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Elisabeth
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Las lágrimas salen lentamente, recorriendo mi rostro con tristeza, mueren en mis labios. Mientras yo sigo arreglando mis maletas.
Estos días solo pensaba en él, ¿Por qué actuó así?, no es para tanto, ¿Cierto?, no estoy haciendo nada malo. Pasé estas últimas noches sin dormir, pensando en todas sus palabras... Pensando en mis palabras. Me arrepiento de decirle, debí haber esperado un poco, o quizás solo debí irme sin decirle.
Ahora, mientras mí mente me carcome y termino de arreglar todo para irme, mis padres están en una estúpida celebración de despedida.
Todos fingían estar triste porque me iba, estaba casi toda la familia aquí, mis tías, algunas primas y mi abuela. No me interesaba esa estúpida celebración, solo quería irme de aquí.
Quiero verlo una última vez, antes de irme, pedirle perdón por haberle dicho de esa manera, no quiero que las cosas terminen así. Él me ha dado lo mejor en tan poco tiempo, con él he sido libre y feliz; no quiero que esa felicidad sea destrozada así.
Saqué de una gaveta casi vacía un pequeño collar de perlas, un accesorio hermoso. Salí de la habitación y fui rumbo a la de mi hermana.
-¿Estás ahí?-toqué suavemente.
Ella no respondió y yo entré, ahí estaba ella, acostada llorando. Sollozaba bajo, para que nadie la escuchara.
-¿Quién te dió permiso de entrar?-preguntó, en su tono podía sentir sufrimiento, tristeza y algo extraño que no supe diferenciar.
-solo quería dejarte este regalo-respondí-Creí que estarías feliz porque me fuera. Aún así, quiero que tengas mi collar de perlas.
-¿Qué no es tu favorito?-levantó un poco la cabeza, sus ojos estaban rojos de tanto llorar.
Su llanto me preocupo un poco, pero no le tomé importancia. Después de todo ella me ha lastimado demasiadas veces.
Asentí y caminé lentamente a la puerta, me detuve antes de salir y la ví una última vez para luego irme nuevamente a mi habitación.
Me dejé caer en la cama, las palabras de Carlos regresaban a mi mente.
-Si piensas que nuestro amor es una prisión para ti, entonces yo creo que sería mejor que no continuara.
Me dolía el pecho, trataba de no pensar, pero era como si mi mente me traicionara devolviendo ese recuerdo, sin dejarlo ir, manteniendo cada palabra hasta quemar todo mi ser. Lastimandome lentamente, como una pequeña cuchilla clavándose suavemente en mi piel, y la sangre saliera haciendo un gran charco en el suelo.
Pero esa sangre era amor, y esa cuchilla eran sus palabras, dañando cada parte de mi, dejándome sin aliento, lastimando todo lo que llevo dentro. ¿Hice algo malo?
No paraba de hacerme la misma pregunta, solo quiero cumplir mi sueño, quiero ser libre, feliz. Lo amo, pero no puedo dejar que el amor arruine mis planes.
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Este lugar, las hojas, las raíces y las paredes. Aquí pasé tantos buenos momentos, tengo muchos recuerdos en estás paredes, en este jardín de sueños. Aquí, el último regalo que me dió mi abuelo, lo único que mi padre nunca me arrebató. Ahora lo dejaré, pero siempre lo llevaré en mi corazón, al igual que mi abuelo.
Al igual que a Félix.
Salí y me detuve en la entrada del laberinto, viendo fijamente al jardín que tenía ante mis ojos, la escena volvía a mi cabeza con una perfección alarmante. Ambos acorralados, él dando su vida por mi. Camino lentamente y me detengo justamente donde quedó su cuerpo, me dejo caer lentamente y lo puedo sentir.
Como si su alma aún siguiera aquí, siento su piel, suave y delicada, escucho su voz gruesa, pero con un tono delicado que te daba la paz que necesitaras.
-¡Te extraño!-exclamé en voz alta-¡Voy a cumplir mi sueño Félix, por fin, después de tanto, al fin seré libre!
Siempre te voy a recordar, te llevaré en mi memoria y nunca permitiré que alguien hable mal de ti, porque no conocieron al Félix que yo conocí. Un chico de buen corazón, dispuesto a ayudar a los demás, el cuál su único delito fue amar a alguien. Con un sueño como todos.
-yo tengo un sueño-un pequeño brillo se abrió paso en sus ojos-así como tú Elisabeth.
Lo miré con una sonrisa esperando la continuación.
-¡Quiero ser escritor!-admitió con una felicidad contagiosa-¡Mi primer libro ya está escrito, pero lo voy a publicar cuando mi plan se lleve a cabo!
-¿Y como se llamará ese libro?-pregunté curiosa.
Él sonrió y se me acercó, su respiración chocaba con mi mejilla, al oído me susurró.
-¡Solo tú lo sabrás!-explicó-mi primer libro se llama entre el mar y la tierra-hizo una pausa y se alejó-es un poemario, dónde dejaré sangrar mi corazón y permitiré ver mi alma.
Recordar cuál era tu sueño me hace llorar, supongo que el destino, no quería que lo cumplieras.
Te hice una promesa Félix, y no te voy a defraudar.
Voy a cumplir mi sueño, seré la mejor bailarina de ballet de la historia.
fin du chapitre quarante-cinq