Tourner Dans Le Vide

XXXVI

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Carlos
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Ella es hermosa, como miles de piedras preciosas en un cristal, protegida para que nadie la pueda tocar. Atrapada para que nunca pueda escapar.

A veces pienso: ¿Qué hice para merecer a una chica como ella?, después de todo, soy un simple tallador. Aunque la verdad, ya ni eso soy, ahora solo me escondo, huyo, escapo. No quiero seguir haciéndolo, pero no puedo poner a Elisabeth en peligro.

No puedo ofrecerle más que un amor genuino. No tengo dinero suficiente, ni un palacio inmenso. No soy de clase alta, no uso ropa sofisticada. Solo soy un chico que la ama con todo su corazón.

-Te llevaré a un lugar-rompí el silencio entre nosotros-sube-señalé al caballo negro que estaba parado detrás de la piedra.

-¿Dónde lograste conseguirlo?-preguntó asombrada.

-digamos que mi hermano me ayudó-sonreí.

Subí y luego la ayudé. La llevé a un puente, uno muy alejado del pueblo. Uno que atravesaba un río muy hermoso. El sonido de la corriente, rumbo a un destino incierto. El agua golpeando las rocas, dejando escapar una melodía que genera paz y tranquilidad.

-¿Qué hacemos aquí?-la curiosidad la invadía, podía notar su confusión, no había ninguna mesa, ni platos con comida o un vino fino que tomar. Simplemente estábamos en un puente que tenía una vista hermosa a la luna.

-Voy a matarte y tirarte al río-bromeé.

Ambos reímos, este lugar, la brisa, el río, era perfecto, un lugar donde no había que seguir reglas. Un lugar donde podíamos amarnos sin necesidad de ocultar lo que sentimos. Aquí, justo en este sitio podemos ser felices por un periodo incierto.

Nos tomamos de las manos y nos vimos directamente a los ojos, un silencio se apoderó de nosotros, pero no era incómodo; era más bien, encantador, relajante y especialmente ligero. Nuestros labios se juntaron lentamente, un beso suave, lleno de amor, carente de pasión. Era una demostración de que nos amamos, en dónde no es necesario tener pasión o lujuria, simplemente necesitas una conexión inminente, dónde no haga falta más nada que solo mirarse a los ojos, y sin hablar, comunicar todo lo que sienten por el otro.

Al separarnos sentí un vacío corto, como si me hubiesen quitado un pedazo del corazón.

Una sonrisa se pintó en su rostro, emanaba felicidad, era como si los problemas hubieran desaparecido. Como si nunca hubiesen existido. Ambos nos apoyamos de la barandilla del puente a ver las estrellas. Brillaban como ella, eran como unas piedras hermosas, perfectamente organizada en el basto cielo.

-¡Eres tan hermosa como cada estrella en el cielo!-exclamé con un tono suave, tierno y una gran sonrisa.

Ella rió, su sonrisa era perfecta, hermosa y delicada.

-¡Contigo me siento segura!-confesó-eres ese sitio donde quiero llegar cuando estoy cansada-hizo una pausa-no podría vivir sin ti, eres parte de mi y mi alma te anhela con mucha desesperación.

Sus palabras eran suaves caricias a mi corazón, cada vez me enamoraba más de ella. Con cada pequeño gesto, cada frase y con cada mirada, sabía que ella era la indicada. No tenía ninguna duda de que haría lo que fuera por estar con ella toda la vida si el destino lo decide.

-La luna está preciosa-rompió nuevamente el silencio-ella está ahí, parada esperando el turno del sol, anhelando estar con él, aunque sabe que nunca podrá tocarlo. Ella lo ama y aunque su amor es imposible, eso no la hace fallecer.

-¡Y el sol también la ama y la espera con ansias!-continué-ya que la luna está tan triste por no poder estar con él, su luz se apagó-hice una pausa para acercarme más a ella, rodeándola en un abrazo suave-por eso, para demostrar su amor, el sol usa su luz para iluminarla y así, aunque no estén cerca uno del otro, es lo más cercano a poder tocarse que estarán.

Ella me miraba con una hermosa sonrisa, nuestro relato estaba lleno de sentimientos, emociones que nos atrapaban y nos llenaban de alegría.

-¡No quiero alejarme de ti!-Exclamó ella con un tono de tristeza.

-¿Por qué lo harías?-pregunté curioso.

Ella no respondió, solo bajó la cabeza lentamente. Yo la tomé del mentón suavemente para subirle el rostro.

-Nada, solo es algo que se me vino a la cabeza-soltó finalmente.

Algo me dijo que me estaba ocultando algo, pero simplemente decidí ignorarlo, no quería arruinar este bello momento que tenemos ahora.

-No tienes idea cuánto te amo-cambié el tema-desde nuestro primer paso de baile.

Ella me sonrió y con ambas manos tomó mis mejillas.

-Te amo tanto que quiero hacer que tú alma quiera rodar dentro de mis sueños y escapar hasta tu boca. Te amo tanto que olvido que el fuego nunca se toca-susurró-mi amor por ti es eterno, nada puede detenerlo, solo la muerte podrá destruir mis sentimientos.

Nos volvimos a besar con delicadeza, deseandonos mutuamente. Sus labios, de un color carmesí y con sabor a fresas, eran suaves y hermosos, carnosos y llenos de deseo. Mi lengua se abrió paso hasta tocar la suya, un toque ligero, luego, ambas comenzaron a bailar juntas. La pasión fue creciendo lentamente, nuestro beso se hizo más desesperado y necesitado.

Nos separamos lentamente y nos sentamos en el suelo abrazados, sin decir nada. Podía oir su respiración, lenta y tranquila. El calor de su cuerpo me mantenía fresco, la brisa de la madrugada nos abrazaba cubriendo nuestros cuerpos en un frío inminente.

Amo la sensación de tenerte entre mis brazos dónde solo existimos tu y yo, un instante perfecto en el que nada importa.

¹nel nostro mini mondo, insieme senza restrizioni. dove amarci non è proibito, dove il nostro amore può fiorire, in un bellissimo giardino cresce tutto il nostro affetto e legame, lì, proprio lì, il nostro amore è e sarà sempre eterno.

-¡Ven, levántate!-exclamé-tengo algo para tí.

Nos levantamos lentamente, ella tenía una sonrisa, tan preciosa y perfecta como siempre.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

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