Traición

8 - Epílogo

La jungla de Karastros no había cambiado demasiado en estos años, los animales eran los mismos, la humedad constante y las pruebas aburridas. Ihsahan saltó sobre un tronco para cruzar un pequeño peñasco y encontrar el sendero que llevaba hacia la cascada. Podía sentir a Syo en la distancia, perdido en la Fuerza como solía estarlo en el pasado. El ruido de la cascada ocupaba el lugar de las meditaciones de Syo, que lo estaba ignorando por completo. Ihsahan lanzó una roca frente a él para distraerlo.
“Tori… ya te dije que…” Dijo mientras se giraba para descubrirlo.
El jedi se silenció de repente mientras se ponía de pie.
“Siempre pensé que iba a percatarme de tu presencia, Ihsahan.” Dijo sonriente mientras sacudía su rosada túnica.
“Te estaba buscando, Espada.” Dijo con seriedad el sith.
“Escuché que querías mi puesto… Supongo que era hora que alguien lo ocupara.” Respondió jocoso mientras lo revisaba con la mirada. “Eres más formidable de lo que esperaba, ni la Fuerza sabe que estás frente a mí.”
“¿Qué encontraste para mi maestro?” Preguntó de la nada Ihsahan. “Ya sabe que lo traicionaste, por eso estoy aquí.”
“Ah, mi secreto…” Dijo jocoso el jedi. “¿Por qué quieres saber eso?” Preguntó divertido. “Me encantaría ver las reacciones de tu cara.
Ihsahan se sacó la máscara con mucho cuidado para que el maestro perdiera su sonrisa por completo. Su sorpresa era evidente, ya que hasta dio un paso hacia adelante que canceló con dos rápidos pasos hacia atrás, quedando en el borde del pequeño y rocoso lago.
“Eres exactamente a lo opuesto que esperaba debajo de esa máscara, Shin.” Dijo apenado Syo.
“¿Qué estabas buscando para Tharan, Syo?” Preguntó con severidad Ihsahan.
“Vas a romper el corazón de tu maestra, Shin…” Dijo pensante el jedi.
“No creo que sea posible, debe estar ocupada con sus padawans.” Dijo con severidad Ihsahan.
“¿Eso es lo crees?” Preguntó confundido Syo.
“Se olvidaron en una semana de Shin, jedi.” Dijo con seriedad Ihsahan. “¿Cómo crees que se siente?”
“Tú también puedes jugar esos juegos…” Dijo apenado Syo. “Te hemos fallado, Shin y en nombre de todos me disculpo.” Agregó mientras se inclinaba un poco. “No puedo darte la información que buscas, es preciada para mí.” Terminó mientras se paraba derecho.
Ihsahan estaba parado frente a su adversario sin hacer nada.
“¿Por qué no vuelves a nosotros?” Preguntó sonriente. “Ya estás en casa.”
“No hay nada a que volver, jedi.” Dijo con severidad Ihsahan.
“Eso no es cierto.” Dijo divertido Syo, que parecía volver a sí mismo. “Solo tienes que esconder esa máscara y te recibiremos con los brazos abiertos…”
“¿Cómo fuiste espía todos esos años, Syo?” Preguntó en voz alta Ihsahan.
Syo sonrió divertido.
“Siempre has sido honesto, Shin, y siempre has sido perceptivo, la magia de no haber crecido como un jedi…” Dijo jocoso. “Es cierto. Has matado a muchos de nuestros amigos sin razón alguna, nadie va a perdonarte aquí…” Agregó con seriedad.
“Me preguntó que harían contigo si supieran de donde salía la información sobre la Orden.” Dijo con seriedad Ihsahan. “¿Qué encontraste y no entregaste a mi maestro, Syo?”
Syo lo miró con fijación.
“No me lo perdonarían, Shin. Ya he abandonado esa vida…” Dijo sonriente. “¿Sabes como caí? Como un estúpido, pensé que había lastimado a mi maestro con mis aires de espadachín y me marché sin rumbo… No sé como terminé en Ziost, pero…”
“Ya conozco la historia de tu vida, Syo.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Ah, me imagino que alguien de tu calibre debe estar al tanto de todo.” Dijo divertido Syo.
