La Orden había cambiado para siempre, eso era lo que Alara estaba pensando después de haber pasado doce horas hablando en la sala magna del templo. Cayó rendida en la silla que estaba junto a Thirin, que dormía profundamente, para cerrar los ojos mientras se tiraba hacia atrás. Quería que su mente se apagara por un instante, ya no podía lidiar con las dudas que estaba sintiendo en ese momento. Todos podían ser un sith con piel de jedi y no sabía en quien confiar. Thirin era la excepción, ya que lo conocía hace muchísimo tiempo y era un amigo de la vida. Necesitaba hablar con su maestro, pero estaba prohibido, ya que el Congreso todavía no había terminado. Cansada, abrió los ojos para encontrarse con Thirin sentado. Se puso de pie para dejarle un vaso con agua entre las manos. Su amigo parecía cansado, pero habló en el primer instante que pudo.
“Dime que atrapaste a esa rata…” Dijo ofuscado.
“Ya está con Mirabella, Thirin…” Dijo pensante Alara mientras se volvía a sentar. “No sabes lo que es este lugar…”
“Puedo imaginarlo… ¿Estás bien?” Preguntó mientras se apoyaba contra el respaldo de la cama. “No debe ser fácil estar en tus botas, Alara.”
“No lo sé…” Dijo apenada Alara. “No sé en quien confiar y siempre… Ella era una maestra, Thirin… ¿Cómo pudo llegar a ese rango siendo una espía?”
“Son siths, Alara. Viven para eso, para el engaño y las sombras.” Dijo pensante Thirin. “Supongo que solo pudieron hablar de eso.”
“Solo eso…” Dijo al aire Alara. “Tanto esfuerzo en vano…” Agregó apenada. “No sé qué hacer…”
“Yo tampoco, Alara. Creo es una buena oportunidad para unirnos, es uno de esos momentos de la historia que todos van a recordar…” Dijo al aire Thirin. “¿No es momento de prepararnos para lo peor pensando en lo mejor?”
Alara levantó la mirada.
“No sé cómo haces para sonar bien.” Dijo divertido.
“Solo digo lo que siento…” Dijo apenada Alara. “¿En qué estás pensando?”
“Creo que tuvimos suerte y encontramos a la espía de más alto de nivel.” Dijo al aire el jedi. “Creo que la Fuerza nos dejó la rata que necesitábamos encontrar, no me parece que puedan tener más espías de ese nivel…”
Alara pensaba lo mismo.
“Ahora debemos aprovechar a Mirabella, me imagino que el resto debe cambiar un poco su actitud ahora… Tal vez sea el momento ideal para atraparlos.” Dijo pensante Thirin.
“Eso vamos a hacer cuando acabe el Congreso.” Dijo pensante Alara. “¿Cómo te sientes? Ch’Chok sanó tus heridas y los droides dicen que estás bien, pero yo sé que esos relámpagos a veces… dejan secuelas.”
“Nada que lamentar.” Dijo sonriente Thirin. “No me esperaba que pudiera resistir mi Castigo Esmeralda, pero…”
“A mí también me tomó por sorpresa. Syo dice que el dolor les da poder, pero no me imaginaba que pudiera ser de esa manera.” Dijo ofuscada Alara.
“No te preocupes, Alara. Todo salió bien, creo que necesitaba unas horas en la cama.” Dijo divertido Thirin mientras alguien golpeaba la puerta.
“Pasa, maestro.” Dijo pensante Alara, que ya sabía que era Ch’Chok.
“Thirin, que gusto verte despierto.” Dijo contento el jedi. “¿Cómo estás?”
“Bien, bien… No necesito más niñeras.” Respondió con malicia.
“Deberías descansar, Alara…” Dijo el gigantesco whiphid mientras se sentaba en una silla que era muy pequeña para él.
“Estoy bien, solo quería despejar la cabeza y eso solo iba a pasar si Thirin estaba bien…” Respondió apenada.
