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Juan
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—¿Por qué luchas tanto?—me acerqué a él que estaba sentado en el suelo.
Hace una semana que no veía a Elisabeth, era como si su vida estuviera junto a ella, como si nada importara si no estaba ella.
—¡Porque la amo!—exclamó—sé que su madre sospecha que entré al palacio, pero ya ha pasado mucho tiempo. No debe ni recordarlo.
—no puedes volver con ella aún—recordé—Quieres protegerla ¿No?
El asintió sin verme, parecía frustrado, podía notar la impotencia en su expresión.
—Entonces debes calmarte y esperar—dije mientras lo abrazaba— por cierto, me iré de viaje por unos días, regresaré en unas dos o tres semanas—hice una pausa corta—vas a estar seguro aquí, solo ten mucho cuidado.
—¿A dónde irás?—se levantó lentamente y se me acercó.
—Iré a ver a un viejo amigo—expliqué—¡En suiza!
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Elisabeth
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Mi madre sospecha de lo que sucedió hace una semana, no puede saber que Carlos estuvo en mi habitación, y no solo eso; si no lo que hicimos.
La ceremonia de despedida fue espléndida, a decir verdad, me gustó. Aunque sé que todos esos buenos deseos y halagos fueron falsos, me sentí querida por un momento, sentí que alguien me extrañaría. Bueno, si habrá alguien, mi madre.
Algunas veces, me cuestiono a mi misma, ¿Es realmente una buena idea irme?, ¿Estaré feliz con esto?, quiero irme, pero al mismo tiempo tengo miedo de hacerlo.
¿Estaré bien si no regreso nunca más?, al menos podré ver a mamá.
—¡Señorita!—tocaron mi puerta—tengo una carta para usted.
Abrí sin decir nada, tomé la carta y cerré. Sé que fue maleducado pero no estoy bien en este momento. No paro de pensar en lo que pasará. Los nervios se están apoderando de mi. Dentro de una semana me voy, no volveré a pisar este palacio. Todo cambiará a partir de ahí.
Abrí la carta, no sabía quién la había enviado y tampoco lo decía.
Princesa, no debes preocuparte por nada, no puedo explicarlo ahora pero, te protegeré con mi vida, tu me ayudaste a darme cuenta de algunas cosas. Por eso quiero decirte que mientras yo viva tú estarás a salvo.
Anónimo.
¿Quién envío esto, y por qué habla como si me conociera?
¿Y si?, ¡No!, ¡No puede ser!, ¡Yo lo ví, estaba ahí, también ví cuando lo hicieron, no, no puede ser!, ¡No lo es!
Rompí la carta y la tiré por la ventana, la brisa se la llevó lentamente, alejando de mí, cualquier cosa que pueda recordarme a él, aunque no haya sido él.
Leticia estaba entusiasmada por su coronación, está comprando la tela más cara para mandar a hacer un vestido extravagante. Ella siempre tiene que hacer cualquier cosa para resaltar. Sus vestidos son gigantes, pesados, con muchos decorados.
Por otro lado, yo no debo esforzarme para resaltar, esa es nuestra diferencia, mientras ella lucha por atención, yo solo con existir tengo. Mis vestidos siempre son extravagantes, pero no hasta el punto que los de ella. En los míos siempre hay decorados preciosos y unas perlas o diamantes, pero esto que ella está mandando a hacer es demasiado.
El ruso había regresado a su país, volvería a Francia cuando sea el momento de casarse. La idea de él aún me repugnaba, recordaba lo que había intentado hacerme, él no es bueno para ella, pero nunca me escuchará.
Leticia quiere que sea una boda enorme, como nunca antes vista. Mientras que ella gasta todo el dinero sin remordimiento, el pueblo sufre, necesitan comida.
Me puse un vestido amarillo con un lazo en la cintura, no tan grande y un abrigo con capa de color azul.
—¡Les ordeno que me dejen salir!—exclamé una vez en la salida del palacio.
—¿Tiene permitido salir?—se preguntaron mutuamente—bueno, ¿Qué podría pasar?
Logré salir sin ningún problema, estos nuevos guardias aún no saben de las nuevas órdenes del rey, caminé al pueblo, paseando por sus calles y callejones, era tan radiante. A simple vista, no parecía que tuvieran problemas, como si tuvieran todo el dinero del mundo.
Los niños juegan, los hombres trabajan, las mujeres cuidan las casas. Todo parece tan normal, como si no hubiera sufrimiento. Nunca dejaré de pedirle perdón al pueblo por mi partida, estoy poniendo mi felicidad antes que las de ellos, pero merezco ser feliz.
Un pequeño niño me tomó de la parte baja de mi capa, extendió ambas manos haciendo un cuenco al mismo tiempo que decía: "¿tiene algo para comer?"
Yo saqué unos euros y se los di, fueron bastantes. La cara del pequeño se iluminó y una gran sonrisa se pintó en su rostro, corrió felizmente mientras llamaba a su madre.
Esto es simplemente hermoso, toda esta gente, ¡Mi gente!, esa misma gente que estoy dejando por un sueño egoísta. Pero estoy segura de que Leticia será buena, ella solucionará los problemas de todo el pueblo.
Espero que así sea, no quisiera ver cómo el pueblo se desmorona aún más.
fin du chapitre trente-neuf