Tras El Espejo

Capítulo 1

Si de ilusiones hablamos.

 

"Nada es más triste que la muerte de una ilusión·"Arthur Koestler. En definitiva, no hay nada más triste cuando se siente morir la ilusión que anteriormente se tenía puesto en algo o alguien. ¡Sé muy bien de lo que hablo! Durante mi vida he llorado muchas desilusiones que han desaparecido con la llegada de la resignación y el pasar del tiempo. Siempre me había preguntado si éste era el orden natural de las cosas, que si  la vida de cada uno de los seres estaba destinado a ser tal como es o si realmente los decisiones que tomamos es lo que provoca nuestras propias desgracias aunque en su momento nos haya parecido buena. Desde hace tiempo no me bastan las explicaciones divinas o místicas para responder a esas dudas.  
En lo que a mi respecta soy de los que saben que están atrapados entre la espada y la pared y prefieren sentarse en medio dejando que la soledad los envuelva mientras el miedo les sigan torturando hasta acabar con ellos. Quizás el filo de la espada nunca corte mi piel para darme muerte porque esta bastante oxidada y echa polvo para hacerlo, quizás, la pared no estuviese tan alto y pudiese escalar y saltar para escapar. En conclusión a todo esto; he aprendido a no asumir riesgos por miedo a las negativas consecuencias que pudiesen venir. 
A lo mejor haya salvación para mi pero el miedo es lo que me mantiene aquí una vez más tapándome los moratones con maquillaje cada mañana lucho por esconderlos de manera que no se noten, así  de paso tapar mi realidad frente a los demás. Todo lo hago para que en la oficina no vean como me ha dejado mi novio tras uno de sus arranques de cólera. Puedo imaginar la respuesta que me darás a esto "Sería tan fácil como dejarlo" el problema está en eso, en que no es tan fácil para mí.  Porque las heridas físicas desaparecen con el tiempo pero las del corazón se mantienen latente, es un dolor constante y con el tiempo en vez de apaciguarse se intensifica a un nivel descontrolado.  
Puede que les sorprenda lo siguiente que dire de esto pero, él no es malo, siempre tras el golpe me convence de ello solo que a veces se pone muy nervioso tuvo un pasado difícil como yo, por eso en el fondo sentimos que solo nos tenemos el uno al otro en éste mundo. Quizás mi soledad es lo que me mantiene aquí, a lo mejor esos momentos en los que dice amarme mas que nadie en éste mundo es lo que me hace creer que esto es lo único que hay para mi independientemente de si lo crea un destino bueno o malo. 
Terminé de colocarme el diadema en el pelo antes de ponerme la chaqueta y salir del baño, dentro de mi corazón podía sentir esa angustia que siento todos los días y más cuando estoy en la casa con él, suplicaba nerviosa en mi mente para que nada impida que llegase a tiempo a la oficina hoy a diferencia de otros días es especial una gran oportunidad de progresar en mi trabajo me esperaba en la reunión de hoy. Si la vida sentía un poco de compasión me echaria una mano para que todo salga según tengo previsto, y es que poder colaborar en la presentación del proyecto con mis compañeros del departamento me puede abrir puertas. 
En cuanto salí del baño mis nervios se alteraron aun más y con mucha avidez, hasta ahora creí que él seguía dormido en la cama pues cuando me levante aun seguía dormido. Samuel me miraba con desaprobación tan solo con una mirada fui capaz de adivinar todo lo que me iba decir. Me contempló de arriba hacia abajo y viceversa se detenía en la falda del vestido, miraba mi cara perfectamente pintada para ocultar la discusión de anoche y de toda la semana.  
Se rascó molesto su cabello corto y castaño antes de mirarme fijamente con amenaza cuando nuestros ojos se cruzan, siento un frio que me sube por todo el cuerpo que a su vez hiela mis huesos. Recuerdo cuando empezábamos a conocernos, era dulce y cariñoso conmigo todo el tiempo nuestros ojos se encontraban y yo me sentía afortunada, sentía que había encontrado a quien querer, alguien que me pudiese amar.  
