Los últimos años habían sido productivos para Ihsahan, había echado raíces en el Imperio y todo estaba saliendo como lo había planeado. Era un miembro importante del Consejo Oscuro y era el líder de las Espadas. Sus espías eran el arma más poderosa del Imperio y nunca había fallado una misión desde que se había hecho cargo de la situación. Sus supuestos superiores habían estado intentando asesinarlo sin mucho éxito. En cambio, su reputación había llegado a estratos impensados en el pasado. Sus visitas regulares a Xania no habían tenido el efecto que la Emperatriz había esperado, ya que, en su primer viaje, donde aprendió mucho sobre las Sombras, había derrotado a toda su Guardia Imperial, a sus estudiantes, que eran todas mujeres, y nunca había sudado entrenando con ella. La Emperatriz nunca se esforzaba en sus entrenamientos, ya que no quería mostrar su verdadero poder, en cambio, él no necesitaba demasiado para entretenerla. En ese extraño planeta había conocido a algunos personajes del pasado, como a Darth Mundus, que solía ser el maestro de Xania, y al temido Darth Jax Muryd Kamino, una de las pocas aberraciones de la Fuerza que no podían derrotarse. Ambos cayeron ante su poder, Mundus fue liberado por Tharan para atacar una pequeña colonia en espacio Imperial, donde casualmente él estaba trabajando. La pelea había sido vista por todo el Imperio. Allí, el Guardián del Imperio estaba protegiendo de la vieja escuela sith a todos los Imperiales. Kamino, fue otra cosa, pero nada que no pudiera resolver. El monstruo era realmente inmortal, pero pudo resolverlo al disipar su anclaje al lado oscuro con una de las técnicas que había aprendido del holocron de su maestro. Esa mañana, después de compartir la noche con la Emperatriz, Ihsahan se encontró en la sala del trono en la Ciudadela. Xania caminaba delante de él, entre las frías columnas metálicas que decoraban el lugar. El camino era recorrido por una alfombra con el escudo del Imperio. Xania se sentó en su trono mientras él miraba hacia arriba. Sintiendo algo en la Fuerza.
“Ihsahan, este es uno de los pocos secretos que no conoces de nuestro antiguo Emperador.” Dijo al aire la sith mientras se cruzaba de piernas sin poder llamar su atención. “Darth Revan destruyó a su alumno en un peculiar lugar que todavía no hemos podido encontrar. Seguido, desapareció de la galaxia junto a su grupo de… soldados o amigos.” Agregó con sus filosos ojos clavados en su pecho. “Años después, apareció en este mismo lugar. Entró por esa ventana que te está distrayendo.”
Ihsahan estaba teniendo una visión. La máscara de Revan aterrizó exactamente dónde estaba parado. Frente a él estaba el viejo Emperador. Su cuerpo estaba completamente poseído por la corrupción. De repente, Revan estaba caminando por el medio de la sala derrotando a Mundus con facilidad para que el resto de los siths lo dejaran pasar junto a una mujer y un purasangre.
“¿Revan derrotó a tu predecesor?” Preguntó con seriedad Ihsahan mientras bajaba la mirada. “Derrotó a tu maestro también.”
“¿Cómo lo sabes?” Preguntó ofuscada Xania.
“Acabo de verlo, dejó su marca en este lugar.” Dijo pensante Ihsahan.
Lo había dos cosas grabadas en su mente, la primera era Ch’Chok en el medio de los siths y lo segundo, Revan no era un sith, pero tampoco era un jedi.
“Revan no era un sith ni un jedi en ese momento.” Agregó con prestancia.
“Rohus dijo lo mismo en su momento…” Dijo ofuscada Xania. “Mi maestro me ha comentado sobre ese día, Revan simplemente destruyó al sith más poderoso del Imperio de un golpe, cancelando todos los planes del momento. Estábamos listos para conquistar la galaxia en ese momento. Ese hombre simplemente desapareció… y quedamos sin saber que rayos quería de nosotros.”
“¿Qué siguió a eso? ¿La Guerra de Sucesión?” Preguntó con seriedad Ihsahan.