“Es mi Imperio, jedi. No hay nada que no controle, que no sepa.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Lo importante es que había vuelto a Dromund Kaas a reportarme cuando encontré a una pequeña y llorona niña…” Dijo sonriente Syo. “Tu maestra me trajo de vuelta a mis amigos, Shin.” Agregó mientras revisaba sus alrededores. “¿Crees que voy a traicionarlos?”
“No me importa demasiado como escapaste de la Orden, Syo. Me imagino que has trabajado a media máquina para mantenerte del lado útil del que solía manejarte antes que mi maestro.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Exactamente, Shin… Siempre has sido perceptivo… ¿Puedo preguntar como te… atraparon? La única razón por la cual nos rendimos fue tu personalidad. Nadie podía creer que ibas a durar mucho en Korriban o Ziost. Siempre has sido… cabeza dura.” Dijo sonriente Syo.
“Irrelevante.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“No es irrelevante, quiero entender…” Dijo pensante Syo mientras se cruzaba de brazos para rascar su mentón. “¿Qué te ofrecieron? ¿Las mentiras de las Sombras?”
“Ahora son verdades, jedi.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Te abandonamos con facilidad, Shin… Supongo que lo único que querías era una familia.” Dijo al aire Syo. “Tiene sentido.”
“Tú no sabes lo que es una familia, Syo.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Necesitas sentir algo para tener una familia.”
Syo sonrió divertido.
“No puedo discutirte eso, Shin. Tú sabes lo que es tener una familia… Nos amabas a todos.” Respondió divertido el maestro.
“Una semana, jedi.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Desperté en Korriban listo para morir en sus manos, Tharan eran tan poderoso que mi habilidad simplemente me decía que iba a morir.” Agregó con honestidad. “¿Sabes que me dijo?”
Syo tenía tristeza en sus ojos.
“Que ya me habían olvidado, ahí estabas en mi funeral con la nueva aprendiz de mi maestra… ¿Cómo se supone que muera por ustedes después de eso?” Preguntó enojado el sith.
Ihsahan solo sentía dolor y soledad.
“Lo siento mucho, Shin…” Dijo con sinceridad Syo. “Pero…”
“Así son las cosas.” Completó el sith.
“¿Por eso eres un sith?” Preguntó con curiosidad Syo.
“Abrí mis ojos ese día, jedi.” Dijo con seriedad Ihsahan. “¿Qué…?”
“Nada, Shin. No vas a encontrar esas palabras en mí… ¿Por qué no estamos peleando?” Preguntó divertido.
“Todos suelen atacarme primero.” Dijo con seriedad Ihsahan. “No siento nada por ustedes, mi maestro piensa que mi venganza es magnífica, pero la verdad es que solo están en mi camino, protegiendo piratas y esclavistas con ropas caras y sofisticadas.”
“¿Por qué te atacarían primero, Shin? Todos te amaban aquí.” Dijo sonriente Syo. “Yo puedo hablar todo el día contigo…”
“Simplemente eran así, jedi. Nunca me han querido en estos lugares.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“No puedo dejar que Alara te vea así, Shin…” Dijo apenado Syo. “Quiero decirte que lo siento mucho, debería haberte encontrado en Korriban, deberíamos haber peleado por ti.”
Syo saltó de repente para intentar cortar a Ihsahan con ataque desde su cinturón. El sable fue bloqueado por su guantelete y el contragolpe fue una poderosa patada que el jedi esquivó al saltar hacia arriba. Todas las piedras del lugar atacaron al sith, que con un gesto de su mano las pulverizó para saltar directamente hacia su enemigo. Ihsahan cerró su puño para que Syo salte a esquivar el millar de rocas que aparecían del suelo, rebotando en un pilar para atacar a Ihsahan, que bloqueó el ataque con su rojizo sable iluminándolos con una luz magenta. El sable de Syo era violeta y era mucho más rápido de lo que recordaba. Giró para darle una patada en el pecho que no tuvo efecto en él. El jedi cayó en el agua para saltar directo hacia el bosque y perderse entre los árboles. Ihsahan lo siguió de cerca, saltando de rama en rama en las alturas. Syo se detuvo en un lugar que conocía bien, ahí había pasado su primera prueba como padawan.
