Tras la pantalla

Capitulo 13

Me encuentro frente a la imponente mansión de Jean, indecisa sobre si debo tocar el timbre o no. La idea de trabajar en su casa me resulta un tanto… estresante. Jean propuso trabajar en su casa y no la mía, según por qué sería más cómodo para ambos estar en lugar mas amplio y silencioso.

Bueno, tampoco es como que me haya dado otra opción. Aun recuerdo lo que me dijo ese día después de clases. Él solo paso al lado mío en su Porsche rojo brillante (como su ego); típico niño rico de comedia romántica adolescente:

 

— Te veo en mi casa a la una — dijo asomándose por la ventanilla.

— ¿Y quién decidió el lugar donde vamos a trabajar? — pregunto cruzándome de brazos.

— Yo, obviamente — dijo con altanería.

— ¿Y porque decides tu? —

— Porque soy el mayor, soy guapo, y enloquezco — ruedos los ojos, ya mas por costumbre q por irritación — Además. Será más cómodo en mi casa, es amplio y no suele haber mucho ruido —

— No la conozco, pero dudo que tu habitación sea mas grande que mi baño. Te veo a la una, Triki —

 

Respiro profundamente y me decido a tocar el timbre, preparándome mentalmente para lo que me espera dentro de esa mansión. Aunque trabajar con Jean pueda ser un desafío, sé que es una oportunidad para avanzar en nuestro proyecto. Con un último suspiro, extiendo mi mano y presiono el timbre, esperando lo que el destino tenga reservado para mí en el interior de esa lujosa morada.

Después de unos momentos de espera una voz se escucha a través del interfono. Malditos ricos privilegiados.

— Buenas tardes, ¿En que le pudo ayudar? — pregunta una voz femenina.

— Vengo a ver a Jean — me limito a responder.

Un incómodo silencio se forma entro mí y el horroroso aparato. Me pregunto si tenía que presionar algún botón o ya se descompuso.

— Lo siento, el joven Barrow no menciono nada sobre su visita, me temo que tendrá que esperar afuera y confirmar su identidad —

— ¿Es enserio? — pregunto con ironía — Soy su compañera de universidad, solo vengo a hacer un trabajo no a secuestrarlo —

— Lo siento, pero no puedo dejarla pasar… —

— ¡Triki! — la voz de Jean se escuchó al otro lado del interfono, interrumpiendo a la mujer.

 

— Joven Jean, hay una señorita aquí que dice ser su compañera de universidad y viene a verlo —responde la mujer, manteniendo su tono profesional.

— ¡Ah, claro! Perdona, Emma, olvidé mencionarte que vendría hoy. Déjala pasar, por favor. Es importante. —

— Entendido, Joven Jean. Puede pasar, señorita. Las puertas están abiertas para usted. —

Con un suspiro de alivio, agradezco mentalmente a Jean por llegar, aunque también me molesta que haya olvidado mencionarlo si sabía que no me dejarían entrar fácilmente. Mientras cruzo el amplio jardín de la mansión, no puede evitar que mi ojos vaguen por todos lados. No era lo mismo ver todo esto desde la calle que hacerlo de cerca; casi podía respirar la ostentosidad.

Llego hasta la puerta principal y antes de que pueda tocar, esta se abre, revelando a un Jean un poco peculiar. Su cabello rubio ligeramente rizado se alborotaba con cierta rebeldía, llevaba puesto lo que parecía ser ropa deportiva y pantuflas; y aun con esa apariencia desaliñada no perdía su encanto… Okey, olvidemos lo último que pensé.

— Bienvenida a mi humilde morada, Julieth —dijo Jean, extendiendo un brazo en un gesto de invitación—. Espero que te sientas cómoda aquí.

Asiento con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi nerviosismo. Cruzo el umbral y entro en la casa, sintiéndome como si estuviera pisando en territorio desconocido.

Jean cierra la puerta detrás de nosotros y me guía a través de los opulentos pasillos de la mansión. Siento como las miradas de los empleados caen sobre mí. No creo que estén acostumbrados a que su “joven amo” lleve a casa a un chica promedio.

—Vamos a mi habitación, allí podremos trabajar en paz —dice Jean, liderando el camino con confianza.

Lo sigo en silencio, admirando la elegancia y el lujo de la casa mientras me pregunto… esperen un momento, ¿dijo habitación? ¿Jean y yo solos en una habitación? ¡¿Yo y el Badboy?!

A medida que caminábamos por los pasillos, mi mente divagaba en una dirección que preferiría evitar. ¿Por qué estaba tan nerviosa por estar sola con Jean en su habitación? Después de todo, éramos solo compañeros de universidad trabajando en un proyecto. Ni siquiera existían un interés entre ninguna de las partes, no tendría que pensar estas cosas.

Por otro lado, estamos hablado de Jean Barrow, el tipo Badboy de la escuela que ha tenido más novias que yo pares de zapatos.

Jean abre la puerta de su habitación y me invita a pasar con un gesto amable. Trato de mantener mi expresión serena mientras doy un paso dentro, pero mi corazón late con fuerza y mi mente continúa tejiendo historias absurdas. ¡Debo dejar de leer comedia románticas!

— Aquí estamos —dice Jean, indicando la amplia habitación —. Siéntete libre de acomodarte donde quieras. Tengo todo lo que necesitamos para trabajar aquí. —

Intento encontrar un lugar donde sentarme, pero solo hay un sillón esponjoso, una silla de escritorio y su cama. Para mi mala suerte el sillón y la silla están llenos de libros; eso no me lo esperaba, pero no es el punto ahora. Lo importante es que mis únicas opciones son: quedarme de pie o sentarme junto a él en la orilla de la cama.

—Jean, solo quiero que sepas que no estoy aquí como una de tus... ya sabes, no soy una de tus conquistas. Estoy aquí para trabajar. —digo dejando mi mochila en el suelo.

—¿De qué estás hablando, Julieth? —frunce el ceño, confundido.

Respiro profundamente, tratando de ser clara, comienzo a sacar mis libros y colocarlos sobre el escritorio que tenía a un lado de la puerta.

 —Quiero decir que estoy aquí para trabajar en nuestro proyecto. No quiero que pienses que soy como tus otras amiguitas —digo haciendo énfasis en la última palabra — Así que te agradecería que no pierdas el tiempo con eso —



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 07.05.2024

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