“Exacto, fue sangrienta y bastarda. Todos los siths del Imperio querían sentarse en este trono, incluyendo a mi maestro. Los años pasaron sin nadie en el cargo hasta la época del falso Emperador. Yo fui la última en reír.” Dijo pensante Xania. “Perdimos mucho tiempo peleando entre nosotros, por eso pensamos que la unificación era el camino más rápido hacia la victoria.”
“Supongo que tomó tiempo recuperarse de semejante batalla.” Dijo pensante Ihsahan.
“Mucho más del esperado, cada sith usó todo lo que tenía al alcance de sus manos para intentar conquistar el trono, perdimos tiempo, recursos y soldados en una guerra inútil. De todas maneras, lo interesante sucedió luego de que me senté en este lugar.” Agregó con prestancia. “Resulta que el viejo Emperador tenía una particular habilidad, podía imponer su… voluntad en las mentes de sus víctimas. Una antigua magia sith…”
“Qâzoi Kyantuska…” Dijo pensante Ihsahan.
“Estás bien informado, parece que fue el detonante de las Guerras Mandalorianas. Por lo que sabemos, Revan se percató de esto cuando derrotó a Mandalore. El Emperador estaba oculto entre los mandalorianos, esa fue la nave que persiguió hasta nuestro espacio. Ahí es donde no tenemos información, pero asumimos que pudo retorcerlos para sus planes, Revan no era tan poderoso como el que volvió a esta sala años después. Lo que vino después es historia. El supuesto Imperio Sith apareció de la mano de Darth Revan y su patético alumno.” Agregó con prestancia Xania.
“Parece que Revan descubrió el lado oscuro gracias al Emperador.” Dijo pensante Ihsahan.
“Nosotros asumimos eso, ya que fue una gran distracción para la galaxia. Mientras tanto nos fortalecíamos en lo que solía ser espacio desconocido.” Aclaró pensante Xania. “Esta es tu lección de historia del día, honestamente me gustaría tenerte atado en mi cama.” Terminó llena de deseo.
La Emperatriz no era un amante cualquiera.
Ihsahan entró a su nuevo hogar para encontrar a Mirana y Vitti hablar sobre Artrisa, que estaba ocupada junto a Shia en una misión fuera del planeta. Todo estaba como quería y había recuperado todo lo necesario de su vieja guarida. Vitti corrió hacia él para arrastrarlo hacia la cocina y sentarlo en la mesa.
“Ihsahan, llegaste justo a tiempo.” Dijo mientras dejaba té sobre la mesa. “Hice un nuevo pastel.” Agregó sonriente mientras Mirana dejaba un holo a su lado.
“Hassan dice que no hay nada que reportar, milord.” Dijo con seriedad la guardia para luego sentarse frente a él. “¿Ya está lista la misión?”
“Sí, iré en busca de Artrisa y Shia para partir hacia Coruscant.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Estás yendo a una trampa, maestro.” Dijo con honestidad Mirana.
“Es la idea.” Dijo pensante Ihsahan. “Esta misión es importante, nos va a dejar en el punto que queremos para empezar con la ofensiva.”
“Confió en tu criterio, milord.” Dijo al aire Mirana. “Solo… no lo sé, todos están intentando matarte últimamente.”
“Solo quiere que tengas cuidado.” Dijo divertida Vitti mientras se sentaba a su lado. “Necesitas un baño, hueles a esa zorra…” Agregó ofendida.
“Vitti…” Dijo con prestancia Mirana.
“Tú la odias más que yo.” Respondió ofuscada Vitti.
“No es el punto.” Dijo al aire Mirana. “¿Necesitas algo más?”
“No, tengo una reunión y estoy listo para marcharme.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Me voy en el caza, recuerda visitar a la alcaldesa.”
“No lo he olvidado, Vitti, tendrás que venir conmigo.” Dijo pensante Mirana.
“Ihsahan, dejé tus nuevas bombas en el caza. Espero buenos resultados.” Dijo con energía Vitti.
“Entendido, Shia volverá para relevarte de la seguridad, Mirana.” Dijo el sith mientras se ponía de pie.
“Entendido, milord.” Dijo con seriedad Mirana. “Buen viaje.”
“No pierdas a Artrisa.” Dijo divertida Vitti mientras el sith desaparecía por el pasillo.