La maestra llegó a Coruscant para enterarse de las peores noticias posibles, Aola y Shakka estaban muertas junto a su protegido. Alara no había olvidado de lo que se sentía perder un amigo. Llegó corriendo al lugar, pero ya era tarde. Junto a Thirin habían descubierto la verdad, alguien había asesinado al senador para que apareciera Ihsahan. El resto era historia, sus amigas habían sido derrotadas por el monstruo mientras protegían a un pirata espacial de antaño.
“Alara…” Dijo apenado Thirin mientras se agachaba a su lado. “Lo siento mucho.”
“¿Por qué tuvieron que morir por alguien así?” Preguntó mirando el holopad que estaban en el suelo con la imagen del pirata en repetición.
“Ha sido mi culpa.” Dijo Mirabella mientras se agachaba a su lado. “Pensé que había encontrado a todas las ratas en el senado.”
“Yo…” Dijo apenada Alara. “No puedo…”
Mirabella apretó sus manos.
“Aquí están tus amigos, Alara.” Dijo con seriedad Thirin. “¿Tenemos alguna grabación de la pelea?”
“No, Ihsahan barrió con todo.” Dijo pensante Mirabella. “Parece que han planeado todo con cuidado. Resulta que no hubo sesión en el Senado por una huelga. Sus amigas tuvieron que venir a seguir a… Urahara a su trote matutino…”
“¿Nadie vio nada?” Preguntó con curiosidad Thirin.
“Tenemos algunos testigos, pero… sus peleas son fantásticas, Thirin. Lo único real es que alguien disparó desde lejos para matar a ese pirata disfrazado de político y concuerda con lo que encontramos en aquel edificio.” Dijo con prestancia Mirabella. “Encontramos un droide de los Separatistas, ha querido escapar y lo han destruido para detenerlo.”
“No quiero ofender a tus agentes, pero eso suena a patrañas.” Dijo con seriedad Thirin.
“Lo sé, yo creo que es todo muy forzado, pero nadie vio nada extraño en ese momento.” Dijo pensante Mirabella. “Alara…”
“Aola era una de las más poderosas en la Orden.” Dijo apenada la maestra. “¿Cómo pudo haber sido derrotada?”
“Ihsahan es un monstruo, Alara.” Dijo pensante Thirin. “¿Hay algún ángulo político para esto?”
“Estamos en un momento complicado…” Dijo pensante Mirabella. “Maestra, mi jefe quiere que su Orden se haga cargo de la seguridad del Canciller en la próxima reunión con la Emperatriz. Tiene información de que algo va a pasar.”
Thirin se paró de pronto.
“Imposible, será visto como un acto de guerra.” Dijo sorprendido.
“Lo sé.” Dijo pensante Mirabella con los ojos clavados en Alara. “Tal vez es hora.”
“¿De qué?” Preguntó sorprendida Alara.
“No lo sé, tenemos mucha gente importante que no sabe qué hacer. Mucha gente poco importante que quiere cambiar de bando, ya que el enemigo ya no es el monstruo de antaño. Tal vez es hora de quitarles la máscara.” Dijo pensante Mirabella mientras se sentaba junto a la maestra. “Eso está pensando una parte de nuestra inteligencia y gran parte de la milicia. En el Senado tienen la misma idea, porque el Imperio está en su mejor imagen positiva en toda la historia…”
“Es una estupidez.” Dijo ofuscado Thirin.
“¿Crees que la gente está en peligro?” Preguntó con cuidado Alara.
“Mi jefe lo cree.” Dijo pensante Mirabella. “Tal vez puedan ser unos pocos bajo tu… escrutinio.”
“Lo voy a pensar, tal vez sea la oportunidad que necesitamos para encontrar a Ihsahan.” Dijo pensante Alara.
“Alara, no estás pensando con claridad.” Dijo pensante Thirin.
“Lo sé, pero… Todos quieren acabar con esto, Thirin. Tal vez sea hora de que nosotros tomemos la iniciativa… No quiero que el próximo seas tú...” Respondió llena de tristeza.
“Si es mi turno, Alara, voy a llevármelo a la tumba…” Dijo con decisión Thirin.
“Aola estaba diciendo las mismas estupideces la última vez que la vi…” Dijo apenada Alara. “Y aquí está.”