Ahora evito con frecuencia mirarle a los ojos porque siento miedo, porque siento vergüenza hace que piense que no valgo lo suficiente para mantener la mirada más de unos segundos en él ni en nadie.  
— ¿No pensaras salir con ese vestidito tan corto a la calle? ¿Verdad? —Su voz intimidante se acercaba cada vez más a mí hasta introducirse en mi corazón y cambiar la frecuencia de sus latidos, me resulta curioso pues antaño esa voz era transmisor de todas mis alegrías en cambio ahora provoca una sólida angustia en mi pecho, dirijo la mirada en el reloj que hay en la pared para ver concienciarme de que solo dispongo de diez minutos justos para desayunar y salir al trabajo. Vuelvo a mirarle antes de que me reclame por no prestarle atención mientras me habla, aun soy capaz de recordar la ultima vez que se sintió ignorado por mi termine en urgencias porque me había dislocado el hombro. 
— Samuel, por favor, no hay nada malo en el vestido me llega casi a las rodillas. —Dije con una voz abatida y suplicante para que no me obligue a cambiarme. De repente se aleja de mi indiferente dirección al comedor acto seguido se sienta en el sitio que tenia reservado para mi y comienza a tomar mi café con intenciones de hacer lo mismo con el resto de mi desayuno. 
— ¡He dicho que ese vestido esta muy corto! ¿Estás sorda o qué? Cambiate y no hagas que me cabreé ¿Vale?. —Como quién habla con su hija rebelde de diez y seis años, esas palabras eran mi sentencia y antes de que llegue el castigo preferí correr a cambiarme. Me puse un pantalón y una camisa con mangas largas hoy quería ir muy profesional pero sobre todo bien arreglada y me tengo que conformar con improvisar esto por falta de tiempo para hacer una mejor selección en mi armario. 
Regresé al comedor para ver si podía coger algo de comer aunque sea llevar algo por el camino al trabajo.  Nada más verme regresar me volvió a dirigir la mirada para revisar una vez más mi atuendo, pude ver que se había tomado el café y le había dado unos mordiscos a mis tostadas con tomate y queso fresco decidí irme sin prestar atención a esto pues sabía muy bien que ponerle peros a lo que acaba de hacer solo me traería mas moratones que tapar con maquillaje.  Estas eran las reglas; él hacia a su placer y yo tenia que soportalo, estas reglas no nacieron de un día al otro me los fue imponiendo con el pasar de los años y siempre sabe como lograr las cosas sin que yo note que me esta manejando como su marioneta. 
Revisé en mi bolso para asegurarme de tener la carpeta con mis propuestas hechas, me aseguro de tener conmigo el móvil y busco las llaves de mi coche de nuevo sin resultado y es cuando me veo en la obligación de preguntarle si los ha visto, sé con experiencia que no debo interrumpirle cuando lee los resultados de los últimos partidos en el periódico, pero tengo menos de cinco minutos para llegar al trabajo si no deseo llegar bastante tarde a la presentación. 
- Samuel ¿No habrás visto las llaves de mi coche?- Levanta la mirada del papel y me mira sin ningún gesto agresivo como de los que me suele dirigir cuando le meto en mis asuntos, aunque sea solo preguntar por unas llaves. Se levanta de la silla y deja el periódico sobre la mesa acto seguido se acerca a mi esta nueva reacción en él me angustia bastante como cada vez que lo hace sea cual sean sus intenciones conmigo.  
— Verás mi amor...---Ese tono tan encantador de su voz me suenan a advertencia si hago memoria puedo recordar todas las veces que empezó con esas palabras y terminé sintiendo como alguna ilusión se muere en mi. Decido seguir escuchando a pesar de que desearía congelar el tiempo solo para tener cinco segundos de ventajas para calmar mi corazón que va más acelerado que una moto de carrera. 



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En el texto hay: romance, celos, consejos

Editado: 24.08.2019

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