“¿Cómo llegamos a esto?” Preguntó en voz alta Ch’Chok. “Espías… Ihsahan… El Imperio ganando amigos en la República…”
“Todo empezó con Ihsahan, pero…” Dijo al aire Alara. “Nosotros somos culpables también, estamos muy contentos con nuestras antiguas reglas y costumbres…” Agregó apenada. “¿Cuántos pequeños encontró Kalarirah en su carrera?”
“Muchos, más de una docena… ¿Cuántos dejó en el Imperio?” Respondió acongojado Ch’Chok. “Ihsahan debe ser uno de ellos…”
“Maldición…” Dijo al aire Alara. “Tenemos que hacer esto bien, Ch’Chok. Es un momento de quiebre…”
“Por eso estoy aquí, hiciste un buen trabajo tranquilizando a todos, pero necesitamos elegir el camino con cuidado. No confío en nadie, Alara. Kalarirah era una de mis viejas amigas, la he visto crecer dentro de la Orden desde que la entrenamos en Coruscant.”
“¿Siempre estuvo con nosotros?” Preguntó en voz alta Thirin.
Ch’Chok estaba pensando, bajó su mirada por un momento para recordar.
“Fue como Shin, la encontraron cuando tenía veinte en Nar Shaddaa. Solía ser una esclava en un antro de cartas, un día simplemente escapó y terminó frente a un caballero de aquella época, pero eso fue hace… años.” Dijo ofuscado Ch’Chok.
“No creo que podamos detectarlos de esa manera.” Pensó en voz alta Thirin. “¿Su presencia te recordó a alguien? La presencia que nos dejaba sentir, siempre he sentido que la conocía…”
“Sí, a Shin…” Dijo apenada Alara.
La maestra se percató de que hacía más de un año que Shin no pasaba por su mente. Sintió una profunda vergüenza, porque se había prometido que nunca iba a olvidarse de él.
“¿A Shin?” Preguntó sorprendido Thirin. “Nunca he podido sentirlo…” Agregó pensante.
“La última vez que trabajamos juntos podía… mostrarse, o por lo menos eso fue lo que asumí.” Respondió pensante Alara. “Su presencia era cálida y… fresca, como la de ella.”
“Syo estaba enseñándole uno de sus trucos, Alara.” Dijo pensante Ch’Chok. “Recuerdo una conversación extraña con ellos, creo que tu padawan no le gustaba el hecho de que nadie lo sintiera, muchas veces no creían que fuera uno de los nuestros hasta que levantaba algo con su telequinesis.” Recordó mientras se ponía de pie para caminar. “Yo intenté decirle que no era parte de él tener presencia, ya que su relación era diferente a la de los demás. Syo tenía otra idea y le dijo que podía sacar a flote alguna de sus… cualidades.”
“¿Introspección?” Preguntó al aire Alara.
“Lo opuesto, es una versión avanzada del Trance de Curación.” Dijo divertido Ch’Chok. “En pocas palabras, introspección significa encontrar la paz, el vacío para centrarse dentro de uno. Esta técnica deja que la Fuerza del… universo simplemente pase por uno para ser sanado. Syo la usa para tener sus famosas visiones, como la gran mayoría de los maestros, pero tiene otros efectos, como conectarnos a ciertas partes afines a uno de la Fuerza.”
Alara y Thirin estaban escuchando con atención.
“Yo vi ese holocron…” Dijo al aire Thirin. “Estaba en la sección de maestros.”
“¿Shin aprendió eso?” Preguntó sorprendida Alara.”
“Por puro capricho… No esperé que pudiera aprender una técnica avanzada como esa, especialmente porque siempre había tenido problemas para meditar a voluntad, pero tuve que tragarme mis palabras. Tuvo un ataque de genialidad al cabo de unos días ya era un experto, su presencia era… extraña, a veces era una brisa, otra era una ventisca… Al cabo de unas semanas quedó como la describiste, Alara.” Dijo Ch’Chok mientras se volvía a sentar.
