Trás la muerte

CAPITULO  8

-Marco-

Ni modo hoy tocará dormir en el sillón. Me recuerda a esas anécdotas que cuentan los hombres que estuvieron casado en el reino mortal, donde las esposas los mandaban a dormir al sillón cuando estaban enojadas. Nunca creí que un día me tocaría a mí. Cuando les cuente seguro se burlarán, puesto que yo nunca tuve esposa y ni siquiera conocí el reino mortal.

Afuera se escucha mucho silencio, a pesar de que hace poco hemos tenido un enfrentamiento con los Eterios. Si no hubiera sido porque mis compañeros estaban cerca del lugar no habría sobrevivido, esa guerrera me atacó por sorpresa, no logré sentir su presencia. La herida fue grande, mucha de mi energía se escapó, me estaba desvaneciendo, cuando sentí como si un rayo hubiera caído sobre mi brazo, transportándose por todo mi cuerpo, hasta que logré ver como alguien estaba cerca de mi ¿mirando mi garganta? Por un momento pensé que era una Eteria que me había encontrado y estaba dispuesta a acabar conmigo, pero al observarla, en sus ojos se veía confusión, típico de los espíritus que recién llega al reino espiritual, pero debía asegurarme bien e identificar algún tipo de arma con el que pudiera atacarme.

Pobre muchacha, debió sentir mucho miedo por estar sola en este bosque. Sus ojos negros parecían un torbellino de emociones sorpresa, miedo, confusión, ¿deseo? ¡creo que ese rayo me dejo mal de la cabeza! Llegar a este reino no es fácil, sentí que debía cuidar de ella, su presencia me hizo recordar a la primera vez que vi este lugar.

Me encontré a las orillas de un torrente, la noche apenas se despertaba para iniciar su recorrido por el cielo. A pesar que el agua me tocaba, no tenía fuerzas para moverme, así que terminé siendo arrastrado por la corriente. Choqué con unas cuantas rocas, antes de quedar inconsciente, sentí algo frio que me abrazaba y pronto sentí tranquilidad y mucha humedad.  Cuando desperté me encontré recostado entre medio de hojas y raíces. Al mirar hacia arriba encuentro a un hombre muy viejo hecho de agua, al percatarse que había despertado me dijo: - mi bebé, parece que ya estas mejor – su voz parecía un murmullo de agua, que tranquilizaba el espíritu. - ¡esperen! Dijo ¿mi bebé? ¿Qué está pasando? - Fue lo primero que pensé.

El señor al notar la confusión en mi mirada dijo: - soy el espíritu del agua, la corriente te trajo hasta mí, es raro que un bebé que haya muerto en el vientre de su madre aparezca aquí. – solo logré balbucear: - ¿muerto? – el espíritu del agua me tomó en sus brazos con ternura y respondió: - digamos que naciste sin cuerpo, solo espíritu. Pero no te preocupes, yo te cuidaré de ahora en adelante y te enseñaré todo lo que necesites aprender para vivir en este reino ¿recuerdas tu nombre? – pregunto al final. Yo no recordaba nada.

Él me explicó que desde el momento que somos concebidos el espíritu ha tomado posesión de esa célula que se dividió, desde ese momento comienza a guardar recuerdos de todo lo que nos rodea. Me comentó que para un mortal es más fácil recordar las cosas insignificantes con el espíritu que con el cerebro, por eso en ocasiones sienten como si aquello ya lo hubieran vivido o como si adivinaran algunos sucesos.

Hice mi mayor esfuerzo, después de días, recodé que me encontraba en un ligar oscuro, con dos bultos cerca mío, de pronto escuché una voz dulce, que derramaba amor hasta el lugar donde estábamos, que decía: y tú, mi pequeño… - ¡Marco! – grité. Recordando el nombre que me dieron, quienes hubieran sido mis padres. Salí en busca del espíritu del agua para contarle todo y decirle mi nombre. Desde ese día él se convirtió en mi padre.

 Cuando crecí un poco, me encontré con una joven muy hábil llamada Wendy. Era una guerrera de los Nixeos. Me contó todo sobre ellos. yo la admiraba mucho, le había tomado cariño, era como una madre. Decidí seguirla, ella me entrenó, volviéndome uno de los guerreros más fuertes, yo era feliz, tenía amigos, compañeros que confiaban en mí y una familia en este reino.

Hasta que una mañana los Eterios atacaron muestro campamento, muchos de mis compañeros y amigos se desvanecieron. Luché con todas mis fuerzas para preservar la existencia de los que aún quedaban, pero en eso me acorralaron y cuando estaban a punto de eliminarme, Wendy comenzó a atacar como loca, a los Eterios, hasta que logró librarme y me ordenó: - ¡corre! – yo comencé a salir del lugar para pedir ayuda. Cuando vuelvo a ver hacia atrás veo a ¡esa guerrera! eliminando a Wendy. Grité de dolor, de furia e impotencia. Quise ir en dirección de ella para vengarme. Pero comenzó a llover por montones y todos huían del lugar, mientras yo era arrebatado por el espíritu del agua.




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