Tras la pantalla

Capitulo 1

La vida da giros muy inesperados, un día puedes estar en tu escuela rogando a todos los dioses porque caiga un meteorito y termine con tu sufrimiento, y al siguiente te encuentras en una fiesta privada rodeada de celebridades. Si me preguntan no sé cómo llegué aquí, pero no me importa. La noche era perfecta y jamás me sentí tan segura de mí misma; todos me miraban y querían hablar conmigo, y no sé de dónde sacaba tantos temas de conversación. Todo estuvo a punto de arruinarse cuando un mesero chocó conmigo haciéndome trastabillar. Justo en ese momento, el cantante que siempre había sido mi ídolo se acercó a mí para detener mí caída. Su presencia me dejó sin aliento, sus labios se movieron formulando una oración que no alcance a comprender. De repente, su rostro se acercó al mío lentamente, sus labios apenas rozaban los míos cuando...

¡RING! ¡RING! ¡RING!

— Hugh, en serio, ¿otra vez? —murmuro con exasperación mientras me enredo en las sábanas.

El sonido de ese odioso despertador me sacó bruscamente de mi sueño, justo en el mejor momento. Universo, ¿Qué mal te hice para que me odies de esta forma?

Es como si nunca me acostumbrara a este ruido temprano en la mañana. A veces me cuestiono porque sigo poniendo alarmas que me interrumpen en las partes más hermosas de mis sueños, pero que puedo hacer si es la única forma de despertarme temprano; de lo contrario, sería como un oso en plena hibernación.

Después de una gran lucha entre mi lado responsable y mi lado perezoso, termino por levantarme de la cama de muy mala gana y me obligo a empezar mi día. A pesar de mi reputación en la escuela como la "nerd", no es como si disfrutara levantándome temprano. Y los lunes... bueno, los lunes son por ley el día más odiado para todo ser humano racional.

Tras una lucha interna, me arrastro hasta la ducha y abro el grifo del agua fría. Sí, has leído bien, agua fría. Es mi única arma contra la somnolencia. Me sumerjo en el agua helada y siento cómo cada gota despierta mis sentidos. Además, dicen que es bueno para la piel y la circulación, así que tengo una excusa para este pequeño acto de crueldad autoinfligida.

Salgo de la ducha como si mi otro yo; el irresponsable y perezoso, hubiese muerto entre el agua y las burbujas. Envuelta en una toalla, me dirijo hacia el armario en busca de ropa. Si algo extraño de la educación básica es que nos obligaban a usar uniforme todos los días, el problema de vestirme recaía en mi madre no en mí; no me quejo porque tengo suficiente ropa para elegir, pero en cuanto a la apariencia… bueno no le doy mucha importancia, después de todo lo importante es estar cómoda y no ir desnuda por la calle.

Una coleta alta parece ser la única opción favorable para mi rebelde cabello matutino, y después de ajustar mis pequeños y elegantes lentes, me doy por satisfecha con mi apariencia, me veo…decente. Tampoco es como que pueda hacer más, acercarme a una paleta de maquillaje es un riesgo que no pienso correr; nunca aprendí a hacerlo, así que prefiero saltarme ese paso y mantener las cosas simples.

Decidida a enfrentar el día a pesar de mi estado de ánimo mañanero, bajo las escaleras hacia la cocina. El aroma del café recién hecho es un pequeño consuelo en medio de mi batalla personal contra las mañanas.

— Buenos días — saludo a mamá mientras me sirvo un tazón de cereal y me siento, lista para enfrentar lo que sea que este lunes decida arrojarme, una asunción al reino de los cielos no me vendría mal.

— Buenos días pequeña —Responde dándome un beso en la mejilla.

—Hagh, me llenas de babas maternales —Respondo fingiendo indignación ante su gesto.

— Hum, adolescentes —Dijo ella ofendida.

— ¿Tan temprano y ya están peleando? — Pregunta mi padre entrando a la cocina.

— Tú tienes la culpa por malcriarla tanto — Acusa mi madre con cuchara en mano —. Ahora le dan asco los besos de su madre—

— Sabes que solo estaba jugando — Me defendí antes los falsos levantados en mi contra.

— Ya, ya, dejen su drama para después, que luego porque llego tarde — Dijo mi padre tomando su taza de café rutinaria. A veces me pregunto si la dependencia a la cafeína es hereditaria.

El desayuno con mi familia transcurre como siempre, entre risas y bromas, realmente amo a mis padres, sin importar que tan mal humorada despierte ellos siempre logran sacarme una sonrisa, son mi razón de ser.

Salgo de casa junto con papá, quien insiste en llevarme a la escuela todos los días. No me quejo, sé que eso nos permite salir con suficiente tiempo, ya que tiene que llegar a su trabajo después.

Llego al salón de clases y elijo una silla en la primera fila, soy medio miope así que no tengo otra opción. Sacando mis libros, me sumerjo en el estudio mientras espero a que lleguen los demás compañeros. No tengo muchas amistades, o más bien, no tengo amigos que estudien en el mismo colegio que yo. Pero eso no me preocupa demasiado; puedo juntarme con ellos después de clases, jugar ajedrez que es lo que nos apasiona a todos o simplemente charlar. Mis compañeros comienzan a llenar la sala, algunos me saludan por cortesía, otros pasan de largo como si no existiera y unos pocos idiotas aprovechan para lanzar comentarios ofensivos. Aunque siendo sincera no tengo ganas de responder, personas con poco intelecto es mejor ignorar, no vaya a ser contagioso.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 07.05.2024

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