Tras de ti

REBELANDOME CONTRA EL SISTEMA

 

- ¡219! ¡DESPIERTA YA 219! - decía una voz grave y poderosa, provenía de un hombre grande con traje azul, se encontraba fuera de mi celda y yo simplemente estaba recostada con el traje anaranjado mirándolo burlona, era el mismo hombre que hace un par de noches me había golpeado, ese mismo día lo había pensado en mi cabeza a cada momento y me había arrepentido de dejarlo burlarse y dejarme ver tan inocente, por lo que ya no sería así.

Era cómico como simulaba ser el gran ejemplo de justicia y no era mejor o menos inocente que cualquiera de los que estuviéramos en el correccional, siempre pensé que las personas incorrectas estaban encerradas en este lugar, la mayoría en este lugar teníamos una edad muy corta para nuestros delitos... lo miré de reojo riendo sínicamente y me senté sobre la cama, el hombre enfurecido trataba de localizar la llave de mi celda entre las demás llaves.

-Deberían marcarlas no creen- a pesar de ser figura de superioridad, de ley son bastante idiotas, usan el cerebro en rascarse el trasero frente a un monitor, me voltee para lograr esconder un cuaderno de dibujo y un simple pedazo de carboncillo que me había conseguido con el chico del contrabando, cuando termine de hacerlo voltee hablándole al desesperado hombre.

-Vas a entrar o no idio...- No alcance a terminar la frase, para eso el hombre grande ya había entrado en mi celda y me había encajado una cachetada en el rostro que me hizo desplomarme, empuñe mis manos sin notar lo ardiente de mi mejilla; el piso estaba frio y a pesar de lo mismo mi mejilla emanaba un dolor junto a un calor insoportable, de seguro habría de tener marcada la pesada mano del guardia, respire profundo poniéndome de pie con esfuerzo para luego alzar la mirada a él lentamente y en silencio hasta que me decidí y le encaje un puñetazo en la nariz.

Sonreí ampliamente al escuchar aquel sonido, ese sonido de su nariz quebrándose en mil pedazos -no vuelvas a tocarme, te quedo claro- el hombre hecho una furia saco de su bolsillo una jeringa con un líquido amarillento y entonces todo se me paralizo, conocía de memoria aquellas jeringas ya que entre los detenidos teníamos una especie de cosas que evitar...siendo chica la jeringa de paralización es una de ella. - mierda- pensé, pero muchas veces los guardias las cargaban con dosis más fuerte para controlar con mayor facilidad, me dormirán pensaba y lo peor de todo estar dormida fuera de tu celda era señal de ABUSO.

Al despertarme ya me encontraba atada a una silla mirando atontada a el mismo hombre de antes, aunque parecía de mayor tamaño, y me observaba, jugaba con las llaves en sus manos, no lograba entender con mayor claridad donde estaba ya que mi mirada borrosa no me lo permitía, trate de soltar mis manos, pero nada; no había forma de soltarlas, el hombre se acercó finalmente cuando me tense sintiendo su respiración en mi cuello cuando susurro en mi oído.

–¿ya tuviste suficiente perra? - Reí a más no poder tratando de distraerlo ya que estaba bastante cerca de mi lo suficiente para poder golpearlo por lo que le encajé mi pie en la entrepierna.

- ¿y tú... ya tuviste suficiente?- susurre con una sonrisa amplia mientras el hombre se tiró al suelo y los hombres más delgados tras la reja esperando entran en su ayuda, me sueltan de la silla y me toman por los brazos, me apresuro y pateo al hombre esbelto en el suelo para luego mover mis piernas y brazos como podía tratando de liberarme para finalmente liberar mis brazos insertando codazos en los estómagos de aquellos hombres delgados, corrí lo más rápido que pude por los pasillos de los reos...perdón personas -son personas como tu Ali- seguí corriendo y en eso una mujer llega y me intercepta con un golpe en el estómago, caí de golpe sujetando mi estómago mientras gemía por el dolor tratando de respirar, el aire se me había ido y la mujer no perdió el tiempo; me arrastro de la muñeca por el suelo hasta mi celda, me arrojo dentro y me quede ahí abatida sobre el suelo.

-ya deja de traer problemas 219- dijo la señora cuando todo comenzó a desvanecerse...

No podía siquiera moverme a la mañana siguiente, jamás en mi vida me había desmayado por el dolor, incluso luego de haber tenido una fractura expuesta. Los días de a poco se me comenzaban a hacer más pesados, no había pensado que el cambio de correccional me fuera a costar tanto mucho menos que a mi cuerpo también.

Salí al patio donde todos estaban, pero lo demacrado de mi cuerpo no me permitía unirme a el juego de baloncesto que se efectuaba cada tarde, me senté en una de las mesas en una esquina y me sorprendí de ver a 110 sentándose frente a mí; luego del primer encuentro no había tenido ningún otro contacto conmigo, y ya dentro de las dos semanas que llevaba dentro.

-no comiences...no estoy de ánimos. - mencione con una jaqueca agonizante que rondaba en mi cabeza.

- ¿Qué te ocurrió? ¿Acaso te portaste mal gatita? - dijo y yo simplemente me propuse ignorarlo y no prestarle atención como lo demandaba.

- ya te dije que no estoy de ánimos... me han golpeado una semana de las dos que llevo como puedes notar. - me limite a decir, mi rostro ya no estaba deformado debido a que tenían la precaución de no causar mucho daño para excusar cada movimiento que hacían con los inspectores. Mi labio tenía un corte y mi mejilla un moretón, pero a la vista no mucho más que eso, bajo el traje naranja mi estómago estaba negro por el cambio de color de moretones y ya me habían quebrado una costilla lo que les hizo proporcionarme un par de calmantes para el dolor, a ser verdad eran bastante útiles.




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