Tras de ti

AQUELLA MIRADA DESGARRADORA

 

 

 

Habían pasado ya cinco días, se lo habían tomado enserió, no podía salir de mi celda y de esas esposas solo para ir a la cafetería. Para mí ya nada tenía sentido mi mundo se había derrumbado en dos segundos frente a mis ojos mientras yo estaba de manos atadas. Me sentaba sola en el almuerzo y comencé a delinear mis ojos de negro para ocultar la hinchazón de los llantos de cada noche, la comida de ese lugar causaba repugnancia por lo que al primer día ya había dejado de batallar con ella y me resigné a siquiera probarla. Mi cuerpo comenzaba a verse desnutrido sin ese traje naranja, ocultaba mis muñecas ya muy delgadas bajo el traje que en algún momento me quedo justo por mi cuerpo esbelto, mi cara había comenzado a retraerse en las mejillas y mis costillas a notarse...me sentía asqueada, sentía que mi mundo ya no tenía sentido y si no fuera porque es imposible no hacerlo ya habría dejado de respirar.

 

Ian se mantenía distanciado a unas mesa, el solo dejaba su mirada fija en mí y yo solo miraba desanimada y asqueada las cosas en mi bandeja, de vez en cuando dejaba que cayera una que otra lagrima, veía como observaba el saco que traía puesto en vez de ropa ya que comenzaba a verse como un bulto, se me caían las cosas de las manos, mi fuerza ya no estaba y con ello se esfumo mi sonrisa, por el rabillo del ojo veía la quijada del chico tiritar con sus ojos fijos en las lágrimas, sentía como deseaba acercarse, nos separaba un vidrio entre su cafetería de "personal y la mía de "criminales" el tomo un lápiz junto a su bandeja y escribió en la servilleta mostrándome.

 

-Alison come. - Lo vi y me pare botando la bandeja sin siquiera haberla tocado y veía como Ian se mostraba molesto y decepcionado, él sabía que me hacía daño a mí misma inconscientemente, jamás nadie me había visto en esa posición, avise al guardia y me fui a mi celda caminando con las piernas debilitadas.

 

Caminaba decidida a pesar de que los ojos se me estaban comenzando a cerrar por el mal estar, hace mucho tiempo que ya no comía, solo bebía agua porque el sabor seco y rancio que se me formaba en la boca por la bilis era insoportable. Mis días ya se remontaban a aquello, ir a la cafetería cada día en vano pues no comía nada y luego regresar a mi celda, tarde o temprano me acostumbraría a ello, sin duda era sorprendente como ni de esa forma podía volver a sentirme tan mal como lo había hecho en mis estadías en la escuela.

 

La chica de la celda de en frente fue transferida unos días después por su buena conducta, y recalco... no entiendo como una chica tan inocente termino acá adentro, pero las apariencias engañan, y nadie sabe lo que realmente es cada uno.

 

El fin de la semana... Todo esto había sido hace ya exactamente una semana y mi huelga de hambre con la depresión me habían envuelto en un desnutrido cuerpo que había perdido toda forma que poseía anteriormente, era impresionante como en tan solo una semana mis mejillas se habían retraído junto a gran parte de lo que era mi cuerpo, mis muñecas más pequeñas, por igual las piernas y así también el voluptuoso cuerpo que antes poseía. Siendo sincera podía estar segura de que ya no traía puesto un traje ajustado, más bien un saco anaranjado que doblaba mi tamaño.

 

Con el tiempo ir al comedor tampoco fue obligatorio, por lo que hubo cinco días en los que estuve sola en mi celda sin contacto de nadie más que un guardia, tampoco sabía que había sido de aquel hombre que me ayudo cuando llegue, no había noticias.

 

Me puse de mí caminando libre aquel domingo como lo estipulaba la ley, pues cada domingo estaba la posibilidad de que vengan a inspeccionar el lugar, era la única ley que acataban con totalidad, y de cierto modo no me quejaba.

 

Entré a la cafetería mirando a mí alrededor para sentarme en la mesa más vacía, era absurdo pues siempre había gente en ellas, pero aquellos días todos lo aprovechaban para salir al patio de juegos, por lo que hallé un puesto sin presencia de nadie junto al ventanal que nos dividía con el personal del lugar. Voltee un poco a ver a cada uno de ellos sin embargo mi mirada se reparó en el chico...el de cabello oscuro y ojos azulados, su mirada estaba perdida en la comida mientras que su mano que parecía automática llevaba un bocado hasta su boca, en el largo rato que me quede mirándole se estuvo a punto de ahogar varias veces, me importaba, y bastante... Pero no podía evitar ver mi libertad correr cada vez que los miraba directamente a los ojos, no podía simplemente no. Le miraba atentamente cuando este volteo y se encontró con mi mirada, la baje segundos después lentamente, este rápidamente se puso de pie y se sentó en la mesa junto al ventanal, justo al lado de mi si no fuera por la separación. Hace más o menos cuatro días que no nos veíamos...era extraño, esos cuatro días no había salido de la celda por lo que no tuvo oportunidad de verme, ni yo a él. Me miraba, simplemente estaba ahí sentado mirándome fijamente con tristeza, podía sentir a través de él, cuanto deseaba abrazarme, cuanto deseábamos estar juntos, sus manos estaban inquietas desde que ocurrió todo y desde entonces no las ocupaba en nada más que tamborilear con ellas en las mesas, luego pude notar como ponía su mano en el vidrio con la mirada perdida en mis ojos, no pude evitar hacer un amague subiendo la mano como para juntarla con la de él, incluso estuve próxima a ello, pero cuando mi mano estaba a apenas centímetros la retraje rompiendo en llanto, baje la cabeza a mis manos que refugiaban mi rostro por completo y luego se deslizaban hacia mi cabello agarrándolo con fuerza, miles de ideas pasaban por mi mente, para ese entonces ni siquiera me había hecho la idea de lo que iba a ser salir, de repente hasta no quería hacerlo, mi vida era mucho mejor allí dentro que afuera con personas que desconocía y que no me apreciaban por ningún motivo, o que en otros casos fingen aprecio como mis padres, los tres sabemos que desde el día que todo ocurrió no me quisieron ni un poco más, incluso antes de ello ya existía una incertidumbre de ello.




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