Alara estaba hablando frente a todos, explicando porque debían unirse más que nunca a la República, que estaba perdiendo planetas y amigos ante la falsa imagen del Imperio. Sus ideas eran escuchadas, pero nadie aportaba algo nuevo. Ella no quería decidir el destino de la Orden sola y por eso estaba intentando llamar la atención de alguien más para compartir la decisión. Kalarirah era una de las pocas que siempre estaba dispuesta a compartir algo, pero ella no era suficiente. Luego de horas y horas de deliberaciones terminó sentada en su cama, pensando en que más podía hacer para ayudar a la República sin reiniciar la guerra. Su holo empezó a vibrar, Mirabella siempre la llamaba para comparar notas y ver como estaba. Esta vez parecía más preocupada.
“Maestra, tengo malas noticias…” Dijo al aire Miraba. “Dejé algo en tu equipaje, hablemos por allí.” Terminó de repente.
Alara revisó su morral para encontrar un peculiar holo, este era cuadrado y era mucho más robusto que el suyo. Mirabella volvió a aparecer en imagen.
“Alara usa tus habilidades para chequear que estés a solas.” Dijo con firmeza la espía.
Alara revisó su habitación sin encontrar a nadie, especialmente porque ni siquiera Kalarirah podía esconderse de ella ahora.
“¿Por qué tanto secretismo, Mirabella?” Dijo ofuscada Alara.
“Hay un scanner en tu morral. Úsalo.” Agregó con prestancia la espía.
Alara lo activo para que lo guíe a un pequeño micrófono negro oculto en su cama. Lo destruyó con sus dorados relámpagos mientras se percataba de la seriedad del asunto.
“Ahora sí podemos hablar, Alara…” Dijo preocupada Mirabella. “Hemos descubierto a la primera espía en la Orden.”
En la imagen se agregó una de las cabelleras que trabajaba en el Escuadrón Phi junto a Mirabella.
“Maestra, acabamos de recibir una transmisión que rebotó en uno de los tantos satélites del Imperio dentro de nuestro espacio.”
“Namara atrapó la transmisión desde tu ubicación, Alara.” Agregó mientras mostraba una borroneada imagen.
Sus ojos no podían creer que Kalarirah fuera una espía del Imperio.
“No… no puede ser, Mirabella.” Apenas pudo decir.
“Ihsahan, ¿Qué quieres ahora?” Dijo con severidad la maestra.
“Todavía no han empezado las deliberaciones, así que no tengo nada que informar más que estaré ausente por un tiempo, esta niña tiene la habilidad de hacer hablar a todo el mundo.” Agregó ofuscada. “Thirin es un peligro, deberías encargarte de él personalmente, ha aprendido mucho de los maestros y su poder de batalla ha alcanzado su título. He enviado alguno de los supuestos desertores a Ziost, deberían llegar pronto.”
Alara cayó de cola al suelo sin poder lo que escuchaba.
“Asumimos que está hablando con su jefe, la Primera Espada... Por lo visto Ihsahan también es el líder de estos espías…” Dijo en voz alta Mirabella. “Alara, necesitamos a esa mujer viva.”
Alara se llenó de decisión mientras copiaba la grabación en su holo.
La noche fue eterna para la maestra, ya que estuvo pensando la manera de atrapar a su enemiga sin arriesgar a todos los presentes. Solo se le ocurrió una cosa, buscar la ayuda de sus amigos. En la mitad de la noche golpeó con muchísimo cuidado la puerta de Thirin para encontrarlo medio dormido. Su amigo estaba más sorprendido que ella cuando escuchó lo que tenía en su holo, pero a diferencia de ella ya estaba listo para hacer algo al respecto.
“Rayos, Alara…” Dijo ofuscado Thirin. “Por suerte Syo no vino…”
“Estaba pensando en eso Thirin, ¿Cómo quieres hacer esto?” Preguntó en voz alta Alara.
“Tú eres la única que puede encontrarla, Alara.” Dijo pensante el jedi.
“Veremos donde nos lleva la Fuerza…” Dijo apenada Alara.
El dúo de jedis salió al pasillo en busca de la espía del Imperio. Alara estaba pensando si era una sith además de espía, ya que era imposible que pudiera ocultar su corrupción frente a ellos. La maestra no estaba en su habitación, pero Alara encontró algo peculiar, una nota dirigida a ella.
“Parece que sabe que la descubrimos.” Dijo ofuscada Alara. “Nos está esperando.”
La nota solo decía sala de meditaciones, así que allí se dirigieron. La mujer los esperaba sentada en la fuente, sonriendo como si nada hubiera pasado. Alara, en lugar de decir lo que sentía, arrojó su holo al suelo con la grabación encendida. La cara de la maestra se endureció de repente.
“Parece que no voy a poder excusarme, maestra.” Dijo con severidad la mujer.
“¿Por qué?” Solo pudo preguntar Alara.
