Tras el vapor

Tras el vapor

 

“Mantente alejado del agua de aquella ducha caliente” repetía inquisitivamente su mamá en aquellos tiempos.

Sus recuerdos aún seguían intactos, parecía ayer que esas palabras fueron dichas por su madre.

En aquel entonces el tan solo tenía siete años,  y realmente desconocía el sentido del orden que le había dado ella. Simplemente la obedeció y nunca se acercó a aquel baño que se encontraba a un costado de la entrada del sótano.

Su madre era viuda, pero vivían en una gran casa y recibían una muy buena pensión, puesto que su padre había servido a la marina.  A veces las cosas eran complicadas, pero su madre siempre hallaba la forma de solucionarlas.

Sin embargo, de pequeño la curiosidad de saber que había en aquel baño.

Pero el tiempo pasó, y poco a poco fue olvidando aquello. A pesar que aquel baño,  y en especial, aquella bañera le daba mucha curiosidad, veía a su madre entrar de vez en cuando, por lo que terminó con la idea de que en aquel baño no había nada importante.

Él se había graduado de la universidad con un título en psicología. Se tuvo que alejar de su hogar natal para encontrar trabajo en otro lado. Y al hallarlo, tuvo que hospedarse en un departamento. En ese entonces su madre no llegaba a decirle como su enfermedad avanzaba.

Años después, cuando el chico de nombre Emil cumplió los 27 años, su madre falleció por un tumor cerebral.

El velorio fue algo muy gris. Una tarde deprimente, y se notaba en el rostro de Emil la tristeza por la pérdida.

Pero así es la vida. Uno no decide en que momento debe o puede irse. Las cosas suceden sin un susurro que advierta de lo que venga. Solo sentimientos. Sentimientos que se pierden en la inconsistencia de la mente. 

Y cuando el testamento fue leído, recibió por herencia la gran casa en donde pasó gran parte de su vida. Tuvo que dejar su trabajo para regresar a hacerse cargo de la responsabilidad y cuidado de aquella casa. 

La mudanza fue difícil. Pero más difícil fue  dejar su trabajo. Puesto que de alguna forma ya lo tenía asegurado. Sin embargo, en estos casos, ¿Qué más podía hacerse? De todas maneras su madre le dejó una cantidad considerable de dinero, podría usarlo mientras buscaba otro trabajo.

 Pero al terminarse de instalar, debía ordenar y limpiar todo el lugar.

Primero comenzó por desechar todos los muebles antiguos. Pensó que sería adecuado comprar muebles nuevos para darle otro aire a aquella construcción. Luego, comenzó por la limpieza en general.

Comenzó por la sala, luego la cocina, el cual le llevó más tiempo. A continuación las habitaciones, los baños, el patio, hasta que finalmente, al querer bajar hacia el sótano, se topó con aquel baño.

Sus recuerdos llegaron a su mente como una cascada de imágenes instantáneas.

Era aquel baño, aquel lugar al cual estaba prohibido entrar. Ahora se hallaba cerrado con unas cadenas y un candado.  La puerta parecía estar completamente vieja y desgastada. Le sorprendió que aquel lugar siquiera intacto después de tanto tiempo.

Se propuso entrar a investigar, pero en su memoria aun perduraba el miedo y la incertidumbre que le provocaba.

Al terminar de limpiar el sótano, estaba decidido a ingresar a aquel baño.

Sin embargo, no sabía cómo entrar. Las cadenas eran gruesas,  no tenía la llave de aquel candado, que por cierto, estaba muy oxidado.

Así que salió al pueblo a buscar una tienda done vendieran herramientas. En el camino se encontró con varias personas que no veía desde hace años atrás. Paso una agradable tarde conversando y saludando a algunos conocidos. La mayoría lamentaba la pérdida de su madre.

Cuando encontró la tienda, compró un mazo y un corta pernos, y regresó a su casa.

El sol ya se ponía y se escondía detrás de la frontera. Emil encendió las luces de su hogar y se dirigió a la puerta encadenada.

Probó intentado cortar las cadenas, pero estas no cedían aun así aplicara todas sus fuerzas. Así que decidió romper la puerta. De todas maneras, debía remodelar muchas cosas.  

Comenzó a golpear la puerta.  Esta poco a poco se deformaba. Temía por el ruido que provocaría, pero estaba casi debajo de la tierra, así que no se escuchaba muy fuerte.  La puerta ya estaba a punto de ser destruida. Hasta que en el último golpe, la puerta crujió rompiéndose por la mitad. Las cadenas cedieron pero se enredaron. Emil termino por destruirla, y al terminar, dejo los trozos de madera con las cadenas a un costado.  

El interior estaba oscuro, e instintivamente buscó e interruptor de la luz. Pensaba que no encendería, pero sorprendentemente, esta se prendió, iluminando la habitación del baño.

Estaba sucia  con manchas verdosas que se mezclaban con el color de las paredes. La loza de la taza y el lavabo estaba amarillo con partes de suciedad bastante avanzadas. Y la bañera, tenía el mismo aspecto.

Mientras sus recuerdos lo ponían a pensar, no se percató del sonido que comenzó a emitir la llave de la bañera.

Se quedó observando hacia el piso del baño, pensativo.




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