Tourner Dans Le Vide

LV

13 de agosto de 1790 baile real y coronación a la princesa Leticia

Francia, un lugar donde juré nunca regresar, creí que había logrado escapar de mi jaula, pero ahora, simplemente vuelvo al lugar donde todo empezó. Pero debo descubrir que fue lo que pasó, sigo sin creer que él haya muerto.

En la entrada me reciben dos guardias, sorprendidos por mi llegada. Camino hasta la puerta del palacio, la cual se abre con un empujón. Camino lentamente por los pasillos con rumbo al gran salón, dónde la celebración está en su punto más alegre.

Siento como si algo me detuviera, que me dice: "vete, no entres ahí, no podrás escapar", sin embargo no puedo evitar las ganas de quedarme.

Frente a la puerta de madera me detengo, puedo escuchar las risas y la música, todos están celebrando mientras mi corazón arde por dentro, hoy es la coronación de la princesa, mi hermana al fin será tomada en cuenta en la corte.

Pero no vine a celebrar con ella. Abro la puerta lentamente, el chirrido alerta a todos en la sala y con la frente en alto camino hacia el rey. Puedo escuchar los cuchicheos de las mujeres vestidas con vestidos elegantes y extravagantes, pelucas y maquillaje. Comentarios vagos escuchan mis oídos.

¿Qué no había dicho que no regresaría?
Creí que estaría bailando y siendo feliz.
Qué bueno que volvió, esta escuincla no serviría como reina, Elisabeth es mejor.

La presión de las miradas me hacen sudar, pero no desisto, cada vez estoy más cerca del rey, todos me miran con sorpresa y confusión. La piel se me eriza cuando estoy frente al rey.

- ¿Qué haces aquí Elisabeth?- preguntó con curiosidad- ¿no deberías estar bailando ballet en Rusia?

- hola, padre- saludé sin emoción y con un tono condescendiente- si supieras mi itinerario, supieras que mi presentación fue hace una semana, y que hoy empezaban mis vacaciones, por ende, estaría de regreso lo antes posible en el palacio real.

Podía mentirle a todos, pero menos a él, no tenía vacaciones, no quería regresar, luché toda mi vida para poder salir de aquí, nadie creería que volvería solo por vacaciones.

¡No! Él sabía por qué yo estoy aquí, el sabía a qué había regresado. Todo lo planeo.

Todas las miradas puestas en mi y en mi largo vestido rojo con perlas en la parte inferior.

- bueno, únete a la fiesta, dentro de poco vendrá tu hermana y será coronada princesa- invitó levantando su copa con total tranquilidad.

No podía esperar más tiempo, necesitaba saber de él.

- estoy buscando a un chico- dije mientras veía a todos de reojo- él es tallador de piedra, fue contratado para hacer la escultura que está en el jardín, ¿Sabes de quién hablo?

- en este palacio no se nombra a ese vagabundo- recordó- y no quiero que te acerques a él.

- ¿Entonces está vivo?- pregunté mientras me daba media vuelta.

- no lo he vuelto a ver desde aquella noche- respondió.

Esa noche, cuando lo ví ser golpeado sin piedad, cuando destruyó aquella maravilla que había echo para mí. Me voltee y caminé a la salida.

—¿A dónde vas?—preguntó sin mirarme.

- a mi habitación- hablé de espaldas a él- estoy muy cansada, el viaje fue largo, voy a descansar.

Salí sin darle oportunidad de responder, subí a mi habitación rápidamente.

- señorita Elisabeth- una voz femenina me interceptó- yo sé dónde está ese muchacho.

Era Berta, la cocinera del palacio, y también mi abuelita.

- ¿a dónde abuela Berta?- indagué

- no puedo decírtelo aquí- dijo encogida de hombros- encuentrame en el establo a media noche.

Asentí y seguí subiendo.

Al cerrar la puerta de mi habitación con llave las lágrimas salieron sin control, me ardía el pecho y tenía la piel erizada. ¿Dónde estás? Sé que mi padre tiene algo que ver en todo esto. ¿Qué me ocultas padre?, me temía lo peor. Me quité el vestido y caminé al baño.

- eres una estúpida- le dije a la chica reflejada en el espejo- ¿Cómo pudiste irte y dejarlo aquí?

No sabía que sentir, arrepentimiento por dejarlo, o por simplemente irme, tristeza por no saber dónde está o como está.

Me froté la cara con una servilleta regando mi maquillaje por toda mi cara. El labial se unió con la base y el polvo, el color negro de mis ojos se regó por mis párpados.

- eres una estúpida, estúpida y una tonta- levanté un pincel con la mano apuntando al espejo- eres la peor mujer de este mundo, egoísta y ambiciosa, por tu culpa él está...

La verdad es que no sabía dónde estaba exactamente, y ahora tenía la certeza de que estaba vivo. Aquella tarde, antes de irme, me suplicó que no lo dejara, pero yo solo pensé en mi y lo dejé para irme a Rusia. No lo volví a ver.

Me sentía muy mal, solo pensaba en mi, incluso ahora, estoy aquí por mi, no por él, necesito saber si está bien, sin embargo acabo de tirar todo mi futuro por la borda.

- si algo le pasa- con el dedo de la mano izquierda apunté al espejo y con la otra mano lo amenazaba con un pincel de hierro- será tu culpa, será tu culpa, ¡Toda la culpa recaerá sobre tí!

La impotencia y la furia se apoderaron de mi, sin pensarlo golpeé el espejo con el pincel, el sonido de los cristales cayendo me estremecieron los oídos y me desplomé en el suelo a llorar.

La sangre recorría mis manos, salía de las pequeñas heridas que aquellos cristales habían provocado. Pero ese no era mi dolor.

El pecho me ardía cada vez más, mis pulmones se hacían pequeños y me costaba respirar. Me imaginaba lo peor.

Me levanté lentamente y me di una ducha larga de agua tibia. Me cubrí con una pijama cómoda y salí al establo.

Todos seguían celebrando, la abuela me estaba esperando ahí.

—¿Qué hacemos aquí?—pregunté preocupada, este camino solo llevaba a un solo lugar.

—ese muchacho lleva meses siendo torturado por tu padre y los guardias—me tomó de las manos suavemente—aún vive, pero no por mucho.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 31.07.2025

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