“Lo siento, Alara. Yo tampoco estoy pensando con claridad. No creo que podamos derrotar a alguien como él en un enfrentamiento frente a frente. Necesitaremos tácticas y un poco de la Fuerza para que tengamos algún resultado positivo.”
“Todo se puede planear.” Pensó en voz alta Mirabella. “Alara, no hagas nada drástico. Era mi deber decirte lo que piensa mi jefe, pero…”
“Tenemos que proteger a la República, Mirabella. Incluso de un enemigo que parece ser mejor que nosotros en este momento.” Dijo con seriedad Alara. “Thirin, necesitamos mover a nuestros amigos.”
Alara estaba llena de decisión, pero no quería tomar una decisión equivocada.
Su habitación era pequeña, pero encontró la tranquilidad que necesitaba para pensar mientras esperaba por sus padawans. Tenía que armar un buen equipo para mantener a Ihsahan en el Templo para poder acabar con él. No era algo que cualquier jedi debiera planear, pero todos habían estado más que de acuerdo de que ya era la hora de defenderse. Tori golpeó un millar de veces su puerta en dos segundos para anunciarse junto a Juna. Las padawans escucharon todo con mucho cuidado hasta que Alara comentó lo que había pasado en Ossus. Juna estaba perturbada por lo que había escuchado de su vieja maestra y Tori estaba triste por Aola y Shakka.
“Maestra, yo sé que siempre me quejo de que no hacemos lo suficiente, pero esto es demasiado.” Dijo de la nada Juna.
“Es cierto.” Aportó Tori.
“Lo sé, pero es lo que la Orden quiere hacer. Ch’Chok dice que tal vez la inacción es lo que nos está atando a este estado de… shock.” Dijo pensante Alara. “Tori, tú vas a ser mis ojos en Karastros, Juna te quiero conmigo, la verdad es que ustedes son de las pocas personas en las cuales confío.”
“Entendido, maestra.” Dijeron ambas al unísono.
“Todavía no he podido conectarme con Syo.” Pensó en voz alta Alara.
“Cuando nos fuimos estaba entrenando en la jungla.” Dijo pensante Tori. “Me dijo que quería meditar para atraer nuevas visiones.”
“Supongo que me atenderá en algún momento…” Dijo pensante Alara. “¿Cómo están?” Preguntó con cuidado.
“Nosotras deberíamos preguntar eso, maestra.” Dijo ofuscada Juna. “No puedes hacerte cargo de toda la Orden y no preocuparte por ti.”
“Maestra, todavía no te tomaste las vacaciones que nos prometiste.” Dijo con firmeza Tori. “Una semana, nada más.”
“Los jedis no podemos…”
“Tomarnos vacaciones… Lo sé, pero necesitas descansar.” Dijo con prestancia Tori. “La galaxia va a seguir girando mientras descansas.”
“No lo sé…” Dijo apenada Alara. “Tenemos mucho trabajo y esto es importante, especialmente si podemos desenmascarar al Imperio o a Ihsahan.”
“Creo que estamos demasiado fijados en ese sith con máscara.” Dijo al aire Tori. “Su máscara y presencia nos está desviando del problema real.”
Alara sonrió divertida.
“Es exactamente lo que está pasando, Tori.” Dijo pensante. “Ihsahan atrae las miradas y hace parecer al Imperio mejor de lo que es, pero…”
“En realidad nada ha cambiado de fondo, Tori. Eso queremos sacar a luz, así la República deja de perder aliados.” Completó pensante Juna.
“Yo creo que hay algo más en las sombras.” Dijo pensante Tori. “¿Cómo vamos a lidiar con los espías?”
“Tenemos a Mirabella en eso junto a nuestros amigos, tendremos que confiar en ellos.” Dijo pensante Alara. “Quiero que tengan mucho cuidado de ahora en más.”
“Entendido.” Dijo pensante Tori. “Ustedes son las que deben tener cuidado…”
“No te preocupes por nosotras, Tori, tenemos a nuestros amigos para ayudarnos.” Dijo sonriente Juna.
“Ese sith es un monstruo, Juna.” Dijo apenada Tori. “Tengan cuidado…”
Alara acarició con cuidado la cabeza de su padawan.
“Solo vamos a entretenerlo para que aparezcan los maestros, vamos a suprimirlo con una vieja técnica de la Orden.” Dijo sonriente Alara. “Todo estará bien…”
Alara quería creer en las palabras que estaba diciendo.