Trás la muerte

CAPITULO 20

Siguieron caminando rio abajo, observaron que era más seguro, cerca de ese rio había alimento y bebida, eso les favorecía. Marco comenzó a considerar la posibilidad de dirigirse a un poblado, el clima se había vuelto muy frio y húmedo para andar en el bosque, Amalia temblaba cada vez que caminaban por el frio.

Cambiaron el rumbo, se dirigieron al poblado en busca de una cabaña en la que pudieran pasar el mal clima y luego retomar su viaje, faltaba poco para llegar, podríamos seguir, pero Amalia no resistiría la temperatura ni la presión atmosférica, pensó Marco.

Cuando la noche estaba en su mayor apogeo y el frio congelaba cada partícula del cuerpo de Amalia, entraron a una cabaña a descansar. El calor que había restauró la temperatura de Amalia, decidieron descansar y a la mañana siguiente si la temperatura volvía la normalidad seguirían.

En la cabaña solo había una cama, así que les tocó compartirla, con un poco de inseguridad Amalia se acostó, pero antes que Marco se metiera en la cama, ella había hecho una barricada con almohadas, Marco sola se carcajeó ante aquella actitud, no terminaba de comprender porque estaba a la defensiva, pero esa barricada le causó gracia y solo dijo: - ¡valla fortaleza! - y siguió riendo, Amalia con el ceño fruncido y un puchero en los labios dijo: - ¡y ni se te ocurra pasarla! – Marco solo alzo los brazos en señal de rendición y se acostó, al llegar dijo: -como que se encogió la cama – Amalia quien estaba más afuera que dentro de la cama solo bufó.

Se acomodaron como pudieron y el sueño cayó en ellos. O al menos sobre Amalia, Marco aun no dormía, estaba pendiente de los movimientos del exterior por si algún enemigo acechaba el lugar. Un sonido extraño cerca de él lo puso en alerta, era un castañeo de dientes, al investigar vio que su origen era Amalia, al parecer aun tenia frio.  Él buscó una colcha más y se la colocó sobre el cuerpo de ella, cuando se dispuso a dormir vio que habían invadido su espacio, pensó dormir en el suelo, pero hacia mucho frio, así que con mucho cuidado la movió un poco para hacer su espacio.

Cuando se había quedado dormido una calidez lo comenzó a invadir, haciendo que se tranquilizara más, cuando de pronto un pesor presionó su pecho. Intentó moverse, pero un olor ya familiar lo invadió, poco a poco abrió los ojos, se encontró con Amalia sobre su pecho, sensaciones extrañas lo invadieron, el calor en él subió. Pensó que lo mejor era bajarla de ahí, pero observó que ella había dejado de hacer ese ruido extraño, además no pesaba mucho, restándole importancia se quedó dormido.

A la mañana siguiente un fuerte grito lo despertó acompañado de mil insultos, y luego unos almohadazos chocaron en su cuerpo. Marco solo se cubrió con sus brazos y saltó de la cama gritando un: - ¿Qué te pasa? - Amalia exasperada dijo: - ¡bien sabes que me pasa! – Marco responde: - ¡soy espíritu no adivino! - Amalia le hace ver en la situación comprometedora en la que estaban, que hacer eso no estaba bien, que ¿Cómo se había atrevido hacerlo? Marco la miró serio y dijo: -yo no he hecho nada, tú solita llegaste hasta ahí -.

A Amalia se le iban y venían los colores de la vergüenza y la confusión la invadió, pero luego que Marco le explicara como sucedió todo, Amalia comprendió y entre dientes pidió perdón por cómo se había comportado. Y todo volvió a la normalidad, casi todo, en los corazones de ambos algo había cambiado, presencia del otro no les molestaba en lo absoluto y el contacto era placentero.

Al salir de la cabaña se toparon con una espesa neblina que cubría todo, Amalia se sintió cansada, percibió que le faltaba aire en los pulmones, pero era más tolerable que cuando llegó a este reino. Marco dudó un poco seguir adelante, no se lograba ver nada, y si sus enemigos lo seguían lo tomarían desprevenido, pero hizo caso omiso y se dirigieron hacia el rio, el sonido del agua lograría guiarlos mejor.

Por todo el camino estuvieron en alerta a cualquier ruido, o energía que sintieran cerca. Solo ellos se encontraban caminado entre la neblina, Amalia haciendo esfuerzo para llenar sus pulmones y Marco ansioso por llegar pronto al rio, en cualquier situación el espíritu del agua los protegería.

A medio camino, comenzaron a escuchar ruidos acercándose a ellos, Ambos aceleraron el paso, Amalia sentía que se ahogaba, pero no se quejó, no sabia que clase de espíritu podría estarlos siguiendo. Cuando de pronto los sonidos cesaron, Marco se paró en seco y grito: - ¡CORRE! – Amalia lo volvió para verlo asustada, él le indicó que siguiera en dirección al rio y que buscara un lugar donde esconderse, él la encontraría después por medio del olor, Amalia como pudo salió corriendo, cada vez mas se nublaba su conciencia, sentía que su cabeza daba vueltas, hasta que escuchó el murmullo del agua más cerca de ella. Avanzó con todas las fuerzas que le quedaban, Alguien la seguía, no podía rendirse.

Volvió a ver hacia atrás, pero solo se veía siluetas entre la neblina, avanzó lo más que pudo en dirección al rico, pero sintió como algo helado y ardiente rozó su brazo, escuchó el crujido del muérdago y algo caliente se deslizaba entre su brazo. Perdió el equilibrio y rodó hasta caer en el rio.

Mientras tanto marco seguía luchando contra los espíritus de la sombra, cuando se percató que uno iba tras de Amalia él quiso correr, pero se lo impidieron, de la nada se fueron retirando poco a poco. Marco pensó lo peor, su objetivo era Amalia, ¡¿qué le había sucedido?!

Marco salió corriendo en dirección al rio, pero no encontró rastros de ella, y su olor se extendía por todo el rio, un hilo rojo sobre salía en la superficie, en medio de la desesperación y la angustia comenzó a gritarle al espíritu del agua, pero este no respondía.




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