Corro por los pasillos a toda prisa para llegar al salón del club; como siempre termino llegando tarde. Me pregunto porque escogieron a alguien tan impuntual para ser presidenta. “No le temes a nada” dijeron ellos. Pero vaya que le temo a muchas cosas, pero no a quedarme callada, eso nunca más.
Entro al salón, siendo recibida por los miembros con respeto. Se siente raro, pero ya me estoy acostumbrando un poco a esto. Debo mantener la jerarquía si quiero que me sigan respetando como presidenta y mantener el orden.
—Presidenta —me saluda uno de los nuevos. — El coordinador estuvo hace unos minutos — me informa brevemente
—¿Dijo que quería? — digo colocando mis cosas en una esquina.
El chico se encoge de hombros —Hablo con vicepresidente, ya que no había llegado —
—Entiendo…— digo, mi mirada escudriñando el lugar en busca del segundo al mando — ¿Dónde está Maru? —
Uno de los miembros señala hacia una esquina del salón. Mi vista se dirige a ella inmediatamente, captando a un grupito de chicos rodeando una mesa.
—Está allí, en medio de una partida —me informa.
Agradezco con una inclinación de cabeza y me acerco a él abriéndome paso entre los chicos.
—¿Cómo va la partida? —pregunto con interés mientras observo el tablero.
—Está bastante reñida, pero creo el Vicepresidente ganara —responde la chica a mi lado, sin despegar los ojos del tablero. — Es partida libre, así ya llevan rato jugando —
Asiento, impresionada mas que nada por la batalla que le esta dando Brad a Maru. Conozco muy bien sus dotes en el ajedrez, y hasta el momento la única que a logrado vencerlo en el club, eh sido yo.
Maru mueve una pieza con precisión, logrando un jaque mate que nadie esperaba, ni siquiera yo. Los aplausos estallan en el salón, pero yo me quedo en silencio, observando la posición de las piezas en el tablero con una extraña sensación.
“Reconozco esa jugada”
La forma en que están posicionada, el cómo obligó a su oponente a dejar a su rey desprotegido, sacrificando inclusive a su dama. La forma en que lo tomo desprevenido al tenderle una emboscada para capturar a su alfil. Es jugada… es característica del Caballo de Troya.
“¿Es posible que…? No, imposible.”
La idea parece absurda al principio, pero conforme analizo la situación, las piezas comienzan a encajar. Maru siempre ha sido un jugador hábil, pero esta jugada en particular nunca la había usado, es tan característica del estilo de juego del Caballo de Troya que no puedo ignorarla. No la pudo aprender de mí, no eh usado sus estrategias contra Maru, es imposible que la conozca.
Mientras los demás continúan celebrando, mi mente trabaja a toda velocidad. ¿Cómo podría confirmar mis sospechas? ¿Y si estoy equivocada? ¿Debería preguntarle?
Tal vez solo estoy exagerando; existen miles de jugadas en el mundo y varias de ellas están en internet; posiblemente la aprendió por ahí.
Pero Maru no suele buscar estrategias por internet, y siempre me cuanta todo ¿Por qué siempre se negó a darme su usuario? ¿Por qué hace tiempo que parece usar más su teléfono?
No, estoy sacando conclusiones apresuradas; debo mantener la calma y observar de cerca. Tal vez pueda encontrar pistas que confirmen mis sospechas, pero debo ser discreta.
—Oye, ¿estas bien? — pregunta Manuel, sacándome de mis pensamientos.
—Ah, sí, estoy bien. Me perdí un momento — digo, mientras le ayudo a juntar las piezas.
—Me di cuenta —dice — Por cierto, el coordinaron vino hace rato—
—Ya me dijeron. ¿Pero qué buscaba? —pregunto, mientras ayudamos a juntar las piezas del tablero de ajedrez.
—Vino a hablar sobre la remodelación en esta área del campus —responde Manuel, con una expresión preocupada—. Parece que algunos clubs tendrán que moverse temporalmente. Dijeron que como somos un club pequeño, quieren que usemos la biblioteca. —
Una sensación de incredulidad y molestia se apodera de mí al escuchar la propuesta. La biblioteca es un lugar tranquilo, pero no está diseñada para albergar actividades como las nuestras. Además, estos a inicios del nuevo años, lo que significa que habrá mas alumnos y tengo la esperanza que el club crezca. Nadie querrá unirse si saben que no tenemos instalaciones.
—No podemos irnos a la biblioteca —exclamo, mirando a mis compañeros, quienes comparten mi preocupación—. Esto no es justo. Ganamos un competencia el año pasado, no pueden mandarlos a la biblioteca solo porque si —
Mi tono de voz aumenta, lo cual no fue la mejor idea de todas. Mis compañeros escuchan mis quejas y aunque no saben el porqué, entienden a donde quieren mandarnos; así comienzan las quejas, reclamos y preguntas. Inicia el caos.
—¡¿No quieren mandar a la Biblioteca?! —exclama con incredulidad uno de los miembros.
—Esto es injusto — dice alguien más — El salón ya de por si es pequeño, ¡¿Ahora nos lo quitan?! —
En medio del caos decido tomar las riendas del asunto; no puedo dejar que esto avanece a una escala mayor. Como presidenta del club es mi deber mantener el orden. Orden que yo misma altere, pero bueno no es lo importante ahora.
—¡Silencio! —ordeno con voz firme, haciendo que todos se callen al instante —Entiendo su descontento, pero primero les explicaremos porque quieren movernos —
Manuel toma la palabra, transmitiéndoles tal cual las palabras del coordinador. Al igual que el resto, me muestro molesta y disconforme; Maru es el único que como siempre, mantiene la compostura y una expresión implacable.
—No estoy de acuerdo —expresa una de las pocas chicas en el club— La presidenta tiene razón, hemos traído logros a la universidad, es justo que no brinde mejores opciones —
—Es cierto — apoya el resto.
El caos amenaza con volver a tomar el control, pero Manuel levanta la mano para llamar su atención. Nadie obedece.