“Eres asombroso, Shin… Ya lo eras antes, ahora eres todo un espadachín. Quería felicitarte por ese Soresu Imperial, lo has reinventado por completo.” Dijo sonriente Syo. “¿Perdiste tu conexión con la Fuerza?” Preguntó divertido. “No… Inventaste ese estilo para no depender de ella, eres un gran sith…” Terminó a toda prisa.
Ihsahan cayó sobre él para cortar en dos la pared en la cual estaba parado, ya que Syo saltó para tocar un botón oculto sobre la misma, activando una de las trampas. Ihsahan compactó las paredes en una esfera de piedras para lanzarla hacia el jedi. Syo la partió al medio para bloquear los ataques de su rival mientras revotaban entre los obstáculos de las pruebas. Ihsahan iba destruyendo las pruebas a su paso, ya que las conocía de repente. Syo cayó entre un montón de hojas para mirarlo con fijación mientras estiraba un poco.
“Creo que esto basta como calentamiento, Shin.” Dijo sonriente mientras notaba que Ihsahan estaba exactamente en el mismo estado que cuando la pelea había empezado. “¿Qué tan poderoso eres? Parece ya no tienes miedos de tus Sombras.”
“Son un escalón más entre el trono y yo.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“¿Eso quieres? ¿Una silla bonita?” Preguntó jocoso Syo.
“No lo entenderías, jedi.” Dijo con severidad Ihsahan.
“Supongo que tú eres la verdadera razón del cambio en el Imperio, Shin…” Dijo sonriente el jedi. “Estoy encantado.”
“Ellos creen que están en control, pero el Imperio ya está prácticamente entre mis manos, solo necesito el momento indicado para cada uno de ellos y el trono será mío.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Voy a proteger la galaxia como es debido.”
“Ah, ¿De qué? ¿De la República?” Preguntó divertido. “¿De las pesadillas de Revan?”
“De todo… ¿Crees que están felices en su supuesta libertad? ¿Quiénes son sus líderes? Los tres corruptos que tienen poder en el Senado y el líder de los criminales de cada sector.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Vivien la más falsa de las mentiras.”
“Pero es nuestra mentira, Shin… Vamos a morir protegiéndola.” Dijo sonriente Syo.
“No, Syo. Van a saltar al Imperio en el momento que conozcan el orden y la seguridad que ofrecemos.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Tengo que admitir que me gusta tu Imperio, Shin…” Dijo divertido Syo. “¿Crees que puedes derrotarme? Siempre he ocultado mis… cualidades, pero no has derrotado a nadie tan poderoso como yo. Tal vez Lak, pero él siempre ha perdido la cordura con facilidad… Aola es la única que me daba algo para hacer.”
“Deberías atender tu holo, jedi.” Dijo con severidad Ihsahan. “¿Qué estás haciendo?”
“No lo sé, estoy peleando con todo lo que tengo y no puedo hacerte sudar, Shin. No es divertido… Me recuerda cuando podías esquivar todo, ahora eres el mejor espadachín de la galaxia.” Dijo sonriente Syo. “Me estoy riendo de que toda la Orden piensa que hay otro como tú, invisible a la Fuerza…” Agregó mientras otro sable caía de su manga. “Pero no, era nuestro padawan favorito… Es mi trabajo como tu maestro derrotarte, Shin, espero que puedas perdonarme.”
Syo cambió su estilo radicalmente, ya que ahora tenía otra arma en su mano izquierda. Este sable era rojo y lo marcaba como sith. Sus anaranjados ojos se posaron sobre él.
“Yo no soy un sith, Shin. Soy un jedi, soy un jedi que entiende el valor del corazón. Mis emociones me ayudan a proteger a mis amigos, esta familia.” Dijo con seriedad Syo.
“¿Nunca dejas de escupir mentiras, jedi?” Preguntó con seriedad Ihsahan.
“Lo sé, supongo que soy un hipócrita en estos momentos.” Dijo sonriente Syo. “Voy a derrotarte, Ihsahan. No permitiré que salgas de este bosque vivo.”