“Estúpido…” Dijo al aire Alara. “Siempre aprendo algo nuevo de él, necesito hablar con Syo.”
“Pensé que lo sabías, Alara. ¿Crees que nos puede servir de algo?” Preguntó con curiosidad Ch’Chok.
“No sé, habría que estudiar alguien que tenga esa técnica bien desarrollada…”
“¿Cuántos pueden usar esa técnica?” Preguntó con curiosidad Thirin. “¿Tiene nombre?”
“No tiene nombre, ya que… Idealmente es la misma meditación que usamos para sanar.” Pensó en voz alta Ch’Chok. “Syo puede usarla, Kysho podía usarla… Varios podemos usarla, yo también, pero el único que recibía una presencia era Shin. Me imagino que debe haber alguna técnica para ocultar la… oscuridad y convertirla en algo como eso, no me imagino como los entrenan para ello.”
“Tiene que ser un talento natural, maestro.” Pensó en voz alta Thirin.
“A menos que haya una manera de pervertir… cambiar la conexión que uno tiene con la Fuerza.” Dijo al aire Alara. “Eso no está fuera de su alcance…”
“A veces somos ignorantes en asuntos inoportunos.” Dijo ofuscado Ch’Chok. “Necesitamos conocimiento sobre el lado oscuro.”
“En eso estaba pensando…” Dijo al aire Thirin. “¿Cómo elegies a alguien para una misión como esa?”
“Tal vez no necesitemos conocimiento de ese estilo, ¿No teníamos una expansión de nuestros sentidos para esto?” Preguntó en voz alta Alara.
“Teóricamente, en el pasado podíamos ver con nuestros sentidos la Fuerza.” Dijo pensante Ch’Chok. “Más allá de lo que ya hacemos, podemos conocer detalles como su alineación, tal vez deberíamos hablar con alguno de nuestros expertos.”
“¿Tori?” Preguntó divertida Alara. “Ella es natural con esa técnica, es la única que puede encontrarme.”
“Ella va a ser una experta en algún momento, Syo solía ser uno de ellos.” Dijo pensante Ch’Chok. “Yo nunca he tenido talento en tactus otium. Deberíamos hablar con Shura, ella siempre tiene en mente ese tipo de nociones.”
“Lo importante es que tenemos alguna idea que seguir.” Dijo con entusiasmo Thirin mientras miraba a Alara.
“Gracias…” Dijo apenada. “Ese tipo de técnicas deberían aprender nuestros amigos que trabajan con los espías. Aprender como lo hacen parece ser útil también, tal vez nos de alguna pista más.”
“Parece cierto.” Pensó en voz alta Ch’Chok. “No sé si vale la pena seguir con el Congreso, Alara.”
“Lo único real es que quieren hacer algo con estos espías y que están dispuestos a actuar, pero…” Dijo apenada la maestra.
“No estamos pensando con claridad.” Dijo al aire Ch’Chok.
“Están locos si están pensando en eso… ¿Qué vamos a hacer? ¿Tenderle una trampa a Ihsahan con los mejores maestros?” Dijo ofuscado Thirin.
“No tenemos muchas opciones, maestro.” Dijo pensante Ch’Chok. “Nuestros amigos sienten que están perdiendo en todos los ámbitos de la Orden. Tal vez necesitamos una victoria o aclarar algo para recobrar el balance. Ya aprendimos que no podemos dejar todo a la Fuerza, tenemos que actuar para no repetir la Guerra Civil.”
“Esto es otra cosa…” Dijo pensante Thirin. “Alara, tienes que hacerlos entrar en razón. Nosotros no somos el Imperio.”
“Voy a hacer todo lo posible, Thirin… El tema es complicado, tienen… tenemos miedo de tener algo muy complejo entre nosotros.” Dijo pensante Alara. “Deberías descansar, nosotros nos ocupamos del resto.”
“Descansa, Thirin. Mañana será otro día…” Dijo sonriente Ch’Chok.
Alara no sabía por dónde empezar.