Tras la pantalla

Capitulo 2

Llego a casa y me encuentro sola. No es que me hayan dejado sola sin previo aviso, sabía que mis padres no estarían todo el día, pero había planeado una cita con Axel en el parque después de clases. Comeríamos algo en nuestra cafetería favorita; la Royal, justo en el centro de la ciudad. También estaba emocionada por la nueva película que se estrenaría en el cine hoy, "Una Muerte Sin Remedio". Más tarde, iríamos al karaoke Nansha, junto al complejo deportivo de la Universidad Anthony Hopkins. Pasaría horas cantando hasta que Axel se desesperara y me arrastrara a casa, argumentando que mis padres estarían preocupados si llegamos después de las 10 de la noche.

Pero en este momento, mi plan perfecto se desmoronó. Por alguna razón, hay una práctica sorpresa para el equipo de fútbol, justo cuando no tengo nada más que hacer. Ni siquiera puedo llamar a Maru, ya que comenzó clases de karate y su agenda está llena hasta las 5 de la tarde. Mis otros amigos también tienen horarios diferentes. En pocas palabras, estoy aburrida y sin opciones. ¡Maldición, estoy jodidamente aburrida!

Tiro mi mochila en un rincón de mi habitación y me recuesto en la cama. Mi rostro se hunde en las suaves sábanas. Estar sola me trae una extraña nostalgia. No quiero quedarme sin hacer nada, pero también siento que haya algo que hacer. Dejo escapar un suspiro de frustración. No pienso pasar el día en la cama esperando que algo emocionante suceda. Me levanto con energía y bajo las escaleras en busca de comida. Tengo hambre, ¡mucho hambre!

Unos minutos después, regreso a mi habitación con un sándwich a medio comer en la mano y otros dos en una bandeja, junto con una botella de agua. Me dio pereza cocinar. Es hora de implementar mi plan contra el aburrimiento. Coloco mi "sagrado alimento" en el escritorio junto a mi cama y saco mi laptop de la mochila. Por suerte, hoy no hay tareas pendientes, así que no tengo que aburrirme aún más con deberes. Comienzo a buscar una película en Netflix justo cuando mi teléfono suena. Con un bocado en la boca, busco entre mis cosas hasta que encuentro mi teléfono y veo la pantalla llena de notificaciones. Tengo un mensaje, y no es cualquier mensaje. ¡Es un mensaje de Manuel!

 

— Hola, Pequi, ¿qué estás haciendo? —

 — Nada ¿Y tú? ¿No se supone que estás en clase? —

—Lo estaba, pero suspendieron las clases —

—¿Por qué? —

— El maestro tuvo un esguince mientras daba una demostración—

—Jajaja, vaya, el maestro lesionado. ¿Cómo pudo pasar eso? —

— Bueno, en fin, ¿estás libre en este momento? —

—Por supuesto, ¿por qué lo preguntas? —

—Tu noviecito te dejó plantada, ¿verdad? —

—¡No me dejó plantada! —

— Tenía práctica, así que no pudo venir conmigo—

—De verdad, Porque lo vi en la cancha con una chica—

—Maru, no empieces con tus chistes—

—Está bien, está bien... Era la entrenadora—

—¿No te cansas de siempre hacerlo quedar mal? —

—Nop, ya te dije que no me cae bien—

—¡Pero a mí sí! —

—Tienes gustos cuestionables, por eso —

—Mira quién lo dice —

—Yo no tengo malos gustos, eres tú la que no sabe apreciar—

—Jajaja, lo que digas, hare como que te creo —

—😒😒 —

 

Chatear con mi mejor amigo siempre me pone de buen humor y nunca faltan las risas. Aún no termino de responder su mensaje cuando alguien llama a la puerta. Bajo rápidamente las escaleras y al abrir, me encuentro con un chico más alto que yo. En teoría, casi todo el mundo es más alto que yo, así que olviden lo que dije. Su cabello es negro y corto, viste una camisa azul con las mangas recogidas, y debajo lleva una camiseta blanca completamente visible. Sus jeans negros combinan perfectamente con su atuendo. Tiene un rostro hermoso, aunque esos lentes ocultan sus ojos. Lleva un reloj costoso en su muñeca; es evidente que proviene de una familia adinerada. Y sí, odio a los ricos. Suelen alardear de su dinero y no consideran lo afortunados que son. Se creen los dueños del mundo. Entiendo que generalizo demasiado, y no es justo, ya que existen personas ricas que no son superficiales, pero hasta que me demuestren lo contrario, no confiaré en alguien adinerado. En mi mente, son mis enemigos.

Sin embargo, esto no aplica para este chico. A pesar de venir de una familia rica, no lo odio. De hecho, lo amo, es mi mejor amigo desde siempre.

— ¡Manuel! —Exclamo emocionada al verlo y me abalanzo hacia él para abrazarlo.

— Vine a rescatarte del aburrimiento, Pequi —Dice pellizcando mi mejilla.

— ¡Deja mis pecas en paz! ¡Ya tienen dueño! —

— Eres una amargada —Responde un poco molesto. —Entonces, ¿vienes o te quedas? —

— ¿A dónde? —Pregunto confundida.

— ¿A la Cafetería Royal? —Dice como si la respuesta fuera obvia. — ¿El chat grupal? ¿El mensaje de Christian? ¿Mínimo has revisado el grupo? —

— No tengo idea de lo que estás hablando. ¿Qué mensaje? – Digo mientras saco mi celular y veo quince notificaciones en el chat grupal. Leo rápidamente y me doy cuenta de que Christian nos ha citado con urgencia a todos los del equipo de ajedrez en la Cafetería Royal. Estaba distraída con otras cosas y olvidé que había silenciado el grupo. — Ah, ese mensaje. — Digo después de terminar de leer.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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