La tierra fría suaviza mi dolor, mi cuerpo está débil, no puedo moverme, no quiero hacerlo, recordaba el sabor de sus labios, la manera en la que me besa, la manera en la que a veces huye del beso. Ahora, ya nada importaba, se había ido y posiblemente jamás volvería.
Cómo una hoja muerta que cayó de lo más alto de un árbol, el viendo me llevará y nada de mi quedará, un dolor inminente sobresaliente de mis heridas, aunque no más fuerte que el dolor punzante de mi corazón. El destino nos unió una vez, pero nada más pudimos ser dos almas escapando de sus realidades. Cuando nos unió una segunda vez fue más mágico, y ahora solo somos dos almas en desgracia separadas por lo que nos unió al principio.
¿Qué sentido tendría vivir sin ella?, podría quedarme escondido en este arbusto y morir lentamente, aquí, donde nadie podrá encontrarme hasta que mi cuerpo grite de dolor y angustia, porque mi corazón ya no quiere gritar.
No pensaré, no gritaré, no reclamaré. No puedo hacer nada ahora que ella se fué, solo me quedaré esperando mi descenso, porque el destino nos ha abandonado y solo queda esperar el frío abrazo de la muerte.
-¡Deberías pensar en ella!-una voz masculina me sacó de mis pensamientos.
Al voltear la cabeza lentamente ví a un hombre caminando hacia mi, me levanté del suelo rápidamente y lo pude reconocer.
-¡Ella no querría que te dejaras vencer!-cuando ya estuvo cerca mi corazón se detuvo unos segundos, mi respiración fue obstruida y mi cabeza dolió un poco.
-¡Félix!-solté sin pensar-¡¿Ya estoy muerto?!
-¡No!-él rió de manera divertida-¡Vine a impedir que eso pasara!
No podía creer lo que estaba viendo, ¿era real?, ¿Es un sueño?, él estaba aquí realmente.
-¡Piensa en ella y siempre saldrás adelante!-finalizó para darse la media vuelta.
-¡Espera!-lo detuve del brazo y lo abracé-¡Ella te extraña y la verdad yo igual, gracias por todo lo que hiciste por mi!
-¡Tranquilo, ya tendrás tiempo para agradecer, ahora solo escapa y procura no morir!
Mis ojos se abrieron repentinamente. ¡Era todo un sueño!, pero, ¿De qué tengo que escapar.
—¡Oí un ruido desde allá, ven conmigo!—escuché a mis espaldas.
Me levanté con cuidado y me percate de que venían dos guardias. Lentamente caminé hacia atrás para esconderme en una de las esquinas del gran muro que protegía el palacio. Me dirigí hacia el bosque, mis heridas latiendo con fuerza y el dolor cada vez más intenso.
—¡¿Ese no es el fugitivo?!—exclamó uno de los guardias, traté de correr, solo eran dos, tal vez podía escapar.
Me adentré al bosque, estaba débil y no podía correr, un disparo aturdió mis oídos, seguido de un: "detente", seguí sin mirar atrás, no podía dejarme atrapar. Mi respiración era lenta y desgastada, mi corazón estaba luchando con todas sus fuerzas, y mis heridas me gritaban que parara.
Me tropecé con un árbol caído y caí colina abajo, llegué a un río y sin pensarlo me dejé caer.
La muerte estaba a punto de alcanzarme, era hora, no había mas nada por lo cuál luchar, ella era todo lo que tenía, ya no la tengo, no tiene sentido seguir. La corriente me empujó con fuerza.
No podía soportar estar sin ella, aunque sé que ella hubiera querido que yo siguiera, no es lo que yo quiero, porque sin ella no soy nada.
Ya no sentía el ardor en mis heridas, el dolor se había ido, estaba perdido, ya había luchado suficiente, era hora de esperar a mi amada en el más allá.
fin du chapitre cinquante