Trás la muerte

CAPITULO 18

El murmullo del agua cayendo los despertó en la mañana, el olor a ella inundaba la cueva, Marco se sintió atrapado en medio de esa exótica fragancia, despertaba sentimientos extraños, la pequeña chispa de desear conocer el mundo mortal se convertía en una flamante llama, al verla a ella con cara de asombro cuando observaba caer gotas de colores en medio de la lluvia. Hacía que Marco se percatara que en medio de su pecho había algo que se quería salir.

Marco tomó el brazo de Amalia con delicadeza para observar si el muérdago la había herido, así encontrar la fuga de ese olor. El brazo parecía estar en buen estado, entonces decidió buscar entre sus cosas una frazada para Amalia ya que ella estaba titiritando del frio, hasta que un leve quejido lo hizo voltear, encontrándose con Amalia abrazada a su vientre y con una cara de espanto.

Marco tomó una de sus armas por impulso y observó por toda la cueva buscando a lo que sea que la haya asustado, pero no encontró nada, se acercó a ella para preguntarle que sucedía, pero solo la duda en sus ojos le respondió.

 Amalia ante aquella pregunta no sabía cómo responder, necesitaba ayuda, no se había preparado para la visita de este mes, pero como le pediría a un espíritu, más si es hombre, que le preste un toalla higiénica o tampón. No sabía si quiera si esas cosas existían ahí. Al ver los ojos preocupados de Marco se sintió culpable por dejarlo buscar en toda la cueva al causante de su mala cara.

Como pudo tomó valor y le dijo: - no hay nadie más aquí aparte de nosotros- Marco la mira y su rostro pide una explicación del motivo de su estado. El rostro de Amalia se torna roja de la pena ante la idea de explicárselo a un desconocido, por más confianza que sintiera hacia él, no llegaba a esos niveles. –estoy en mis días- susurró, Marco la miró súper extrañado, y con una sonrisa contestó: -todos estamos viviendo nuestro día- Amalia se rascó la cabeza su humor subió de enojos por la respuesta, ¿se está haciendo el tonto? Pensó para sí, pero luego bajó su ánimo al recordar que él nunca había estado en el reino mortal y posiblemente aquí las mujeres no menstruaban. Luego sonrió al pensar que su respuesta hasta cierto punto tenía su lógica, luego se abrumó al pensar como le explicaría todo. Y terminó por exhalar un suspiro de cansancio por la montaña rusa emocional que le hacía experimentar su periodo.

Marco la vio extrañado al notar tantos cambios de humor que expresaba sus transformaciones faciales, debe sentirse impotente, frente a un lugar que desconoce, enfrentarlo sola no debe ser fácil. Pensaba Marco, sin saber qué hacer para consolarla se acerca a ella, su energía se remueve en todo su ser y lo impulsa a sentarse a la par de ella, tomar la cabeza con sus manos robustas y colocarlas sobre su hombro.

Al sentir aquel gesto, la montaña rusa hormonal comienza a avanzar nueva mente, una terrible confusión la atraca, ¿Por qué hace eso?  Se preguntaba, cuando la desconfianza se apodera de ella ante la posibilidad de ¿Qué quiere conseguir? Luego la culpa la invade, quizá solo quiere ayudarme a su manera, y yo aquí desconfiando. Sin darse cuenta sus ojos comienzan a gotear, sin comprender por qué, aunque tiene tantos motivos. Ella solo quería mantenerse fuerte, pero ese abrazo la derribó, volviendo aquel goteo en cascadas de sentimientos encontrados.

Marco al percibir las primeras gotas terminó abrazándola más fuerte, no sabe que hacer, algo en su estómago se contrae, su energía se inquiete, su voz se estanca, las ideas han dejado de fluir, nunca en su existencia, bajo ninguna circunstancia, ni en los enfrentamientos más fieros se había paralizado, como ahora frente a las lágrimas de Amalia.

Amalia después de reincorporarse suspira y sonríe sobre el pecho de Marco, quien pensaría que encontraría calidez en este tempano de hielo. Marco al sentir las mejías deslizarse suave y lentamente sobre su pecho, mientras percibe su sonrisa, se sintió tan orgulloso de sí, como si hubiese ganado la más fiera de las batallas. Poco a poco Amalia se despegó de Marco.

Amalia como pudo empezó a explicarle que le sucedía, Marco solo se quedó impactado, dijo: - entonces ¿una mujer mortal puede sangrar de 3 a 7 días cada mes sin morir? - Amalia asistió con la cabeza, Marco continúa diciendo: - ¿las debilita? – Amalia le explicó que -en eso días podemos experimentar dolor, fatiga, frio extremo o calor sofocante, dependiendo de la mujer, aunque algunas si se escapan a desmayar en esos días, también nos sentimos más sensibles en algunas partes de nuestro cuerpo y emocionalmente -. Marco comenzó a comprender el porqué de las caras extrañas de hace un momento.

A Marco todo eso le pareció extraño, tenía más dudas a medida avanzaba la explicación. Después de un momento, cuando Marco ya había saciado parte de su curiosidad y al ver el rostro de dolor de Amalia, además, el olor se extendía cada vez más. Comenzó a pensar en una solución, mientras tanto había cortado unos pedazos de telas que Amalia le había pedido, además, de que tenía que salirse de la cueva por un momento, junto a la advertencia de que pasara lo que pasa no volviera a ver hacia la cueva hasta que ella le avisara, Marco sintió desconfianza al principio, pero ella le prometió no escapar, y que a su lado estaba más segura, ya que ella no conocía este reino.

De mala gana salió a pensar un momento, mientras la lluvia caía, recordó que cuando era pequeño él se había herido y un lico negro brotaba, entonces el espíritu del agua le aplicó una gota de agua con colores, y todo se restableció. Ahí se le ocurrió una idea, Amalia le había dicho que la sangre que expulsaba en esos días podía compararse con la cosa negra que brotaba de él el día que se conocieron. Como pudo con hojas hizo un pequeño baso y comenzó a atrapar gotas de agua de colores.




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