Syo atacó con ambos sables al mismo tiempo a una velocidad descomunal, Ihsahan bloqueaba tanto con su armadura como con su sable los ataques de su enemigo. Syo ahora era más fuerte que antes también, sus palabras no eran en vano. Ihsahan bloqueó un ataque con su sable para enterrar su puño en la cara del maestro, que rodó por el suelo para saltar hacia una pared y correr hacia él. Sus ataques eran interminables. Ihsahan reconoció el estilo, pero todavía no entendía su ritmo, que escondía detrás su Ataru, con piruetas y ataques en ángulos extraños. Su pie aterrizó en el pecho de Syo, que lo resistió a base de su ira, este atacó su pierna con prestancia, pero Ihsahan ya estaba girando para patearlo otra vez. No fue tan fácil resistir su bakuuni. Syo escupió sangre hacia un lado para desactivar ambos sables.
“Permiso.” Dijo divertido mientras se sacaba su rosada túnica. “Es mi túnica favorita, fue el primer regalo de tu maestra.”
Ihsahan no tenía nada para decir.
“Quiero que sepas algo, Shin… Alara nunca quiso decir las cosas que te dijo.” Dijo con sinceridad. “Es algo que deberías saber antes de morir.”
“Tu Jar’Kai es aburrido, Syo. No puedes ocultar tus predecibles ataques con Ataru.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Ah, eres un gran espadachín, Shin. Siempre lo fuiste, pero eras mejor cuando dejabas que la Fuerza te ayudara. Ahora eres una máquina, tus movimientos son fríos y solo sirven para matar.” Dijo sonriente Syo. “Me encanta tu armadura, hace que ese Soresu Imperial sea impenetrable.”
Syo salió despedido por el suelo a toda velocidad, sus sables cortaban junto a él hasta que terminó bloqueado con Ihsahan. El sith enterró su frente en la cara del jedi, que no parecía aprender sus errores. Seguido, giró para enterrar su talón en el mentón del jedi que salió despedido hacia un árbol para rebotar hacia él. Sus sables rasparon su armadura mientras giraba en el aire. Ihsahan saltó hacia atrás para lanzar un revés con todas sus fuerzas que fue bloqueado por el jedi. Ambos se separaron para que sus telequinesis choquen entre ellos, formando un cráter a su alrededor luego de un poderoso trueno. Sus sables volvieron a chocar a toda velocidad. Ihsahan estaba encantado con la pelea. El estilo del jedi era magnífico y combinaba todo lo que había aprendido en su vida, la serenidad de los jedis y la violencia de los siths. Ihsahan bloqueó el sable violeta mientras el rojo iba a su abdomen. Este patinó en el beskar mientras su puño se enterraba en el costado del jedi. Este giró para patearlo mientras sus sables marcaban su armadura. Se separaron con un salto para lanzar relámpagos a su contrincante. Todo se iluminó por el dolor y odio que estaban emanando con sus relámpagos. Syo saltó lateralmente mientras tocas se movían hacia él. Ihsahan lo perdió de vista mientras apretaba su puño para destruir una de las más grandes. El jedi apareció a su lado para recibir un puñetazo en la cara y terminar parado sobre un antiguo pilar.
“Eres lo que siempre soñé que ibas a ser, Shin…” Dijo agitado Syo. “Todo ese talento está dentro de ti y no puedo sentirte, pero sé que tienes más para dar…”
Syo saltó al suelo para quedar a su nivel y mirarlo con sus anaranjados ojos.
“Eres tan poderoso como dicen en el Imperio, eres más rápido de lo que dicen y tu técnica es magnífica.”
“No hay cámaras ni micrófonos en este bosque, Syo. No estás guardando nada para la posterioridad.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Syo sonrió divertido.
“Soy un libro abierto frente a tus ojos, Shin… ­Solo respóndeme algo… ¿Qué quieres que diga tu epitafio?”
Shin estaba listo para terminar con la pelea y saltó directamente hacia su enemigo. Ambos hicieron lo que sabían hacer y la pelea terminó con un solo destello de habilidad. El torso de Syo cayó hacia un lado mientras Ihsahan levantaba sus sables. Seguido, miró entre el follaje para encontrar el cielo mientras llamaba a su caza con el botón de su guantelete.



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En el texto hay: accion, starwars, star wars

Editado: 14.07.2023

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