Ihsahan llegó al escondite para escapar de Coruscant, las autoridades ya se habían enterado de lo que había pasado y lo único que faltaba eran sus herramientas. Shia y Artrisa todavía no habían llegado cuando Ihsahan destruyó uno de los micrófonos secretos de la chiss. Leyó algunas noticias en su holo cuando escuchó el ruidoso jet de su mandaloriana. Shia entró volando por la ventana mientras Artrisa por la puerta.
“Eres rápido, alor.” Dijo divertida la mandaloriana mientras se acercaba. “Nos cercioramos de que los ineptos de la República encuentren la trampa. Los pocos soldados que había llenaron de agujeros al robot.”
“Buen trabajo.” Dijo con severidad Ihsahan.
“Parece que tu pelea fue aburrida…” Dijo divertida Shia. “Yo tengo algo para que hagas, voy a preparar la nave.” Agregó para lanzarse por la ventana y salir despedida hacia la terraza.
Artrisa guardó sus cosas en tres segundos y estaba lista para subirse al ascensor a su lado. La mujer lo estaba mirando con curiosidad.
“Habla.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“¿Por qué peleas con esos jedis? No son nada comparado con tu poder.” Dijo de repente la tiradora.
“¿Por qué me espías? Tus tácticas son inútiles contra mí.” Respondió sin cuidado Ihsahan.
La chiss tragó saliva.
“La próxima vez no dudes en apretar el gatillo.” Agregó para encontrar a Shia en la terraza.
Su nave ocupaba la mayoría del puerto y Shia estaba parada en el borde, mirando hacia donde estaban las luces de la ley de Coruscant.
“La nave está lista, jefe.” Dijo divertida Shia. “Parece que no saben por dónde empezar.”
Artrisa subió por la rampa para terminar parada junto a Ihsahan en la cabina. Su maestro era eficiente y al cabo de unos minutos ya estaban fuera de Coruscant, listos para entrar en hipervuelo. Shia se puso de pie luego de quitarse el casco para intercambiar una mirada con ella y marcharse hacia el interior de la nave. Su maestro caminó directo hacia la mesa de comunicaciones para detenerse a escribir algo. Ella se detuvo a su lado sin poder decir lo que quería.
“Habla.” Dijo con severidad Ihsahan.
“¿Desde cuándo sabes que soy una espía?” Preguntó con prestancia la chiss.
“¿Espía? Desde siempre, asesina, hace un tiempo.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Debiste haberme matado cuando podías.”
“No puedo matarte.” Dijo con seriedad Artrisa. “Eres…”
“¿Por qué las dudas? ¿No crees en el Imperio de mi maestro?” Preguntó con prestancia Ihsahan.
“Me… me gusta más el tuyo.” Dijo ofuscada la chiss sin poder mirar hacia su máscara. “¿Qué va a pasar conmigo?”
“Nada, seguirás trabajando para mí.” Respondió sin cuidado Ihsahan. “Eres una gran tiradora y espía, pero no sabes que hacer en las misiones que van en contra de tus ideales.”
Artrisa gruñó ofuscada.
“Es cierto.” Admitió sin esperar nada a cambio.
“Alor.” Dijo Shia mientras se acercaba a ellos.
La mandaloriana estaba envuelta en una toalla, prácticamente empapada.
“¿Qué nos resta por hacer?” Preguntó mientras se detenía frente al sith.
“El informe.” Respondió con prestancia Ihsahan.
Shia estaba revisándolo con curiosidad.
“Parece que las twi’leks no te han podido tocar…” Dijo sorprendida. “Debe ser por esas horas que pasas entrenando con Mirana.”
“Creo que la última vez que lo lastimaron fue en su pelea con Indo.” Dijo sin cuidado Artrisa.
“Que raro hablando fuera de turno…” Dijo divertida Shia mientras enfrentaba al sith. “Te espero, alor. Quiero que… revises mi informe.”
Shia se fue marchó lentamente para llamar su atención.
“¿Qué vas a hacer conmigo?” Preguntó con prestancia Artrisa.
“Nada.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Si tienes un problema con eso, deberías volver con mi maestro.”
Artrisa lo enfrentó de cerca.
“¿Por qué?” Preguntó ofuscada. “¿Te gusta ser espiado?”
“Eres una gran tiradora, Artrisa.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Mi maestro pondría a alguien más a espiarme, es lo mismo. Tú ya estás aquí, es la única diferencia.”
“Eres el sith más extraño del Imperio, Ihsahan. Tú si crees en las patrañas de tu Orden.” Dijo ofuscada Artrisa.
