Tourner Dans Le Vide

XLIV

~•~
André
~•~

Un cielo despejado, el sol fuerte, la brisa de la mañana y el olor a tierra mojada. Siento una presión en el hombro por tanto cortar el césped.

-Creo que deberías descansar-sugirió él acercándose lentamente-yo terminaré.

Asentí con una sonrisa y me levanté, un pequeño dolor en la espalda me dió razones para estirarme, en el estirón mi espalda soltó una pequeña tensión dejando salir un crujido.

-¡Gracias Mandred!-dije una vez que lo tuve frente a frente.

Nos dimos un pequeño beso en los labios. Fuí adentro para darme una ducha, el agua fría limpiando cada parte de mi cuerpo, quitando la tierra en mis manos y brazos.

Salí de la ducha y me vestí con algo cómodo para salir a sentarme. Cuando estuve afuera ví llegar un carruaje. Era lujoso, dorado, dos caballos negros lo llevaban. Del carruaje salió ella, quien recé demasiado para nunca volverla a ver.

-¿¡Emilie!?-El tono de Mandred era de confusión-¿Qué haces aquí?

Ella no respondió, solo lo miró de manera despectiva. Se acercó lentamente a mi con una expresión seria, difícil de leer o saber que pensaba.

-¿Qué haces aquí?-pregunté sin levantarme, mi tono era brusco pero calmado.

-necesito más dinero-admitió-no quiero rodeos. No he podido conseguir una buena candidata para mí hijo y el reino está cada vez peor.

Me levanté y caminé adentro de la casa con rumbo a una habitación bloqueada con una puerta de hierro y cerrada con seguro.

Al abrirla, millones de billetes me recibieron, tomé un bolso y metí lo más que pude, hasta que simplemente no cabía nada más.

Salí y le lancé el bolso en los pies.

-¡Ahí lo tienes!-exclamé-¡Recuerda nuestro trato, no quiero volver a verte aquí!

—Este dinero me corresponde—habló de espaldas—¡No vendré más, voy a casar a mi hijo con alguien bueno para el reino.

—eso espero— contesté con un tono brusco y cortante.

Ella levantó el bolso del suelo, se dió media vuelta y se fue.

-¿Cómo consiguió encontrarnos?-preguntó Mandred desde el jardín.

-¡No lo sé!-miraba el carruaje irse sin quitar la vista ni un segundo-¡Pero no puedo permitir que arruine todo!

-¿Qué vas a hacer?-se acercó él.

-nada, ella misma se está llevando a su condena, pronto no quedará nada de ella o su familia en España-dije con una frialdad y seguridad inminente.

Su reinado nunca fue bueno, ella solo ha logrado arruinar ese país en todo este tiempo. Es una pésima reina y ahora, acude al peor lugar por ayuda.

Entré a la habitación y me senté en mi escritorio, cogí papel, pluma y comencé a escribir.

En un jardín, dónde nuestros deseos florecen y las raíces crecen, nosotros estamos atrapados en las espinas más grandes de este páramo. Un lugar que aunque hermoso, no hay escapatoria, es como estar en una jaula de oro.

Es grande y espaciosa, pero las rejas que te mantienen atrapado nunca cederán, se mantendrán cerradas hasta que uno de los dos decida escapar.

¿Esta es nuestra condena por amarnos? ¿Nuestro pecado más grande siempre será habernos conocido?

Aquel lugar, que puede ser una playa para muchos, pero para ti y para mí no es solo eso; si no también la entrada a nuestro paraíso y el inicio de nuestro infierno. Pero no podemos detenernos, es demasiado tarde para eso. Sígueme y te sigo, como un ave volando en los aires y una pluma se desprende de su ala.

Tu atrapaste esa pluma, y desde entonces la has protegido con todo tu poder y fuerzas. Ese soy yo, aunque estemos en mundos separados y no podamos cruzarlos. Aunque tengamos que crear nuestro propio camino hacia un nuevo destino. Ese soy yo, siempre lo seré para ti, soy esa pluma caída del cielo que atrapaste entre tus dedos.

No me dejes caer jamás y no permitas que nada ni nadie nos separe, estaremos juntos más allá de la eternidad.

Suelto la pluma contemplando mi escrito con una gran sonrisa de satisfacción y orgullo, guardo la hoja en una pequeña gaveta y salgo afuera para ayudar a Mandred.

—¡Señor André!—era nuestro mensajero—¡Le llegó esta carta de Juan!

Señor, han discutido, creo que han terminado. Ella se irá y él se quedará solo; ¿Qué hago ahora?

Juan.

Leo la carta con mucha sorpresa, ¿Es esto posible?, no creo que haya acabado así de fácil. Pero ella no dejará que su corazón la obligue a quedarse. ¿Se irá?, me hace feliz, saber que ella por fin será feliz, pero me entristece saber que él se quedará solo en un país donde no puede estar, ahora solo queda esperar lo que podría pasar y lo que el destino les preparará.

fin du chapitre quarante-quatre



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 18.06.2025

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