Trágico Amor

Capitulo 1

Ambrosine. 

Escuche un suspiro por parte de aquella mujer, me pregunte nuevamente que hacia viniendo a esta estúpida oficina, donde mi psicóloga me pregunta cosas tan absurdas, a las cuales respondo con monosílabos o simplemente no respondía, y creí que la mujer se cansaría, sin embargo, ella no daba su brazo a torcer. 

—No tengo ganas de hablar sobre ello, Iris —canturree mientras peinaba mi cabello hacia atrás, sin éxito alguno. 
 

—Ambrosine, mi nombre es Isis, no Iris —me corrigió por millonésima vez con paciencia. 
 

Desde que mis pies tocaron el suelo de esta oficina la había llamado de esa Iris, ya que, el primer día que vine, me había equivocado de nombre. 

—Da igual —dije restándole importancia— Iris es y suena mejor que Isis. 
 

La mujer volvió a suspirar, eleve la comisura de mis labios y me levante del asiento, camine por toda la oficina, fruncí mi ceño y me pregunte el por que lo hacia, si por donde mirara me encontraría con lo mismo, cuatro paredes blancas, una puerta color beige, un escritorio, tres sillas, un sillón, un estante con libros, un florero y tres cuadros. 

Monótono, esa palabra describía a la perfección esta aburrida oficina. 

En una de las paredes había una foto enmarcada, en ella había una chica, no tenía más de 15 años, tenía el cabello estilo tomboy, de color gris, ojos celestes y piel pálida. Me detuve y la observe, ladee mi cabeza y estreche mis ojos. 

—¿Ella es su hija? —pregunte. 
 

Conocía a la chica, era compañera de Amélie en el instituto. La chica tenía una personalidad y actitud fuerte. 

—Sí. 
 

Sonreí de lado al notar el orgullo en su voz, voltee a verla y me fijé que tenía una mirada orgullosa. 

—¿Es madre soltera? —indagué. 
 

—Sí. 
 

Asentí y relamí mis labios, volví mi vista a la fotografía. 

—Ella es muy bonita. 
 

Isis rio por lo bajo, la mire y enarque una ceja confundida, camine hacia la silla frente al escritorio y me deje caer en ella. No tenía ni la mínima idea del porque hablábamos sobre ella, cuando esto no debía pasar. Los psicólogos no podían entablar relación sentimental con sus pacientes, estaba prohibido y era mal visto. Estúpida sociedad. 

—Iris es bonita, pero es totalmente diferente a lo que aparenta —comento. 
 

—¿Iris? Su nombre es Némesis, digo, eso he oído —dije confundida. 
 

Un suspiro melancólico escapa de sus labios, la mire atentamente, su sonrisa se había desvanecido y su mirada había decaído. 

—Ese es su primer nombre —murmuro—. Némesis Iris Newell Adams, ese es su nombre completo. 

La mire sorprendida, no me esperaba eso. Némesis Newell no es una chica muy abierta y expresiva que se diga, eso se dice y escucho por lo que me cuenta Amélie.

—Bueno, lindo nombre —dije—. ¿Por qué la llamaste Némesis? 
 

Sabía que no debía preguntar de más pero hay andaba yo de curiosa. 

—La curiosidad mato al gato, Ambrosine. 
 

Suelto una risita baja. 

—Pero el gato murió sabiendo, Iris. 
 

La mujer pelirroja apoyo sus brazos en el escritorio y entrelazo sus manos, apretó sus labios como si meditara en contarme o no, y evadir el tema.

—No fui yo quien escogió su nombre —respondió finalmente—. Fue su padre.
 

—Es la primera vez que escucho que alguien llama así  su hija —murmuro.
 

Isis asintió y carraspeo su garganta, se acomodo en su asintió y sonrió. Bien, hasta aquí llego todo, la charla termino. 

—¿Ocurre algo, Ambrosine? —cuestionó la mujer—. ¿Has vuelto a tener ataques de ansiedad? ¿Pesadillas? ¿Has vuelto a fumar? ¿Cómo va todo con Maël y Amélie?
 

Relamo mis labios y suspiro. 

—No hay nada nuevo, todo sigue igual, y si, esta semana he tenido tres ataques de ansiedad —me incline hacia delante y apoye mis codos en mis rodillas—, he tenido pesadillas, las he tenido más seguido de lo normal, he fumando, poco, pero lo he hecho. Y la relación con mi padre y Amélie sigue igual. 
 

—¿Por qué? —inquirió. 
 

—Porqué esto es una mierda, los ataques no cesan, las pesadillas son peores cada día más, no puedo ver a mi hermana sin ver a mi madre y a mi padre no puedo verlo sin sentir la culpa, el remordimiento y la tristeza invadirme. Por mi culpa murieron su esposa y su hijo, por mi culpa mi madre y mi hermano ya no están. Y duele el ver a mi padre llorar mientras ve una fotografía de mamá y mi hermano. O el ver a Amélie mirar por su ventana el cielo mientras le habla a las estrellas, como si ellas fueran mamá y Arian. ¿Acaso no pude morir yo también? ¿Por qué? ¿Por qué el camión no choco más fuerte? Así yo estaría en el jodido infierno y no estar aquí contándole mis putos problemas a una psicóloga, no estaría sintiendo nada de esto. 

—Tranquila, Ambrosine... 
 

No deje que terminara de hablar, no quería oírla. Necesitaba expresarme, desahogarme y sacar todo lo que sentía, toda la carga que sentía en mi interior y en mis hombros. Sabía que el desahogarme no haría que dejara de sentir culpa, pero quizás contando todo lo que sentía me haría sentir, un poco, solo un poco mejor. 

—Cada noche lloró, hundiéndome en los recuerdos de ese día, y el recordarlo solo hace que el dolor aumente, el recordar cuando le dije a mi hermano lo egoísta, lo tanto que lo odiaba, solo hace que la culpa me carcoma, lo ultimo que le dije fueron mentiras, y eso me hace sentir peor. Y solo quiero dormir y no volver a despertar, caer en un sueño profundo del cual no pueda despertar nunca —murmure, las palabras salían solas, como si quien hablara fueran mi mente y corazón, las lagrimas habían comenzando a salir, se resbalaban por mis mejillas y terminaban en mi mentón, de mi garganta salió un jadeo y tomé una bocanada de aire para continuar—. Pero luego, a mi mente vienen los rostro de mi padre, de Amélie, de Casey, de Blue y del idiota de Yongmin, no quiero verlos sufrir más, no quiero saber que mi padre lloré por otra perdida y no quiero que Amélie llore porque no estoy, los dos tienen suficiente con la perdida de mi madre y mi hermano.
 




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