseo palpable. Te amo mi amor, eres y siempre serás, parte de mi corazón.

Veía esa chica en el espejo, aquella que hace unas cuantas semanas se insultaba al verse, esa que con sus propias manos lo quebró y por lo cuál tuvieron que traer otro. Pero, ya no es la misma de antes, ahora se ve más brillante, más alegre. Más... Más... Libre.

Bajé lentamente para desayunar con la familia, aunque, a decir verdad, solo parecía una guerra en la que solo habían dos bandos. También nos acompañará, el príncipe que va a desposar a Leticia. Mi hermana finalmente será tomada en cuenta, ya no será ignorada. Estoy segura de que ella actúa de esa manera porque nunca le dieron la atención que se merecía, mi hermana no es mala, solo es incomprendida.

Aún así, no puedo olvidar lo que estaba dispuesta a hacerme. Sin embargo, no me siento molesta, de hecho, estoy feliz de que nuestros sueños se cumplan. Ella será reina y yo seré una bailarina famosa. Ambas ganaremos.

Tranquila hermana, no volveré, no te causare problemas.

Finalmente me frené en la entrada al comedor, donde estarían todos esperándome, un príncipe ruso estará detrás de esa puerta, espero que sea un buen hombre para Leticia.

Abrí lentamente pronunciando mi llegada, al dejarme ver, hice una pequeña reverencia antes de caminar a mi asiento.

-Muy buenos días a todos- saludé cortésmente-Soy la princesa Elisabeth Alfonso de la tore.

El príncipe, me vió desde los pies a la cabeza, parecía juzgarme, con una mirada penetrante que me hizo tragar fuerte. Me incomodaba un poco, sentía que me insinuaba algo, mi piel se erizó mientras aún me acomodaba en la mesa. No dejaba de mirarme, sus ojos estaban fijos en mi. Aún así , traté de mantenerme calmada y fingir tranquilidad.

-Ustedes deben ser la familia Chernov- Asumí mientras acomodaba la servilleta-Es todo un placer conocer finalmente al hombre que desposará a mi hermana.

Una gran sonrisa rígida y forzada se pintó en mi rostro, pero lo suficientemente natural para que no se notara, la incomodidad que sentía no solo de estar ahí, si no, que desde que entré, el príncipe no deja de mirarme.

-Mucho gusto princesa- contestó el Rey- el placer es nuestro- señaló al príncipe- él es nuestro hijo, Vitali Chernov y mis esposa, Alba Chernov.

Todos hicieron una reverencia con la cabeza y sonrieron.

Pude ver cómo mi hermana le golpeaba disimuladamente el codo al príncipe para que dejara de verme.

Todos comenzamos a comer, el silencio era asfixiante, incómodo y estrecho, la tensión que había podía ser cortada con un cuchillo de la cocina. Bebían vino y comían, pero sin decir ni una palabra. Era como si estuviéramos en un calabozo y cada uno estuviera en su propio mundo, en su propio crimen, en su propia desgracia.

-¿Por qué no es usted la heredera?- el príncipe rompió el silencio con un comentario imprudente.

Lo miré con el ceño fruncido y una expresión de desagrado.

-Las decisiones de un rey no se cuestionan- corté un pedazo pequeño de carne y lentamente lo llevé a mi boca- y menos, si no es de su reino- finalicé luego de tragar.

Con delicadeza llevé la copa a mis labios para beber del vino. Sabía que mi respuesta enfurecía al rey, pero lo disimuló muy bien. Seguí disfrutando de la comida que la abuela Berta había preparado, mientras, trataba de mantener la calma.

-Mi hija Elisabeth será la mejor bailarina de ballet que vaya a existir en todo el mundo- aclaró el rey con un falso orgullo- y mi pequeña Leticia será nuestra nueva reina.

Al príncipe no pareció gustarle lo último que dijo.

-¿No puede ser reina y bailar?- insistió él.

-Es de mala educación hacer preguntas tan imprudentes príncipe Chernov- ataqué directamente con discreción- Le vuelvo a recalcar que cuestionar la decisión de un rey no se debe hacer, es de muy mala educación y una falta de respeto hacia la corona.

Seguí comiendo mientras sentía la mirada fulminante de mi padre en mi, mientras, el rey y la reina Chernov no decían nada, estaban callados terminando su desayuno.

-Solo era una duda, nada más- aclaró- digo, se supone que usted debería, y pienso que usted debería ser la heredera de al trono. Además, es mucho mas hermosa que...

-¡Pero no lo soy!- exclamé interrumpiendo- ¡Ya deje de comportarse como un niño y muestre más respeto al rey de Francia!

El rey ruso lo jaló del brazo y le susurró al oído que se detuviera. Mi hermana, alejada de la conversación, se sentía abrumada, lo podía ver en su expresión. No le había gustado para nada lo que acababa de pasar. Me miraba con molestia, sus intentos por disimular fueron todos fallidos.

-Quiero ofrecer una disculpa si mi hijo la ofendió- habló la reina- él no siempre es así.

El rey de Francia y el de Rusia siguieron hablando por un rato, luego se fueron a otro salón a seguir con la conversación, mientras que mi madre y la reina de Rusia también se fueron a conversar.

-Vayamos al jardín- invitó el príncipe a Leticia.

-Claro adelantate, ya te alcanzo- ordenó.

Mantuvo su sonrisa hasta que él salió de la habitación. Al darme la vuelta para irme, ella me detuvo y al oído me dijo:

-No trates de arruinar esto con tus tonterías- susurró con furia-¡Ahora resulta que eres educada!

-Siempre lo he sido hermanita- susurré con un tono calmado. Yo tenía el control, no dejaría que ella siguiera humillandome y pisoteandome- soy y siempre seré un princesa. Te sugiero que no hagas nada estúpido niña malcriada, ¿O quieres que tu futuro esposo y su familia sepan que no eres una hija legítima?

Su expresión cambió, se veía confundida pero al mismo tiempo furiosa.

-Sé que lo sabes todo hermana-confesé- así que, mantente tranquila y sigue la corriente.

Me fui dejándola ahí parada. Subí a mi habitación y cerré la puerta con llave, me senté en la cama recordando lo que Carlos y yo habíamos acordado anoche, mientras bailabamos juntos.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

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