Tras la pantalla

Capitulo 30

Es como regresar a aquella tarde en la cafetería, cuando me rompió el corazón de la forma más cobarde posible. Me hizo creer que yo fui la culpable, me creo inseguridades y me lleno de autodesprecio. Después de tantos años, de tantas cosas vividas, ¿Por qué aún sigue influyendo en mí?

—Necesitaba verte —responde, su tono casual como si fuéramos amigos—. ¿Podemos hablar? —

Mi mente se acelera, recordando el dolor que me causó, las promesas rotas y las noches de insomnio.

—No tengo de que hablar contigo — respondo tajante.

—Por favor; no hagas como que no me conoces — responde con una sonrisa irónica.

—No sé cómo quieres que actué si es la verdad— respondo dándole la espalda.

Cierro la puerta de mi casa, evito su mirada a toda costa. No mostrare duda, no mostrare miedo o duda; no más. La Julieth que el conocía ya no existe, él mismo la destruyo.

—El chico que yo conocía no es el que tengo enfrente. Así que disculpa si no corro a tus brazos o brinco de alegría, pero no eres más que un extraño para mi —

Axel da un paso hacia mí, pero no tengo intención de escucharlo. Su presencia solo aviva recuerdos que preferiría olvidar.

—Julieth, por favor, solo dame un momento. He cambiado, lo prometo. Solo quiero que me escuches. —

Sigo avanzando, alejándome de él. La tensión en mi pecho aumenta con cada paso.

—No quiero que me vengas a buscar otra vez. Tú y yo ya no tenemos nada de qué hablar. —

De repente, su tono cambia. Deja de ser amable y su voz se vuelve fría, casi amenazante.

—¿Julady piensa igual que tú? —dice, sus palabras cayendo como una cubetada de agua fría.

Me detengo en seco, el miedo recorriéndome la columna. Me giro hacia él, tratando de mantener la calma.

—¿De qué estás hablando? —pregunto, aunque mi voz tiembla un poco.

Axel se acerca a mí, su sonrisa oscura, casi perversa. Se inclina, acercando su rostro a mi oído.

—Sé que eres Julady. No intentes engañarme o esconderte. —

El pánico se apodera de mí. ¿Cómo lo sabe? ¿Qué quiere de mí?

—No sé de qué hablas —digo, retrocediendo un paso.

—Vamos, Julieth. No me subestimes. Conozco tu voz mejor que nadie, y fui de los primero en ver tu video en la cuanta de querido amigo. Oh, cierto. Manuel es Maruy, ¿cierto? — su mirada es sombría, me causa terror.

¿Cómo es que alguna vez pude amar a alguien tan siniestro?

—Esto no tiene que ser complicado —dice Axel, suavizando su tono un poco—. Solo quiero que hablemos, como adultos. —

—¿Y amenazarme es parte de hablar como adultos? — pregunto con cinismo. Intento mostrarme segura, pero la verdad es que mi voluntad tiembla.

—Vine a buscarte en con la mejor disposición, pero tu solo me ignoras. No me queda de otra — responde con una sonrisa ladina.

—¿Realmente eres tú? ¿Qué paso con el chico dulce y que conocí?, del que me enamoré alguna vez—

Axel deja escapar una risa amarga, su expresión se endurece.

—Ese chico dejo de existir hace mucho. Y tú ni cuenta te diste. —dice, su voz llena de rencor—. Pero no estamos aquí para hablar del pasado. —

—¿Qué quieres? — pregunto con frialdad. No tengo tiempo para discutir, Jean me espera. — Habla, no tengo todo tu tiempo —

Axel sonríe triunfante.

—No es tan fácil — responde él — Veo que estas algo apurada, así que no te quitare mucho tiempo. —

Axel saca una pequeña tarjeta de presentación, y me la entrega sin mucho interés.

—Es el número de mi representante. Te contactará —

Tomo la tarjeta de mala gana, mi mente y mi corazón siendo un remolino de emaciaciones incongruentes.

—¿Eso es todo? — pregunto, guardando la tarjeta en mi bolsillo.

Axel asiente, su mirada suavizándose por un breve instante. Sin decir otra cosa o siquiera despedirme, me doy la vuelta para irme.

—Me da gusto que estes bien — dice casi en un susurro.

Me detengo al escucharlo; sintiendo la calidez y el dolor en sus palabras. Mi rostro se gira en busca de un último vistazo suyo, pero solo veo su espalda mientras se aleja. Por un segundo, siento que puedo verlo a él. Mi primer amor.

—¿Por qué cambiaste tanto? — me pregunto con dolor, sintiendo un nudo en mi garganta.

Me quedo ahí, pensativa, observando cómo desaparece a la distancia. Los recuerdos de nuestro pasado se mezclan con la confusión y el miedo del presente. Todo me golpea con fuerza y sin aviso. De repente, el sonido de mi teléfono me saca de mi ensoñación. Es Jean.

—Lo siento, hubo un contratiempo, no tardo —digo al contestar, tratando de sonar más tranquila de lo que me siento.

—Está bien, no te preocupes —responde Jean, su voz cálida aliviando un poco mi tensión—. Solo quería asegurarme que estuvieras bien —



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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