Tourner Dans Le Vide

LXVII

~•~
Elisabeth
~•~

Aquella casa, aquel lugar, ¿Por qué estoy aquí de nuevo?, ¿Qué tengo que buscar?

Estar aquí de nuevo hace que se me erize la piel, la última vez que vine, salí de aquí llorando y con una gran tristeza, mis piernas no se movían, estaban paradas sin querer entrar, en el fondo yo tampoco quería entrar pero necesito saber de dónde viene esa carta y por qué me mandó hasta aquí.

Al tocar la puerta ella me abrió, me miró con cara de asombro, era Cilia. Dudé por un momento pero finalmente la abracé, una pequeña lágrima corrió por mis mejillas. Era ella, después de tanto tiempo, estaba aquí.

—¿Qué haces aquí?—me separó de manera brusca y miró alrededor—¡Vamos a entrar!

Su tono era un poco sospechoso, como si estuviera mal mi presencia ahí.

—si estás aquí es porque algo malo está sucediendo—se sentó en un mueble un poco sucio—¿Ha pasado algo este tiempo?

Le entregué la carta. Ella la leyó confundida, como si supiera algo pero no lo suficiente.

—es de André—confesó.

—¿Quién es André?

—es alguien que está dispuesto a dar su vida para salvarte—dijo con una sonrisa—él te dirá quien es, no debes temer. Pero nuestro encuentro es peligroso, ¿Nadie te ha seguido?

—no estoy segura—confesé—traté de escapar, nadie me ha seguido, eso espero—observé el lugar, estaba viejo, sucio, como si nadie viviera aquí, y faltaba alguien—¿Dónde está Amaya?

Su expresión cambió drásticamente, ahora se veía triste, como si hubiera nombrado a alguien que no debía.

—hace unos meses enfermó—respondió entre sollozos—los doctores no pudieron hacer nada, no soportó y murió en mis brazos el quince de noviembre de mil setecientos noventa, hace dos meses.

La abracé suavemente.

—¡Mi señora!—un hombre entró preocupado—¡Los guardias están aquí!

Se levantó y me empujó a la parte trasera de la casa, mi carruaje estaba ahí, esperando por mi.

—¡Sube conmigo!—le tomé la mano.

Ella sonrió y se soltó.

—¡Confía en André!—exclamó—¡Ten cuidado, sé que tú marido es peligroso!

El carruaje emprendió su camino a toda velocidad, yo seguí mirando hacia la casa y de pronto, de la nada, se escucharon tres disparos de escopeta. No pude llorar, tenía un gran nudo en la garganta, no podía respirar, sentía un peso enorme en el pecho. Cilia, ¿Por qué todos mueren por mi culpa?

~•~

Una semana después

—¿Tienes la información?—pregunté de espaldas a él.

—ese día, Juan y el rey llevaron un cuerpo al bosque—dijo en tono bajo—lo dejaron ahí y se fueron sin levantar sospechas. Luego de media hora aproximadamente, Juan regresó y se llevó el cuerpo que aparentemente aún seguía con vida, fue llevado a suiza—hizo una pausa y bebió de su copa de vino—es toda la información que pude encontrar, pero esa persona que llevaban, podría no estar muerta.

—¿Y qué sabes de finn?—pregunté sin tomar importancia a lo otro.

—¡está muerto!—exclamó—¡Al parecer estaba en tratos extraños con alguien y fue asesinado en un callejón. Pero encontré esta carta.

—muy bien—dije mientras recibía el sobre—tu cumpliste tu palabra, yo cumpliré con la mía. Hoy a medianoche llegará un carruaje a tu casa, ahí habrá suficiente dinero para que vivas los próximos veinte años, dile al guardia que te lleve a cualquier lugar, él te protegerá y trabajará para ti.

Me fuí sin decir ni una palabra más, no pude evitar sonreír mientras pensaba en la pequeña posibilidad de que Carlos estuviera con vida. Abrí el sobre y saqué la carta.

Señorita Elisabeth, no nos conocemos y posiblemente no lo hagamos, si está leyendo esta carta es porque mi vida terminó y la suya está en peligro. Trabajo para el señor André, yo siempre lo mantenía informado de usted, al igual que el señor Juan. Si esta carta ha llegado a sus manos la razón es la siguiente:

Debe escapar, no puede quedarse ahí, el rey es peligroso y tal vez se lo va a impedir. El día que usted lea está carta un carruaje la va a esperar a medianoche en la entrada del pasadizo, ya saben que usted tienen este papel, solo debe buscar la manera de huir, para poder ser feliz.

El amor siempre puede contra todo pronóstico, no tenga miedo, ese carruaje la llevará con el verdadero amor. Hoy a medianoche, no lo olvide.

Atte: finn juthsherts

¿Qué es esto?, la confusión me invadió, de nuevo este nombre, André, ¿Quien eres y por qué quieres protegerme?, ¿Protegerme de qué?

Volví al palacio y ahí estaba él, esperando en el comedor, nunca lo hacía. El miedo subió lentamente por mis pies.

—¿Puedes tomar asiento por favor?—su voz era fría, grave y autoritaria.

Sin protestar me senté a su lado, no lo miraba, metí mis manos bajo la mesa, me temblaban levemente por el miedo, sentí un cosquilleo en la espalda.

—¿Conoces a Cilia?—su voz seguía tranquila—es hermana del príncipe que murió aquí hace un año.

Mi labio inferior comenzó a temblar, tenía un nudo en la garganta y me costaba respirar.

—¿Sabes quién es?—volvió a preguntar—estuve averiguando quién es y conseguí algunas cosas, y también que la visitaste recientemente.

—no sé de qué hablas—dije temerosa—no la conozco.

Se levantó golpeando la mesa fuertemente y me tomó del cuello.

—¡No me mientas!—gritó—¡¿Querías escapar con alguien?!, ¡¿Creíste que no me daría cuenta?!

Me soltó bruscamente dejándome caer al suelo, me arrastré para alejarme de él quien estaba tirando todo al suelo, el miedo me invadió por completo. Se acercó a mi y me golpeó en el rostro.

—¡A partir de hoy no saldrás de este palacio!—ordenó—¡y está noche deberás complacerme y si no me das hijos pronto deberás atenerte a las consecuencias!



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 10.09.2025

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