Trás la muerte

CAPITULO 16

Apenas llevaban un par de horas caminando cuando Amalia se sintió agotada, disfrutaba caminar, pero no por interminables horas y sin tener el mas mínimo sentido de la orientación. Quería preguntar ¿hacia dónde iban? ¿Cuál era la dirección? ¿si faltaba mucho? Pero se abstuvo por no volverse insoportable como niño de 6 años que pregunta todo, sobre todo, pero su ignorancia sobre este reino despertaba aquella curiosidad infantil.

 Marco se sentía un poco ansioso por seguir caminando, si seguían deteniéndose tardaría más en llegar y eso significaría muchos problemas y no podía luchar con otros mientras protegía a Amalia para no la hirieran o escapara. Pero ahora que conocía la procedencia de Amalia, comprendía que no podía presionarla mucho, ya que la densidad de este reino la agotaría más rápido que a cualquier espíritu menor, el muérdago no funcionaba del todo con ella. Aunque suprimía su esencia mortal, su cuerpo seguía funcionando como tal.

Después de un rato, siguieron su camino, Amalia cada vez que se adentraba más a este plano de la existencia se sorprendía sin medida, su admiración y deseo por comprender este reino la inundaban, olvidándose de su propia fragilidad, provocando algunos desastres en el camino, producto de su insaciable curiosidad.

Mientras caminaban escuchó una dulce voz, proveniente de una melodía que alguien cantaba, Amalia por un momento se distancio de Marco en busca del origen de tan exquisita melodía, de pronto se encontró con una niña cantando, ella la observó y se sintió hipnotizada, en eso llaga Marco muy preocupado y se encuentra con Amalia observando a una bestia que se acercaba a ella, él le grito para que reaccionara , ella despierta, encontrándose frente a frente con un monstruo, grita y sale corriendo, la bestia la sigue cual toro envistiendo a un torero, Marco solo los persigue.

Estaba a punto de ser alcanzada cuando sintió que alguien la alzaba del suelo, Amalia creyó que era su fin. Mas su sorpresa la apaciguó un poco al ver que un árbol la tenía entre sus ramas y la bestia se alejaba. Pero la confusión la invade, pensó que este se convertirá en otro monstruo. Pero al ver a Marco acercarse tranquilo y agradecer al árbol por su ayuda Amalia se relajó.

Ella preguntó que había sido aquello, ellos le explicaron que era el espíritu del engaño, que siempre hipnotizaba a descuidados con su dulce e inocente aspecto, para luego consumirlos. Amalia seguía sin comprender como era posible que lo inmaterial aquí fuera tan tangible, ­-es el reino espiritual- le respondió el árbol, que había escuchado sus pensamientos, - todo lo imposible, aquí será posible y todo lo importante, aquí se volverá innecesario- le respondió en su cabeza.

Alzando la voz prosiguió el árbol: -deberás acostumbrarte a esto mientras te mantengas en este reino, puede que te ayude- para luego dormirse. Amalia bajó de las ramas, con mucho cuidado, en el suelo se encontraba un Marco preocupado ante la posibilidad que se callera y terminara sangrando, eso llamaría a muchos espíritus indeseables y terminaría siendo descubierta. Aun que sospechaba que el árbol ya la había descubierto por lo que dijo.

Amalia tomó la mano que Marco que le extendía para bajar con cuidado, se deslizó hasta el firme pecho de su compañero que la detuvo de besar el suelo. Después de unos segundos de silencio incómodo en esa posición, Marco dijo: -tendré que llevarte de la mano para que no te vuelvas a meter en problemas- Amalia perdida en sus pensamientos, preguntándose ¿Qué significaría lo que dijo el árbol? Solo asintió sin comprender que era lo que aceptaba. Fue hasta que un frio invadió su mano y se coló hasta los huesos.

Vio como una mano más grande que la de ella la envolvía con cuidado, con tanta delicadeza como si fura a volverse cenizas si apretaba mucho. Aunque algo de razón tenía, aunque el que se volvería cenizas seria Marco, no su mano, de tantas descargas de energía que recibía en la mano al entrar en contacto con la de ella.

Siguieron caminado, como milagro ¡Amalia no sentía fatiga! a pesar que caminaron hasta que la noche se despertó. El frio que sentía en sus huesos revitalizaba todo su ser, ella tomada de la mano de Marco sería capaz de recorrer todo el reino sin cansarse.

Entraron a una cueva para pasar la noche, aunque se sentían con ánimos de seguir, andar en la noche sería peligroso, Amalia busco algo de comer en la maleta que había preparado y le ofreció a Marco, quien declinó la oferta, sabía que ella necesitaría de alimento más adelante, y como andarían por las zonas más desoladas, no sabía cuándo se presentaría la oportunidad de volver a adquirir suministros.

Ya entrada la noche, Amalia se sentó a la par de Marco quien se encuentra a la entrada de la cueva observando el vestido oscuro de la noche. Marco siente su presencia y le sonríe, Amalia con voz suave le dice: -gracias por lo de hoy – Marco solo se carcajea al recordar aquella escena, Amalia apenada deseaba irse de ahí, pero la voz de Marco cortó cualquier intención: -primero, es mi obligación cuidarte, y segundo, es normal que los nuevos se encuentren con situaciones similares.

En la oscuridad de la noche solo el murmullo del viento interrumpía el silencio cómodo que los invadía, el viento comenzaba a colarse entre los poros de Amalia y ella comenzó a frotarse la piel con las manos. Marco al percatarse de su eso se levanta para traer una brazada que la coloca en los hombros de ella. Amalia sintió que aquel gesto terminó calentando hasta su corazón.

Amalia vira el cielo y solo logra ver pequeñas luces que tintinean, pregunta: - ¿esas son estrellas? - Marco alza la mirada y responde: -no, esas son luces de vida, su tintineo indica que una persona está por llegar a este reino, lo que ustedes llaman estrellas en su reino es el reflejo de sus familiares que se encuentran en este lugar. Allá cuando una estrella muere significa que aquí se ha desvanecido.




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