Dia de muertos 1

En tierras mixtecas, el Día de Muertos era más que una celebración: era un vínculo entre el presente y el más allá. La comunidad aguardaba con ansias y respeto la llegada de sus fieles difuntos. Noche tras noche, sombras de almas visitaban los sueños, acudiendo a saborear la comida dispuesta en los altares. 

Sandy, una niña inquieta, vivió una experiencia especial. Un día, enredada en una pelea con su hermana, desencadenó un evento inusual. Al perturbar el delicado respeto hacia los difuntos, ofendió a aquellos que aguardaban con devoción su invitación. Esto, advertían los ancianos, podría desencadenar enfermedades y desequilibrios en la vida de quien desafiara esta sagrada tradición. 

Sandy, llena de pesar, comprendió la importancia de honrar a los que ya no estaban entre ellos. Con el corazón cargado de arrepentimiento, buscó el perdón en su comunidad. Aprendió valiosas lecciones sobre la importancia del respeto, la conexión con los seres queridos y el cuidado de las tradiciones que mantenían viva la memoria de quienes partieron. 

Con el tiempo, Sandy se convirtió en una protectora de las costumbres, recordando siempre que el respeto hacia los difuntos trasciende los límites del tiempo y el espacio, siendo un lazo eterno entre los vivos y aquellos que ya cruzaron el umbral hacia la otra vida.