Tourner Dans Le Vide

XLVI

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Carlos
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Un dolor constante hay en mi corazón, se siente punzante. Cuando menos lo espero, el dolor crece. Me arde el pecho, no he dormido en las últimas noches, me arrepiento de todo lo que dije. Ella solo quiere cumplir sus sueños, y yo solo la ataqué. Ahora, atrapado en mi soledad, a pesar de estar acompañado, mi mente solo piensa en verla una última vez.

Siento el ardor en mi garganta cuando la cerveza baja lentamente cayendo de manera brusca en mi estómago, todo me da vueltas, no puedo mantenerme de pie mucho tiempo y solo quiero seguir bebiendo.

No puedo pensar con claridad, me siento atrapado en este lugar.

Una cerveza más, un trago más, horas y horas de estar en este lugar. Vamos por más, no quiero que ella se vaya de aquí, quédate conmigo, vamos, vamos, vamos.

Ven a mi, no te vayas, no te vayas, quédate, no te vayas. Necesito tu ayuda, necesito que me salves.

Vete, alejate, no quiero verte, si tanto quieres volar, alejate y sube lo más alto para que yo no pueda darte con mi escopeta. Un trago más, te voy a olvidar, sacaré tu rostro de mi mente y tú voz de mi cabeza, sacaré tu piel de la mía y tú vida de mi corazón.

¡No! No te vayas, todo es mentira, mi corazón muere por ti, no te quiero perder así, he esperado tanto por ti, no quiero que te vayas. Todas las estatuas de tu palacio, solo me recuerdan cuántas veces te tuve cerca y cuánto tiempo perdí.

¡No quiero que te vayas!

-¡Ya vete!-exclamó el señor de la barra con molestia-¡Estás muy ebrio!

Lo miré incrédulo. Me levanté de la silla, tambaleandome, tratando de no caer al suelo, con la botella en la mano seguía bebiendo.

-¡Ella no puede irse!-grité mi voz se quebró y una lágrima salió-¡Ahora voy a llorar! ¡No vale la pena, me quedaré aquí a morir!

Al salir me tiré en el suelo y seguí bebiendo, la cerveza escapó de la botella llenado mi cara, empapando mi rostro y parte de mi cuello.

Solo espero la muerte, no puedo vivir si ella no está aquí. Quiero vivir para verla triunfar, debo irme con ella. ¿Pero ella querrá tenerme a su lado?

Todo el dinero que tenía lo gaste en deudas de mi madre, comprando una casa para vivir, aunque ya no viva en ella. No tengo nada que ofrecerle.

Me levanté del suelo nuevamente, con la botella vacía aún en la mano, caminando lentamente, tratando de no caerme. Sentí un fuerte golpe en la cabeza, al mirar, un gran tuvo de metal estaba en la pared.

Caminaba con rumbo al lugar donde la esperaba hace varias noches atrás, ahí en la gran roca. Al llegar observé detenidamente el lugar, las lágrimas comenzaron a salir sin control.

-¿Por qué no puedes quererme?-grité-¡Nunca me quisiste más que al ballet, siempre fue más importante para ti!

Lancé la botella contra la roca, el sonido del vidrio romperse me aturdió por unos segundos y un ardor en el brazo me hizo ver nuevamente con claridad. Un pequeño trozo se me había clavado, no le tomé importancia y saqué la llave guardada en mi bolsillo.

Al abrir aquella puerta oculta una oscuridad me recibe, dos antorchas iluminan la entrada, pero todo lo demás es lúgubre y tenebroso. Entré y tomé una antorcha.

Lentamente fuí en dirección a la salida hacia el laberinto, dónde ella siempre estaba, dónde tanto amaba estar. Dónde seguramente la encontraría.

No pensaba con claridad, solo quería pedirle perdón y que ella hiciera lo mismo, después de todo, no debió elegir el día de mi cumpleaños para decirme tal desgracia.

Al llegar, no estaba, todo se veía hermosos, tranquilo aunque se sentía un ambiente extraño. Salí del laberinto, me detuve en la entrada al ver a Elisabeth en el suelo, llorando enfrente de la estatua hecha por mi. De pronto su madre llegó.

-¿Qué haces ahí?

-¡Nada!-respondió ella limpiándose las lágrimas.

-debes volver a la celebración, todos están aquí por ti.

¿Celebración?, está feliz porque se va, claro, era obvio que estaría feliz y haría una celebración. Una gran impotencia me recorrió todo el cuerpo, albergando todo mis sentimientos, sin permitir que escapen.

Me acerqué rápidamente a la estatua una vez que se fueron. Los guardias estaban alejados, no me verían.

-¡Así que encerio no te importó nuestro amor!-tocaba la estatua con tristeza, al mismo tiempo que molestia.

Esta estatua, hecha por mi, yo conocía sus defectos y virtudes, ahora ya no será nada.

Tomé una piedra y comencé a golpear la base, la parte más débil. El ruido atrajo la atención de todos, los guardias se apresuraron pero ya era tarde.

La base fue destruida y la estatua cayó lentamente, soltando un estruendo al estrellarse contra el suelo, una sábana de humo salió una vez que cada parte estaba rota, todo acabó aquí.

Los guardias me tomaron bruscamente amenazando y gritando. De la multitud ví como salió el rey, caminando lentamente hacia mi mientras aplaudía.

fin du chapitre quarante-six



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 18.06.2025

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