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André
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La pluma se desliza suavemente por el papel, dibujando pequeñas letras que posteriormente se convierten en palabras hermosas, mi mente se enfoca en la historia de estos dos enamorados que sufren el uno por el otro, mientras se enfrentan a muchos obstáculos y dificultades.
Me recuerdan a dos personas más que conozco.
Me levanto y camino lentamente a su habitación, tocó suavemente y el me permite pasar, ahí está él, escribiendo otra carta para ella.
—¿Por qué no ha respondido?—habla sin dejar de escribir—han pasado semanas, le he escrito muchas cartas, ¿No le llegaron?, si, seguramente es eso.
—Carlos—dije su nombre de manera amable y con un poco de lastima—debes entender que ella es la reina de Francia, y que ahora está casada y tal vez no pueda ver tus cartas, las cosas están muy difíciles para ella.
—¡¿Solo para ella?!—levantó la voz y dejó de escribir—¡¿Qué hay de lo que yo siento?!, ¡Debía estar ahí para protegerla, ella no debió volver, todo es culpa mía!
—entiendo lo que sientes—dije acercándome.
—¡No!—se levantó y se dió media vuelta para irse—¡Tu tienes tu vida perfecta aquí, hiciste lo que tenías que hacer, no entiendes nada de esto, tu solo piensas en tu felicidad, ya basta, para de mentir y solo vuelve a tu vida de ensueños!
Se fue dando un portazo detrás. Sus palabras me dejaron pequeños moretones, pero sin embargo, tenía algo de razón, tal vez las cosas fueran diferentes si aquel veinticuatro de diciembre no hubiera ocurrido. Aún así, no me arrepiento de nada.
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Salí de la casa buscando a Carlos, después de nuestra pequeña discusión no lo he visto, está triste, dolido, y sé que muy en el fondo está molesto por todo lo que ha pasado.
Luego de unos cuantos minutos de buscar, lo ví al pie de la montaña, sentado en una gran roca mirando el río. Me acerqué lentamente, me senté en el suelo sin mirarlo.
—te voy a contar la historia de dos personas que cometieron el crimen más grave de la humanidad—dije mientras tiraba una pequeña roca al río.
Él me miraba sin hablar, con poco interés.
—¡Hace unos dieciocho años aproximadamente!—exclamé—dos hombres al verse se enamoraron, él era hijo de un guardia del reino, mientras que el otro era un príncipe—suspiré y una pequeña sonrisa se pintó en mi rostro—ambos sabían que su amor sería castigado, sin embargo, no les importaba. La familia del principe sabía que él tenía una condición y hicieron todo lo posible por casarlo con una princesa.
Cada vez que recordaba mi pasado los ojos se llenaban de lágrimas, mis manos temblaban levemente y sentía una fuerte presión en el pecho.
—ambos idearon un plan para estar juntos—continué tratando de contener las lágrimas, luchando con el nudo que se formaba en mi garganta—el principe robó durante años el dinero de su familia hasta ahorrar una fortuna inmensa, el otro chico hizo lo mismo, a pesar de que su familia no tuviera mucho dinero, logró recaudar bastante. Su plan duró diecisiete años en llevarse a cabo, no querían que nada salieran mal, ahora viven juntos y felices, apartados de todos aquellos que los maltrataron y señalaron.
Finalmente las lágrimas escaparon de sus jaulas, rodando libremente por mis mejillas, cayendo por mi mentón y terminando en una flor en el suelo. Suspiré de manera prolongada y luego sonreí mientras lo miraba.
Él bajó, se sentó a mi lado y se apoyó de mi hombro mientras miraba el paisaje, sin decir ni una palabra, el único ruido era el río chocando con las rocas, fluyendo rápidamente hacia lo más bajo del pueblo.
—lo siento mucho—finalmente, después de un largo silencio, habló suavemente—no debí hablarte así.
—tranquilo, sé lo que sientes—lo miré nuevamente y lo tomé del rostro—te prometo que salvaré a Elisabeth, no importa cuánto tiempo me lleve, ella saldrá de ese infierno.
fin du chapitre soixante-six