“Así será mi Imperio, espía. Mis convicciones de mejorarlo son reales y voy a cumplir con mis deseos.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Artrisa vio a su maestro marchar, pensando si estaba en el lugar que quería estar.
Luego de dar su informe, Ihsahan encontró a Shia limpiando su armadura en el hangar. Tenía un rincón para ella donde hacía mantenimiento a sus armas y armadura. La mandaloriana tenía ambos blasters desarmados sobre una mesa de trabajo y un pequeño droide de dos patas estaba ayudándola con una lupa. Mirana caminaba a su lado y parecía que quería decir algo hace un rato. Pasaron una puerta para entrar a un pasillo que terminaba en la nueva biblioteca, donde Artemios estaba meditando con un trío de holocrons flotando a su alrededor.
“Maestro.” Dijo en el momento que se percató que estaba acompañado. “Tengo una pregunta, ¿Cuán jedi eras?”
“Padawan.” Dijo con seriedad Ihsahan mientras Mirana se ofendía.
“No me mires así, Mirana. Es una pregunta válida, quiero saber si sabía alguna técnica avanzada. Estoy buscando una manera de encontrar a esas espadas que tanto le molestan a nuestro poderoso maestro.” Dijo divertido el purasangre.
Mirana se cruzó de brazos para mirar a Ihsahan, que se sacó la máscara para mirar a Artemios.
“Aprendí algunas técnicas avanzadas, como la Meditación de Sanación.” Respondió con prestancia.
“¿La forma avanzada? Tengo entendido que todos los padawans aprenden a meditar para sanar sus heridas.” Pensó en voz alta Artemios.
“Básicamente buscan en la Fuerza de su interior para sanar sus heridas.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Yo aprendí la forma avanzada de la técnica más común de ellas. Resulta que puedes… encontrar parte de ti en la Fuerza para mostrárselo a los demás.”
“¿Es parecido a lo que hacen las espadas?” Preguntó con curiosidad Artemios.
“No. Ellos aprenden a conectarse de dos maneras a la Fuerza. Usan sus emociones y deseos con el lado oscuro y aprenden a lidiar con las nimiedades de centrar sus cuerpos y mentes para el lado de la luz.”
“¿Por qué aprendiste eso?” Preguntó con curiosidad Artemios.
“En ese momento me molestaba que nadie pudiera sentirme.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Nadie creía que era un jedi hasta que usaba mi telequinesis. Aprendí esa técnica para mostrar que estaba conectado a la Fuerza de otra manera. Las enseñanzas sith son muchos más claras que la ofuscación natural entre los jedis.”
“Hmm…” Dijo pensante Artemios. “Déjame entender, ¿Tú te muestras?” Preguntó confundido Artemios.
Ihsahan liberó su presencia para que el sith sonriera divertido.
“Ah, ahora entiendo. Literalmente permites que te sintamos… ¿Tú otra habilidad…?
“Maestro, no me parece apropiado que deba responder las insensatas preguntas de Artemios.” Dijo ofuscada Mirana.
“La única espía es Artrisa, Mirana. Ya lo sabes. Artemios no sabe cuándo dejar de saciar su curiosidad, nada más.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Lo sé, pero eres un hombre ocupado. Básicamente estás manejando el Imperio, no deberías malgastar tu tiempo en sandeces.” Dijo con seriedad la guardia.
“Tú eres una de las sandeces, Mirana.” Dijo con seriedad el sith.
“Es…cierto, pero…” Dijo apenada la mujer.
“Entonces tengo una respuesta para su pregunta, maestro. Lamentablemente no es algo agradable.” Dijo divertido Artemios.
“Habla.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Tendremos que aprender algunos trucos de la famosa luz.” Dijo jocoso Artemios. “Sentir los alrededores de la Fuerza es algo innato en ellos.”
“Tactus otium.” Respondió al instante Ihsahan. “Todo aprendiz aprende a entender la Fuerza que lo rodea. El talento usualmente se termina en reconocer el lado oscuro y a tus conocidos.”
“Exactamente, nosotros debemos pulirlo un poco más para llegar a nuestros elusivos amigos.” Dijo divertido Artemios. “Por lo que sé de tu maestro, ustedes dos son los únicos que pueden detectarlo a través de sus mentiras.”
“Sí, es una habilidad que enseñan en Ziost. Cuando rastreas a alguien a través de la Fuerza debes encontrar su rastro, este siempre es el verdadero.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Es un talento adquirido.”
“Entonces… Necesito saber su verdadero rastro antes de poder ubicarlos con la técnica más común.” Dijo pensante Artemios.