“¿Por qué no?” Repreguntó divertida Kalarirah. “Nunca he sido una jedi, Alara. No quería mentirte, pero mi maestro me ha elegido por mis talentos…” Agregó mirando a Thirin. “¿Este es tu único amigo? Supongo que no puedes confiar en nadie.”
Alara sabía que era cierto, pero Thirin era uno de sus más cercanos amigos en la Orden, no podía ser un espía.
“Estás arrestada, Kalarirah. No voy a dignificarte con ese título que no mereces.” Dijo con seriedad Thirin.
“Qué rápido he caído…” Dijo sonriente la espía. “¿Qué vas a hacer, Alara? Pensé que éramos amigas.”
“Eres una enemiga de la Orden, Kalarirah.” Dijo con decisión la maestra. “No voy a permitir que nos vuelvas a lastimar.”
“Cuanta decisión…” Dijo en tono burlón. “Tendrías que haber ignorado a esa espía tuya…”
Los jedis sintieron la diferencia en la presencia de su vieja amiga. Ahora era fría y filosa como sus brillantes ojos amarillos. La mujer saltó directamente hacia ella mientras ellos saltaban hacia los lados. Sus sables chocaron el centro de la sala contra los de ella. Uno era rojo, el otro azul como el de los viejos guardianes de la Orden. Kalarirah era tan poderosa como su reputación, su Niman era magnífico y luego del primer bloqueo Alara sabía que tenía que esquivar. La telequinesis rompió la puerta que estaba detrás ella mientras Thirin saltaba sobre ella para atacarla de un ángulo alto mientras ella barría sus piernas. La espía giró en el aire para patear a Thirin mientras lanzaba un relámpago hacia ella. Alara lo descargó en el suelo, su enemiga era toda una sith.
“Pobre niños…” Dijo divertida Kalarirah. “¿Creen que pueden derrotarme? Nadie puede derrotar a Lady Vyne.”
Alara no reconoció su nombre de sith.
“Parece que tenía más de un talento oculto bajo la túnica.” Dijo con seriedad Thirin.
Las luces de los sables eran las más potentes del salón y eran la marca más llamativa de la pelea. Las luces chocaron en cada rincón del lugar. Los jedis y la sith tenían la misma velocidad, las mismas técnicas, la única diferencia era la intención de matar que tenía su antigua amiga. La fuente los esperaba, pero ya estaba en ruinas y el agua estaba mojando sus pies.
“Ah, son aburridos, jedis… Voy a tener que pelear con mi verdadero poder para que aprendan la diferencia que hay entre nosotros.” Dijo divertida Kalarirah.
“¡Salta!” Gritó de repente Thirin mientras saltaba hacia arriba.
Su amigo estaba crepitando con su Castigo Esmeralda, que cayó en el mojado suelo en el mismo momento que sus pies se alejaron del agua. Su enemiga recibió el relámpago de lleno con una macabra carcajada.
“Esto es un relámpago.” Dijo mientras levantaba sus manos en dirección de ellos.
Alara no pudo hacer nada para proteger a Thirin, que recibió el relámpago de lleno para terminar temblando contra la pared. Ella, en cambio, lo absorbió para saltar directamente hacia él y sanarlo con lo que había obtenido de su técnica.
“Ah, eres talentosa, Alara.” Dijo divertida Kalarirah.
“Lo siento, Alara…” Dijo el humeante Thirin mientras se desmayaba.
Por suerte su amigo estaba fuera de peligro. Alara estaba lista para pelear.
“Esas pequeñas chispas que llaman castigo no son nada para un sith, carecen de… volumen para llamarse relámpagos.” Dijo con malicia la sith.
“Ríndete, no quiero lastimarte.” Dijo con decisión Alara.
“No puedes lastimarme, Alara. Tampoco quieres.” Dijo sonriente Kalarirah. “¿Por qué lastimarías a tu maestra?”
Alara saltó horizontalmente hacia ella. Sus rápidos ataques enfocaron la defensa de su enemiga para que ambas terminen chocando sus telequinesis de un cachetazo, revolviendo los restos de la fuente con el agua que había en el suelo. Sus estilos eran idénticos, ya que ambas usaban Niman y ambas tenían de fuerte el sigilo. Ambas estaban fuera de su hábitat al pelear abiertamente, pero eso ya no era un problema para Alara, ella había estado entrenando. Alara aplaudió frente a ella para que dos partes de las paredes salgan disparadas hacia Kalarirah y la obliguen a saltar. Con su enemiga suspendida en el aire, formó un remolino con la Fuerza. Kalarirah estaba girando sin parar mientras ella saltaba hacia ella con su puño repleto de decisión. Kalarirah terminó enterrada unos centímetros en la pared que estaba detrás de ella, sus dientes habían volado por todas partes y estaba inconsciente con la boca repleta de sangre. Alara estaba más preocupada por su amigo.