“Exactamente, por eso son tan difíciles de rastrear, ya que nunca han estado mucho tiempo entre nosotros y la mayoría que los conoce sienten un… jedi. Su ofuscación tiene límites de todas maneras, ya que sus presencias son esencialmente idénticas.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“¿Por eso estás rastreándolos?” Preguntó sorprendida Mirana.
“Si nosotros podemos pensar esto, ellos también pueden.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Conociendo como piensan, ahora mismo deben estar planeando la purga de la Orden.”
“Nuestras Espadas van a estar bien, de todos modos. Solo van a vivir como jedis como un tiempo.” Dijo pensante Artemios.
“Exactamente.” Aclaró pensante Ihsahan. “No tenemos muchas técnicas para evitar que desaparezcan, pero estoy seguro de que este es el momento para encontrarlos y tenerlos vigilados.”
“¿Doble espías? ¿No vas a anunciarlos de esa manera?” Preguntó con curiosidad Mirana.
“No lo creo, SIS es… mucho menos que su reputación.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Los espías normales son mucho más eficaces que las Espadas para obtener información. La única ventaja de ellos que están dentro de la Orden, donde es más difícil meter gente no adepta.”
“Piensa que ellos tienen un solo secreto.” Dijo divertido Artemios. “Y no vale nada.”
“La identidad del director del SIS.” Dijo pensante Mirana. “Lo sé, es un chiste en Inteligencia.”
“Todo lo demás, es información corriente para nosotros. Incluso alguno de sus supuestos secretos militares.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Te quiero en esto, Artemios. Es importante para nosotros tener bajo control a esos inútiles. Mi maestro les tiene demasiada confianza, pero yo creo que son un arma de doble filo… Especialmente desde que sé quién era el líder anterior.”
“¿Era maestro tuyo?” Preguntó divertido Artemios.
“Sí. Syo Vakarian.” Respondió pensante Ihsahan. “Incluso con lo que sé ahora estoy seguro de que ya no era un sith cuando me entrenaron. Kalarirah, en cambio, siempre tuve dudas de ella.”
“Esos ineptos nunca han sabido a quien aceptan en sus filas.” Dijo pensante Mirana. “¿Dudas de alguien más?”
“Hay muchos jedis que nunca he conocido, Mirana. Syo es el único que me parece sobresaliente, más que nada porque podría haber sido el próximo Gran Maestro.” Dijo con seriedad Ihsahan. “¿Dónde está mi caza?”
“En el hangar. Vitti estaba trabajando en él, me dijo que tus filtros necesitaban un cambio y no entiende tus cálculos de hipervuelo.” Respondió al instante Mirana. “¿Necesitas algo?”
“No, ya conozco mi destino.” Dijo el sith para mirar hacia una estatua de un sith. “¿Qué entraste en Kyros-4?”
“Un hermoso vestíbulo en ruinas.” Dijo divertido Artemios. “Creo que tienes razón, el de las visiones tiene que ser Tharan, todos los lugares coinciden. Supongo que Syo era un gran explorador en la República.”
“Eso confirma mis sospechas.” Dijo pensante Ihsahan. “Mi maestro es como Rohus y no le gusta que nadie lo sepa.”
“Ese es el caso.” Dijo divertido Artemios. “Tengo que estudiar a los Grises, me gusta mucho su… estilo.”
“Deberías visitar Coruscant.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“No lo veo siendo muy sigiloso en el Templo, milord.” Dijo divertida Mirana.
“No necesita estar presente, tus ojos pueden ser una de nuestras espías en el templo. Flannia, por ejemplo.”
“Ah, una gran idea.” Dijo sonriente Artemios. “¿Tienen información sobre ellos?”
“Muy poca, pero mucha más que en este lado de la galaxia. En los registros de la Emperatriz solo aprendí que solían ser los Guardianes de la Joya.” Dijo pensante Ihsahan. “Todavía no sé qué es esa… joya.”
“Solo necesitamos tiempo, maestro.” Dijo con entusiasmo Artemios. “Todos los secretos de la galaxia serán nuestros…”
“Eres extraño, Artemios.” Dijo ofuscada Mirana mientras seguía de cerca a su maestro. “¿Qué pasó con Artrisa?”
“Ahora sabe lo que sé.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Solo resta que tome su decisión.”
“Espero que no sea una estúpida y se percate de que este es el lado correcto.” Dijo con seriedad Mirana.
“Está confundida desde el primer día, pero creo que va a quedarse con nosotros.” Dijo con seriedad Ihsahan mientras salían al hangar.
“Vitti está ayudando a Shia, así que ya debe haber terminado con tu caza.” Dijo pensante Mirana.
Ihsahan caminó hacia su nave, pensando que iba a encontrar en Karastros.